La Policía Nacional detuvo en la noche del pasado domingo, 4 de febrero, a un individuo de 51 años que caminaba por la avenida Juan XIII de la capital esgrimiendo un arma blanca, en concreto una navaja, contra los viandantes que pasaban a su lado. Cuando dos agentes le pidieron que se identificara tras la llamada de un ciudadano que los puso sobre la pista, el sujeto arremetió contra uno de ellos en dos ocasiones usando la navaja, aunque el agente le pudo dar una patada en la mano y, una vez desarmado, pudieron inmovilizarlo y detenerlo. Los funcionarios lo arrestaron por un presunto delito de atentado a la autoridad.

Los hechos ocurrieron a las 21.00 horas del pasado domingo, cuando uno de los viandantes a los que mostró la navaja que llevaba llamó a la sala del 091 de la Policía Nacional, que inmediatamente ofrecieron una descripción del individuo y de la zona por la que se movía a los zetas. Incluso, este comunicante siguió al hombre durante varias calles e iba narrando a la policía su itinerario y cómo esgrimía el arma blanca.

Una de las patrullas localizó al hombre y rápidamente los agentes aparcaron y se dirigieron a él desde una distancia de seguridad para tratar de identificarlo, pero el individuo, según fuentes judiciales y policiales, sostenía la navaja por la espalda con las dos manos, y lo que hizo fue abrirla y enseñársela a los policías, de forma que, tras decirles que estaba en posesión de un arma blanca, arremetió contra uno de los agentes con ella, pero este pudo esquivarla, para hacer lo mismo después con otra embestida, en esta ocasión contra su pierna. Al instante, este funcionario pudo darle una patada en la mano y el hombre soltó la navaja, por lo que acto seguido se abalanzaron sobre él y consiguieron reducirlo y ponerle las esposas, un hecho ante el que opuso una gran resistencia.

Los agentes lo llevaron de inmediato a la Comisaría y, desde allí, lo pusieron a disposición del Juzgado de Guardia de Incidencias que en esta ocasión ejercía el Juzgado de Instrucción número 13 de la capital. La Fiscalía de Málaga pidió rápidamente que fuera sometido a un análisis psiquiátrico por parte de los forenses del IML, que emitieron un informe en el que los profesionales sanitarios describían que mostraba muchas incoherencias en el habla y hasta verbalizaba ideas delirantes. Entre otras cosas, les dijo a los psiquiatras que era miembro de la familia del rey, por lo que el fiscal encargado del caso solicitó su internamiento psiquiátrico para evaluarlo, decisión que ratificó el juez.