Mucho se ha escrito, y se seguirá haciendo, en torno a la caída de Málaga y al éxodo multitudinario y sangriento de la carretera de Almería. Para la República supuso un duro golpe moral, pese a que las investigaciones más recientes acreditan una cierta desidia del gobierno legítimo, atento a varios frentes y con la ciudad en manos anarquistas, arbitrarias y rencorosas. No estuvo a la altura el mando defensor, con el coronel Villalba a la cabeza, y tampoco demostraron compasión los vencedores, que se entregaron a una represión brutal que se prolongó hasta mediados de los años 40. El drama de Málaga duró casi diez años. Un hecho insólito, imperecedero.

El caso de Málaga es llamativo, ya que en la reconstrucción de los hechos predominan los testimonios de ciudadanos extranjeros. Son decisivos los libros de Gamel Woolsey, de sir Peter Chalmers-Mitchell, de Edward Norton y de Gerald Brenan. En sus últimos días pasaron por Málaga periodistas republicanos como Franz Borkenau o Ludwig Renn. Y del crimen de la carretera de Almería queda constancia, entre otras muchas cosas, gracias al trabajo de Norman Bethune, la presencia militante de la fotógrafa italiana Tina Modotti o los recuerdos de André Malraux, que llegó con sus maltrechos aviones en apoyo de los que huían y escribió sus andanzas en L’Espoir, la esperanza. En Málaga fue capturado Arthur Koestler, que también escribiría sobre su apresamiento y sus días casi últimos en la cárcel de Sevilla, condenado a muerte, cabizbajo y silencioso. Todos ellos han contribuido a reconstruir el clima de miedo ante la llegada inminente de las tropas moras de Queipo de Llano, cuyas amenazas de venganza y desolación ya se sabían ciertas por los testimonios de quienes habían llegado desde Ronda o la campiña sevillana. La represión no fue una sorpresa para nadie.

Al caer Málaga son muchos los que escriben sobre el tema en la prensa republicana. Algunos de ellos con sincera implicación. Es el caso de Ilya Ehrenburg, uno de los más destacados estalinistas del siglo XX, que había estado en Málaga en 1932 atraído por las recientes quemas de iglesias y conventos, y que en marzo del 37 escribió para el ABC requisado por los comunistas una columna lamentando la caída de Málaga. Y es también el caso, aunque muy diferente, del maestro cubano de periodistas Lino Novás Calvo (1903-1983).

Lino Novás nació en una aldea coruñesa, pero emigró al poco tiempo a Cuba con sus padres. En 1931 se traslada a España como corresponsal del semanario Orbe, editado en La Habana. Durante dos años envía sus crónicas políticas -la llegada de la Segunda República atrajo a numerosos medios extranjeros- que ahora se han recopilado en un volumen de gran interés, España estremecida (Renacimiento, 2016). Ya en estos días se palpa en el ambiente una fuerte tensión política, que no escapa a la sagaz mirada observadora de Lino Novás. Cuando termina su trabajo para Orbe, Novás permanece en España: aprovecha para traducir, colaborar con Ortega y Gasset en la Revista de Occidente y, sobre todo, para escribir y publicar El negrero (Tusquets, 1999), biografía novelada y asombrosa de la vida de Pedro Blasco, esclavista nacido en Málaga en 1795 en el barrio de El Perchel y protagonista de una vida inmoral, turbulenta y muy aventurera en el primer tercio del siglo XIX.

Así que a Lino Novás le duele la caída de Málaga. Aunque nunca ha estado en la ciudad su vinculación a ella es directa, sumergido durante años en la investigación y narración de la vida asombrosa de Pedro Blasco. La toma de Málaga es para él un mazazo personal, que supera la dimensión estratégica del conflicto. Novás puede imaginar las calles soñadas, en manos ahora de los franquistas, las esquinas percheleras, los barrios de pescadores casi idénticos a los que vieron los primeros correteos del negrero. Siente dolor por Málaga, por sus gentes, por su desesperación.

El proyecto de investigación El impacto de la Guerra Civil Española en la vida intelectual de Hispanoamérica ha rescatado un artículo escrito por Lino Novás el 27 de marzo de 1937, titulado La dispersión de Málaga. Un olvidado artículo que puede ser reproducido gracias a la cortesía de este proyecto investigador y del profesor Jesús Cano Reyes, de la Universidad Complutense de Madrid. El golpe de estado franquista y el estallido de la guerra civil hacen que Lino Novás decida permanecer en España y tomar partido por la República, desde las filas de la prensa. Se enrola en el semanario Ayuda, que edita el Socorro Rojo Internacional, una publicación también controlada por el PCE pero atenta sobre todo a cuestiones de carácter humanitario. Novás no era comunista: de hecho se exilia en los Estados Unidos en 1960, pocos meses después del triunfo de la Revolución cubana. Pero era quizás la plataforma más adecuada para sus propósitos y su irrenunciable deseo de libertad personal.

Novás escribe sobre la atención que reciben en Valencia quienes han logrado llegar desde Málaga. «Lo que era Málaga está con nosotros; los fascistas han conquistado poco más que muros y cadáveres. Los hombres, y las mujeres, y los niños vivos andan ahora, dispersos, por Levante, por Cataluña. La tragedia pasó; empieza el drama, la dispersión, la peregrinación. Toda esta tierra de Valencia está empapada de su dolor». A Novás le gusta incluir en sus artículos nombres propios, para demostrar que habla desde la verdad de carne y hueso. Refiere el caso de Miguel Salcedo, que huyó de Granada para recalar en Málaga y que se recupera en Valencia para volver al frente. «Y ahora Málaga está perdida, y sus compañeros todos muertos, y su padre y su madre muertos, y todos sus hermanos muertos. Sólo queda él para contar tanta sangre y tanta tragedia».

El texto de Novás, desconocido hasta la fecha, no sólo tiene el valor de vincular al autor con nuestra ciudad desde un punto de vista emocional: también muestra el drama de los miles de huidos y la desolación de la caravana de la muerte, que se puede leer en los rostros de las fotografías, en las caras de completa desesperación que ilustran el artículo del periodista cubano, siempre atento al sufrimiento de las personas por encima de consideraciones políticas, militares o estratégicas. Un gran hombre, Lino Novás. Cubano con alma de malagueño.