La medicalización de los niños es una realidad, una circunstancia que acompaña a nuestra infancia, a menudo etiquetada por la sociedad actual en la que el ritmo de vida, unida al estrés y a la falta de comunicación, ocasionan problemas sociales o de conducta. Y aunque educar conlleva una responsabilidad tan grande como enseñar con el ejemplo o empatizar con los hijos, a menudo padres, educadores y sanitarios tienden a exagerar ciertas conductas o, en el peor de los casos, a crearlas.

Las unidades de Salud Mental cada vez ven a niños y adolescentes más deprimidos o medicalizados, es decir, medicados sin necesidad de estarlo. Esta cuestión, unida a otras, llevó al Clínico a plantearse en qué medida la sociedad marca hoy unas pautas que puedan no estar favoreciendo del todo a los infantes. El especialista en Psiquiatría y director de la Unidad de Gestión Clínica de Salud Mental de este hospital, Rafael del Pino, señaló ayer que, en general, la sociedad de hoy día está medicalizada, en parte por las prisas en los diagnósticos o por la simple necesidad de poner nombre a un comportamiento.

Por ello, apostó por abordar las enfermedades de salud mental de forma holística en la que se estudien el entorno social, la educación o los valores. De igual modo opinó la psicóloga clínica de esta unidad, Susana Ortigoso, que alerta de que muchos menores acudan a consulta con sus padres y estos descubran allí que sus hijos no son felices. «Los adultos desconectamos de las emociones porque estamos en muchas cosas», apuntó.

Tanto ella como Del Pino coincidieron en la necesidad de que padres, educadores y sanitarios vayan al unísono y sigan una estrategia común para abordar los posibles problemas que puedan padecer los niños.

La psicóloga y psicoanalista Beatriz Janin, ponente del II Foro sobre Infancia y Adolescencia que se celebró ayer en el Clínico y al que acudieron más de un centenar de expertos que analizaron aspectos relacionados con la adopción, lamentó que se esté patologizando a la infancia con facilidad con diagnósticos como TEA o TDH. «Los niños no tienen elementos de defensa y quedan atrapados en el diagnóstico para siempre», señaló, al tiempo que recordó que los niños de hoy no son iguales a los de hace cuarenta años, así como estos no eran entonces iguales a los de cuarenta años antes. «La infancia cambia como la sociedad, muchas veces terminamos criando a niños a los que no soportamos», apuntó la experta, que recordó que son los adultos con sus actitudes quienes favorecen la aparición de ciertas conductas, por lo que apostó por medicar sólo cuando sea preciso.

Adopción

El motivo de la elección de la adopción, asunto sobre el que versan las jornadas, son los prejuicios e ideas preconcebidas en relación a los efectos en los niños, puesto que supone un proceso en el que se combinan emociones, sentimientos, miedos y retos.

En el encuentro, la experta internacional Beatriz Janin alertó del exceso de etiquetas que se pone a los niños adoptados desde el punto de vista psicológico o de comportamiento. «No les marcan los genes, sino la historia: es la epigenética», indicó la experta, que apuntó a que los genes se activan con la historia. En este sentido, quiso recordar que los niños que han sido adoptados deben procesar una transformación y cambios, no sólo familiares, sino en el caso de las adopciones internacionales, de idioma, luz, paisajes e, incluso, sabores y olores. «Todo eso necesita un tiempo para que lo procese. Hay que acompañarlos, atenderlos sin creer que vinieron con un problema», insistió la psicóloga, que recordó que muchos de estos niños vienen de situaciones difíciles, como malos tratos o de haber vivido en instituciones. «Se está biologizando la vida y negando la historia, eso es negarlo, dejarlos sin posibilidades de ser diferente, le estamos coartando el futuro», dijo, al tiempo que explicó que cada niño que se sale de la normalidad se le etiqueta con un trastorno lo que, en muchos casos, acaba con una medicalización del menor. Por este motivo, Janin abogó por escuchar, con lo que ello supone, tanto al niño como a sus padres.

Así, añadió que el niño adoptado tendrá que hacer el duelo por todo lo conocido y comenzar a ligarse con esas nuevas personas que lo adoptan. Para los padres adoptantes también hay un trabajo pues deben aceptar la diferencias. «Tenemos que afinar recursos para trabajar con los niños de hoy, con la idea de que no son máquinas a las que hay que modificar piezas, sino sujetos con historia y futuro», dijo.

En el encuentro, asimismo, se ha trabajado con los problemas de estos niños cuando llegan a la adolescencia, las características de las adopciones internacionales. Temas tan variados como las determinaciones que llevan a adoptar a un niño, las angustias e interrogantes en torno a la adopción, así como cómo afecta a los recién nacidos o a los que han vivido más.