Paso adelante, con matices, en el empleo. La temporada de invierno de la Costa del Sol, aunque con claroscuros, ha conseguido mantener el ritmo al alza en cuanto a la creación de nuevos puestos de trabajo, si bien con altas cotas de disparidad entre las distintas empresas.

Según un informe facilitado por el sindicato CCOO, y basado en las cifras oficiales del INE, la provincia ha logrado sujetar en los últimos meses la tendencia positiva del pasado ejercicio. La suma más actual, que se corresponde con el trimestre de salida de 2016 -enero aún no ha sido computado-, refleja un aumento de las plantillas cercano al 4 por ciento. Se trata de un número en general más discreto que el contabilizado en otros indicadores turísticos, pero con el valor adicional de centrarse en un periodo, el que va de octubre a diciembre, generalmente parco con el sector y de pocas alegrías. La evolución, en cualquier caso, no es uniforme. Ni a nivel espacial ni temporal. En diciembre, sin ir más lejos, se produjo un revés, con una caída de 1,19 puntos que fue compensada con las contrataciones de octubre (+7,94%) y noviembre (+4,73%). El otro factor, el de la suerte dispareja, tiene, de momento, difícil arreglo.

«Se sigue generando empleo porque la ocupación ha subido. Pero no deja de tener un componente ficticio en la medida en que el crecimiento se limita a pocos hoteles, los que han permanecido activos», señala Gonzalo Fuentes, representante turístico del sindicato. Con esto último no ha habido novedades: la provincia, pese a la euforia de los récord, ha vuelto a moderar sensiblemente su oferta durante el invierno, sin que de momento se vislumbre solución a corto plazo. Los datos que maneja CCOO transmiten un panorama todavía poderosamente ensimismado, con el cierre de cuatro establecimientos más que en 2016 y alrededor de 26.000 camas fuera de juego. Las soluciones, por supuesto, no son inmediatas. Aunque el sindicalista tiene clara la receta: bonificar y dar ventajas a las empresas que se atrevan a continuar con las puertas abiertas durante los doce meses del año. «No podemos perder de vista que cuando cierra un establecimiento también cierra un trozo del destino, afectando a la imagen y a servicios complementarios como los comercios», puntualiza.

Mientras llegan las mejoras, el sector se conforma con no perder demasiado pie, lo que en términos laborales significa mantener el crecimiento relativo. Las quejas sindicales, amparadas por la propia información del ministerio, apuntan a la precariedad e inestabilidad del empleo, que es, en gran medida, lo que afeó una campaña, la del pasado ejercicio, que de otra forma podría calificarse de exitosa. De hecho, los números finales hablan de una subida del 7,43 por ciento, alrededor de 850 puestos de trabajo más que a la conclusión de 2015.

El balance deja también otros movimientos alentadores. Especialmente en lo que se refiere al comportamiento de meses que en años anteriores no terminaban de incluirse en la temporada alta. Es el caso del propio octubre, pero también de mayo y, sobre todo, de marzo, que con la ayuda añadida del inicio de la Semana Santa, consiguió saldarse con un crecimiento de las plantillas de algo más de quince puntos en relación al ejercicio precedente.