La tromba de agua que cayó la madrugada de ayer sobre la capital castigó con fuerza a La Caleta y El Limonar. Garajes y bajos inundados, coches arrastrados por el agua, arquetas por las que salía agua en vez de entrar, muros de parcelas y ramas de árboles caídas, techos de aparcamientos vencidos sobre los coches... barro, barro, barro y más barro.

El director pedagógico del colegio Madre Asunción, Manuel Luque, contemplaba resignado cómo el agua y el barro entraban en el centro, como cada vez que llueve algo más de lo normal. «La última vez entró casi un metro en las aulas bajo rasante pero esta vez sólo han sido cuatro dedos y los ordenadores se han salvado», comenta. Esta vez, la peor parte se la ha llevado el salón de actos, donde una de las bajantes no ha sido capaz de absorber el agua que caía y provocó desprendimientos en el techo. Lo que no ha faltado en Madre Asunción es la solidaridad de los padres y profesores del colegio que salieron de sus casas con fregonas y cubos y dedicaron la jornada del domingo a recoger el agua que había en las aulas.

La tromba obligó a cortar calles como la de Ramos Carrión y San Vicente de Paul debido al agua que arrastraba el arroyo de la Caleta, que en esa zona transporta el agua procedente del arroyo Toquero (que viene de Pinos del Limonar) y del arroyo de Quirosa (que viene del Mayorazgo).

Dos de las comunidades más afectadas han sido las comunidades de propietarios situadas entre el Paseo de Miramar y el Paseo del Limonar, a ambos lados del arroyo de la Caleta. El presidente de la Asociación de Vecinos Limonar Caleta, Fernando Martín Mandly, no podía ocultar ayer su indignación. «Vengo de hablar con el alcalde y me dice otra vez lo mismo, que van a solucionar el problema».

El problema, explica Martín Mandly, es la acumulación de piedras y arbustos en el tramo del arroyo de la Caleta que llega hasta el puente que hay sobre el Paseo de Sancha. «Las tuberías de ambas comunidades y de la Subdelegación del Gobierno pasan por debajo el lecho del arroyo y por eso no pueden dragarlo, pero la solución es muy fácil. Basta con desviar las conducciones hacia las márgenes del arroyo para dragar el centro del cauce y que pueda soportar un mayor caudal. El alcalde nos lo prometió en 2011 pero ya estamos en 2017 y no ha hecho nada». ¿El resultado? Más de un centenar de coches destrozados por el agua que salta por los muros que encauzan el arroyo al formarse un tapón en el puente del Paseo de Sancha cuya superficie parecía territorio de guerra, con barro, troncos y cañas. A las 22.00 horas de ayer, esta zona seguía cortada.

Indignación y rabia también entre los empresarios de los bajos de Villa Trini, con sus negocios anegados, y susto el que se llevaron los vecinos del número 17 de la calle República Argentina, al comprobar que el muro de su parcela se había caído sobre la acera. Quienes tardarán en olvidarlo son los vecinos de Bellavista, tras comprobar que el agua y el barro que bajaban por la calle Miguel Indurain venció el techado de su garaje, aplastando varios coches.