El centro de la plaza de la Merced está marcado por un alto obelisco que se inauguró el 11 de diciembre de 1842 y bajo el cual se enterró el cuerpo del general Torrijos y 47 de los compañeros que desembarcaron en la playa malagueña de El Bulto en 1831 para promover un levantamiento liberal. Sin embargo, más allá de la carga simbólica que supone la presencia de Torrijos y sus compañeros en el subsuelo de la plaza de la Merced, hay una serie de curiosidades referentes a este monumento que nos ayudan a conocer un poco más la importancia que tuvo el papel de Torrijos como símbolo de la libertad frente al absolutismo en el siglo XIX.

La construcción de este monumento se realizó en un tiempo récord durante el año 1842, lo que obligó a prescindir de algunos elementos del proyecto original, realizado por Rafael Mitjana, arquitecto municipal de la época. Entre las curiosidades de su construcción destaca la elección de su actual ubicación, que en esa época era la plaza de Riego, general liberal muy en la línea de Torrijos y por ello se eligió ese espacio. Además, para su construcción se utilizó arena de la playa donde fue fusilada esta partida revolucionaria.

Corren varias teorías sobre su diseño y ubicación. La más curiosa es la propiedad del suelo. En un momento se afirmó que es propiedad del Estado francés, aunque hasta ahora no se ha encontrado ninguna prueba documental de tal afirmación, como reconoce Esteban Alcántara, uno de los mayores investigadores sobre la figura del general Torrijos. Alcántara subraya que ha buscado cualquier rastro que pueda confirmar este punto, aunque sin localizar ninguna prueba fehaciente.

Otra teoría hace referencia a la simbología masónica del monumento, algo sobre lo que Alcántara mantiene cierto escepticismo. La presencia del obelisco y de las coronas de laurel son elementos decorativos propios del clasicismo de la época y estaría por demostrar que hubiera una intención masónica. Eso sí el simbolismo parece claro: la elección del obelisco, de origen egipcio, busca simbolizar la eternidad, mientras que las coronas de laurel es un elemento que los romanos entregaban a los héroes.

Personas inexistentes

Bajo el obelisco de la plaza de la Merced existe una pequeña cripta donde se encuentran los cuerpos de casi todos los que formaban el grupo de Torrijos. Casi porque falta uno, en concreto el irlandés Robert Boyd, amigo personal de Torrijos y organizador de la expedición liberal a Málaga y que fue enterrado en el Cementerio Inglés.

El resto de los compañeros de Torrijos, fusilados junto al general el 11 de diciembre de 1831, fueron enterrados en una fosa común en el Cementerio de San Miguel. Sólo Torrijos, cuya hermana (vecina de la calle Granada) le pudo proporcionar un entierro más cuidado, y el teniente coronel Juan López Pinto se enterraron en tumbas individuales. Todos los cuerpos fueron exhumados en 1842 para su traslado a la cripta existente bajo el obelisco. En 2005 el Ayuntamiento de Málaga abrió la cripta, muy sencilla y a la que se accede desde una losa de mármol situada a los pies del obelisco. Los cuerpos fueron colocados en cajas de acero, que los protege de la humedad que se filtra en el interior de la cripta.

Una curiosidad de esta tumba es que uno de los cuerpos enterrados lo hizo con nombre falso. Esteban Alcántara apunta a que Joaquín Cantalupi en realidad no existe. Es un nombre falso que esconde la identidad de Manuel Real, hijo del general Real, que militaba en el bando absolutista. Al parecer su hijo dio un nombre falso para no perjudicar a su padre y que no se viera comprometido por su presencia en el bando liberal. Alcántara subraya que muchos dieron nombre falso cuando los detuvieron para evitar represalias, pero en el momento de ser fusilados reconocieron sus verdaderas identidades para que se informara a sus familias, por lo que las placas del monumento contiene muchos errores. No obstante, sólo Cantalupi (o Manuel Real en la realidad) mantuvo el engaño hasta el final.

La marca del terremoto

El obelisco tiene, en su parte alta, una pieza desplazada de la alineación habitual. Esta irregularidad fue provocada por el terremoto de 1884, que afectó especialmente a la zona de la Axarquía y que en Málaga capital dejó el recuerdo de esa pieza movida del obelisco. En la restauración del monumento de 2005 el Ayuntamiento optó por mantener esa pieza desplazada, como recuerdo de esa anécdota.