­­Compagina su trabajo en la sanidad pública, en el hospital sevillano Virgen del Rocío, con la jefatura de cirugía de Quirónsalud Málaga. En ambos se enfunda cada día un gorro y unos guantes para sostener un bisturí con el que salvar vidas o, al menos, intentarlo. Pese a que su vida transcurre entre los quirófanos de un centro u otro, labor que compagina con la paternidad, este malagueño, además, no ha dejado de formarse hasta ser el único médico europeo con seis acreditaciones EBSQ de la Unión Europea de Médicos Especialistas (UEMS), unos títulos que confirman, no sólo su especialización, sino que está a la vanguardia de cada una de las carteras: Cirugía Oncológica o del Cáncer, Cirugía del Donante Multiorgánico, Trasplante de Páncreas, Trasplante de Hígado, Cirugía del Hígado, Vías Biliares y Páncreas y Cirugía Endocrina. Después de haberse formado en Carlos Haya e, incluso, el Hospital Memorial de Nueva York, este cirujano admite que la sanidad española, y la cirugía en particular, no tienen nada que envidiar a las de otros países europeos o, incluso, del mundo.

Tras décadas trabajando como cirujano, ¿cómo ha vivido la evolución de la cirugía?

La cirugía de España está a un altísimo nivel, hoy todo está globalizado y eso que pasaba antes de irte a Navarra o Houston hace 30 o 40 años gracias a Dios ya no pasa ni en España, ni en Andalucía ni en Málaga, ya no hace falta irse a ningún lado. Ha evolucionado todo con los accesos a la información, a la formación, porque antes estudiábamos por libros y las técnicas quirúrgicas las veíamos por dibujos y hoy tienes las intervenciones en vídeos, donde los cirujanos te cuentan los trucos. Te formas de manera más directa y con todo esto se ha llegado a igualar mucho, si se es capaz se puede hacer a alto nivel. La cirugía ha ido para arriba porque hemos sido capaces de subirnos a este carro y estamos al mismo alto nivel que cualquier país del mundo, como Alemania, Francia o Italia. Y además tenemos el mejor sistema de formación de especialistas que es envidiado por el resto de países del mundo, que permite parir todos los años multitud de especialistas muy bien formados.

Una de sus especialidades es la cirugía del cáncer. ¿En qué medida ha notado el aumento de casos en quirófano?

Operamos muchísimos. Hay cánceres que han cambiado en su forma de presentación y en su incidencia, en el sitio... como el gástrico, que no es el mismo que hace 20 años. Hay cánceres cuyo tratamiento ha cambiado sustancialmente con la incorporación de la quimioterapia o la radioterapia, eran pacientes que antes no podíamos operar y ahora sí. Y en general con el diagnóstico precoz y los screening se han ido descubriendo tumores en fases más tempranas, como con las mamografías que se están detectando más cánceres en etapas más tempranas y que antes eran más avanzados. Está aumentando, en ese sentido, en mama, tiroides y próstata, cada vez hay más pruebas de imagen, resonancias que descubren tumores que aún no han dado síntomas y que hacen que se detecten por casualidad o de forma accidental. Y uno de los más frecuentes en ambos sexos, el colorrectal, a lo que ha ayudado la concienciación de los sistemas sanitarios que están diagnosticando en etapas más tempranas por pruebas de screening, en Quirón lo hacemos.

¿Cuál es, entonces, el motivo del incremento de casos?

En general los responsables de que cada vez haya más cáncer son la detección precoz por los programas de screening y por el desarrollo espectacular en los últimos 20 años de la oncología médica con la quimioterapia o la radioterapia. Hace 20 años había pacientes a los que no se había pensado tratar y hoy en día están viviendo gracias a todo esto. Por eso la cirugía oncológica no es sólo operar el cáncer, es operar aprovechando la combinación de la quimio y la radio, eso se llama multidisciplinariedad, que es la base del tratamiento del cáncer. Tu obligación es coger el caso y el Comité de Tumores, en el que están distintas especialidades, discuten los casos uno a uno y toman una decisión consensuada. Los comités han supuesto una lucha importante contra el cáncer por sus puestas en común.

La cirugía es una de las alternativas del tratamiento, aunque no la única. ¿Son conscientes los cirujanos de que los pacientes confían en un «todo o nada»?

Hoy en día es clave llevar un mapa de carreteras de lo que se va a hacer, es cada vez más rara la improvisación y se dejan los menos cabos posibles sueltos antes de la cirugía. Es verdad que a veces hay que cambiar lo decidido en el comité de expertos, en los que se aportan las pruebas para la decisión, pero hay que llevar la mente muy clara. Hay que ser consciente de que los pacientes se la están jugando cuando entran en el quirófano, que es un evento trascendental en la vida de una persona y además en un ambiente desfavorable al que no está acostumbrado, como un quirófano. El paciente está en una situación de debilidad y eso hay que compensarlo con la persona desde el punto de vista emocional, con apoyo de la familia y del equipo médico que le trata. Tengo claro que cuando voy a operar a un paciente de cáncer su pronóstico de supervivencia depende de lo que voy a hacer, imagínate el nivel de responsabilidad. Quien no lo toma así es que éticamente no está haciendo lo correcto. Somos muy conscientes porque la cirugía del cáncer es muy dura, son enfermos muy dependientes con los que tenemos una relación muy directa. Yo he ido a entierros de pacientes míos, te crea vínculos de relaciones que hace que esta cirugía sea distinta.

¿Cómo se afronta dar un mal diagnóstico? Eso de abrir y no esperar lo que uno se encuentra en la mesa de quirófano.

Cada vez es más difícil ver diagnósticos malos en la cirugía porque un 80% de los pacientes que te consultan sabes lo que va haber, la información hoy suele ser fidedigna. Nos llegan muchos enfermos diagnosticados y un 20% de casos complejos en que las decisiones pueden variar y el planteamiento ser otro. Y, con toda la honestidad, igual que no se puede engañar al paciente, no se le puede escupir el diagnóstico en la cara el mismo día, cuando no se tiene algo claro hay que informar y decir la verdad si es algo que se tiene que consensuar en el comité. Y la gente lo entiende porque equivocarte en el diagnóstico, si te equivocas, el disgusto es enorme. De todos modos, una cosa es un mal enfoque diagnóstico y otra hacer una mala práctica porque de ahí si puede irle mal al paciente. Puede pasarle a cualquiera, se intentan tomar decisiones con la mayor base científica de las mejores actuaciones dirigidas por la práctica clínica, pero en el fondo creo que si un día estudias y te dedicas en esto en cuerpo y alma puedes estar al más alto nivel y lo que define el valor de los profesionales es el humanismo, dar la cara por algún problema es lo que marca.

Siempre se ha dicho que los cirujanos tienen un concepto de divinidad, de poder de decisión sobre la vida de una persona dependiendo de cómo se actúe con el bisturí.

Sí, pero no puede llevar a la megalomanía. Es verdad que todos los que hacemos medicina somos médicos pero en ninguna especialidad como las quirúrgicas existe una relación causa efecto tan inmediata como en la cirugía, no tienes la misma capacidad de decisión como una persona que está en consulta y prescribe una medicación, las consecuencias no son las mismas que las del quirófano, en la que se depende de lo que se haga y cómo se haga. Es una relación directa de lo que haces con tu mano, aunque dirigida por la cabeza, en la que lo importante es hacer lo que hay que hacer, se genera un vínculo profesional de débito en los pacientes, no se da en otro campo de la medicina. Esto pasa porque la gente es agradecida, pero el que lo lleva a la megalomanía desvaría.

Hoy se habla mucho de investigación en medicina. ¿Por dónde van los derroteros en cirugía?

En nuestro país por la investigación clínica, la que puedes hacer con los elementos de tu experiencia. Por ejemplo, si quiero avanzar en cómo estoy haciendo las cosas, voy a analizar mis últimos 2.000 pacientes para ver qué resultados tengo y aprender de eso. La investigación traslacional o experimental en el laboratorio probando en ratas tiene problemas de falta de financiación. Con la falta de recursos la clínica es más accesible a los profesionales, al que está en el día a día, en tiempos en que los recursos escasean hay que sacar más para la clínica, aunque para el cáncer es clave la investigación traslacional. En general la medicina tiene que intentar avanzar y tirar más de la investigación clínica, lo hecho hasta ahora.