­Son estructuras durmientes. La mayoría, de apariencia siniestra y melancólica. Una colección insensata e inútil de jardines profanados, pasillos con espectros, espaciosas piscinas sin uso, teléfonos silenciosos. En sus comedores, como en Marienbad, es posible que todavía se escuche el eco de su vida lujosa, en este caso, cercana, de hace apenas diez años, cuando empezaron a caer, derrotados por la chifladura del ladrillo y el inicio de la crisis.

Hoteles como el Incosol, el Byblos, el Guadalpín. Referencias que resuenan en todo el mundo. Y que actualmente suponen una contradicción, acaso la más vistosa, respecto a la marcha del turismo y de la Costa del Sol. Mientras se acumulan los éxitos y la demanda se multiplica, grandes establecimientos siguen siendo presas del deterioro. Son los cadáveres dejados por la especulación y la contracción económica. Según CCOO, un total de doce (4.500 camas y 2.000 empleos) Muchos clausurados sin que siquiera disminuyera su rentabilidad, heridos por la ambición y la falta de escrúpulos empresariales de su acelerada sucesión de propietarios.

De acuerdo con Lola Villalba, del sindicato, la lista se ha aligerado en los últimos dos años. Un total de tres hoteles- el Novotel, en Málaga, Las Palomas en la Carihuela y el Fénix, en Torremolinos- han conseguido salir a flote, inaugurando un camino nada fácil. Especialmente después de haber tocado suelo y declararse en concursos de acreedores. La reapertura constituye, sin duda, una buena noticia. Pero aún quedan ruidosas cuentas pendientes. Y más si se confrontan con el espectacular momento que atraviesa el sector, que hace que cualquier tipo de inversión, al menos, en teoría, se presuma venturosa.

La relación de hoteles cerrados afecta con especial recurrencia al grupo Summa, que mantiene seis establecimientos sin actividad entre Torremolinos y Benalmádena. Un inventario al que se suma Los Álamos, que actualmente pertenece a la Seguridad Social, después de su naufragio definitivo durante la etapa de gestión de la empresa. El resto, por dimensiones e historia, es el que arrastra la mayor parte de la carga simbólica. Sobre todo, por su pasado, en el que se mezcla un largo inventario de príncipes, de actores como Deborah Kerr, de pintores. Uno de los ejemplos más llamativos es el Incosol de Marbella, fundado en 1973 por intervención directa del marqués de Villaverde. Según el informe de Villalba, no hay todavía propuesta de solución a la vista para el complejo. Una situación de incertidumbre que comparte con el Guadalpín, otra de las grandes referencias venidas a pique con la crisis, propiedad del malogrado grupo Aifos, también responsable de la caída del Byblos, en Mijas, con dirigentes procesados, incluso, en la Operación Malaya.

De todos estos antiguos grandes valedores de la Costa del Sol, únicamente dos han movido ficha hacia un futuro que, en cualquier caso, se plantea remoto. Se trata del mencionado Byblos, que ha sido adquirido por un fondo de inversiones, y del Don Miguel, en Marbella, propiedad ya de un grupo financiero de capital árabe. Los movimientos son pausados. Y si bien el Don Miguel ya cuenta con maqueta, no existen fechas de remodelación. Y, por supuesto, tampoco de apertura.

Gonzalo Fuentes, responsable turístico de CCOO, pone a este último hotel como ejemplo de las perversiones urbanísticas enraizadas en la crisis. Un hotel de lujo, con una de las parcelas y las situaciones geográficas más aprovechables de la costa, y cuyo cierre se decretó con una única motivación: convertir el edificio en apartamentos para poder extraer mayor rendimiento económico.

Tanto Fuentes como Villalba coinciden en que ha llegado el momento de hacer un esfuerzo y buscar una solución para cada uno de estos establecimientos. En este sentido, animan a los ayuntamientos a unirse a la reivindicación. Y aclaran que resucitar a cada uno de estos hoteles no sería precisamente temerario: «Son negocios ligados muchos de ellos a áreas rentables como la salud o el golf. Si abrieran ahora al siguiente día estarían dando resultado», puntualizan.

Byblos.Mijas

Rodeado de campos de golf, el legendario Byblos ligó su suerte a la del grupo Aifos. Ha sido comprado por un fondo de inversiones.

Guadalpín. Marbella

También gestionado por Aifos, el establecimiento estaba ligado al turismo de salud. Su futuro sigue siendo una incógnita.

Incosol. Marbella

Pionero en la combinación de lujo y salud, y con una nómina de clientes histórica, el Incosol se mantiene cerrado. Perteneció al grupo Coca.

Don Miguel. Marbella

Adquirido por un grupo de capital árabe. Existe un proyecto de reforma integral no iniciado. Fue punta de lanza de la lucha sindical contra el GIL.

AGH. Estepona

Al igual que los anteriores debe su cierre a la errática gestión de sus antiguos dueños. No se tiene constancia de proyecto alguno.

Los Álamos. Torremolinos

El establecimiento pertenece actualmente al Estado, después de haber caído en desgracia bajo la administración del grupo Summa.

Califa I. Torremolinos

Uno de los seis hoteles de la Costa del Sol pertenecientes a la compañía Summa que aguarda una alternativa o solución.

Califa II. Torremolinos

Al igual que el anterior, el establecimiento se fue a pique dejando tras de sí una compleja lucha judicial y conflictos con los trabajadores.

Marina Sur. Torremolinos

La situación se reproduce con idéntica simetría en el caso del Marina Sur, emplazado en La Carihuela, a pocos metros de Puerto Marina.

El Greco. Benalmádena

Incluido en el complejo turístico Los Pintores, El Greco, con 96 habitaciones es otra de las referencias inactivas asociadas a Summa.

Goya. Benalmádena

Otro de los negocios afectados por los problemas de gestión del grupo Summa, que han acabado en intervención judicial.

Velázquez. Benalmádena

Vecino de los dos hoteles anteriores, y partícipe del mismo proyecto, el Velázquez mantiene cerradas sus casi doscientas habitaciones.