­Un hospital quirúrgico para pobres, una maternidad, un manicomio y un centro donde formar a los sanitarios de toda la provincia. El hospital Civil lleva más de quinientos años cuidando a los ciudadanos, un centro sanitario cuya disposición arquitectónica ya demuestra que no es un hospital al uso, que por sus instalaciones han pasado millones de personas que fueron cuidadas de manera desinteresada porque, en Málaga, la sanidad siempre ha sido universal y de calidad.

Está considerado el segundo hospital público de España tras el de la Princesa de Madrid y sus pabellones y grandes ventanales están inspirados en el hospital de Lavoisier de París, el primero del mundo en dividir en pabellones las áreas de hospitalización y cirugía. Entre 1869 y 1988 fue propiedad de la Diputación, que lo cedió a la Junta de Andalucía.

Aunque sus orígenes se remontan al año 1489, cuando el Obispo de Málaga Pedro Díaz de Toledo recibió la orden de crear un Hospital Real de Caridad tras la conquista de la ciudad por los Reyes Católicos y se cede a la hermandad de la Santa Caridad que ya se ocupaba de enfermos desamparados. Desde entonces y hasta 1986, cuando se aprobó la Ley General de Sanidad, las instalaciones del Civil estuvieron consideradas como centro de beneficencia, lo que lo hace un centro sanitario único y lleno de historia, la del primer hospital de Málaga y referencia de muchos otros.

Pero su ubicación en sus actuales instalaciones no llegó hasta 1862, aunque desde 1514 había estado emplazado en un lugar céntrico. Sus primeros pabellones se inauguraron en 1872, aunque al completo no abrió hasta final de siglo por lo convulso de la época. El médico Ildefonso Fernández Baca, que durante treinta años ha trabajado allí, ha recopilado su historia, que presentó ayer en una conferencia organizada por el Colegio de Médicos, recuerda cómo en los libros de historia ya el gobernador civil de finales del XIX, ante la reina Isabel II que acudió al acto de la primera piedra, dijo que se llamaría «El hospital de la Reina», por haber acudido «a un barrio de pobres para la edificación de un hospital de pobres». Y es que, tal y como relata el doctor Fernández Baca, el edificio daba respuesta a las necesidades de la época, cuando el 80% de la población era pobre y no podía pagarse un médico privado como sí hacía la nobleza.

«La admisión de enfermos se hacía en la Comisaría de entrada, para lo cual había que demostrar la condición de pobre y natural de la provincia o residente en Málaga. También se admitían, desde el principio enfermos pensionados, heridos, algunos de ellos presos, por lo que el ingreso de éstos se hacía por orden gubernativa o judicial», cuenta el oftalmólogo, que relata cómo, desde el principio, disponía de una sala de enfermos, otra de cirugía y una de mujeres. No fue hasta 1885 cuando acogió a enfermos mentales, convirtiéndose en un manicomio, según relata el médico, origen de la actual Unidad de Salud Mental.

Aunque la gestión del hospital estaba a cargo de un administrador responsable, la dirección correspondía siempre a médicos facultativos, asesorados o ayudados por subdirectores y por las Juntas Facultativas, que coordinaban el funcionamiento del hospital. «También enfermeros y auxiliares formaban parte del personal, que al ritmo de la evolución de la medicina, se fue ampliando y cambiando».

A la asistencia a leprosos, dementes y a la cirugía, se unió la labor de docencia alrededor de 1915. Por tanto, este centro, que hacia 1970 fue Facultad de Medicina, lleva formando desde hace más de un siglo a médicos y enfermeros, sin olvidar sus vinculaciones a la Escuela de Enfermería. De hecho, los primeros datos aluden a principios del siglo XX, cuando las hermandas de la Caridad crearon una escuela de enseñanza que propició la creación del área de matronas.

Estas religiosas, además, atendieron desde 1857 hasta 1986 las necesidades higiénicas y alimentarias de los pacientes. «La asistencia religiosa a los enfermos fue durante muchos años una función desarrollada directamente en el hospital, donde existió una capilla y un capellán que atendía las necesidades religiosas de los enfermos», cuenta Ildefonso Fernández Baca, que explica que alrededor de 1975 se establecieron conciertos con la Seguridad Social y a posteriori con el SAS. El médico reconoce que el Hospital Civil, que fue el primer hospital de Málaga hasta mediados del siglo XX, es el germen de la sanidad en la provincia, «que no hubiera sido posible sin el apoyo de la burguesía ilustrada con las donaciones de los Loring, Oyarzábal, Heredia o Larios».

El Hospital Civil fue el garante del Estado del Bienestar durante siglos. El doctor Pedro Navarro, organizador de la conferencia de este jueves, admite que se convirtió en un eslabón de la sanidad y lugar de referencia y éxitos para los ciudadanos de las poblaciones rurales. Y sin olvidar, según confiesa el vicepresidente del Colegio de Médicos de Málaga, que fue un centro por el que pasaron grandes sanitarios, como José Oliva, José Gálvez Ginachero, Manuel Bustamante, Diego Narbona, Eduardo Franquelo, Pedro Ortiz, Alfonso Queipo, Pascual López, Miguel Prados José Gálvez Moll o Manuel Domínguez, entre otros muchos fundamentales para el desarrollo de la sanidad en Málaga.