«Aquí hay que apañar algo porque nos van a matar. Si vamos para la tienda, vamos con el susto porque la poca vida que tenemos la vamos a dejar en la carretera», resume María Serralvo, de 72 años. Su hermana Ana, de casi 80, cuenta que «para ir al supermercado tengo que estar mirando a un lado y a otro porque los coches pasan volando».

Las dos hermanas, vecinas de la parte alta de la Mosca, se juegan la vida, como cientos de vecinos que cruzan a pie el enlace con la autovía, a la altura de Hacienda Paredes, para ir al supermercado que tienen a pocos metros, pero también para llegar a la parada del autobús.

Como recuerda la concejala socialista Estefanía Martín Palop, que el pasado lunes visitó esta zona de la Mosca, «hace unos seis meses el pleno aprobó estudiar este problema y el equipo de gobierno sigue sin acometer ninguna iniciativa». Para la concejala, no es excusa que el tramo sea competencia del Ministerio de Fomento, «porque la rotonda que existe hay que recordar que la hizo el Ayuntamiento sin ningún problema».

Para el nuevo presidente vecinal, Antonio Pino, «el barrio está bastante abandonado, sobre todo la parte alta de La Mosca, porque es imposible pasar por aquí».

Las alturas y la autoconstrucción han dejado calles estrechas con escaleras muy empinadas que han hecho que, con el paso de los años, los vecinos más mayores se pasen muchos días sin salir por encontrarse en sitios muy poco accesibles.

«Es evidente que la accesibilidad absoluta no va a existir en una barriada como esta pero sí por lo menos facilitarles el acceso», señala Estefanía Martín Palop, que se une a la petición de los vecinos de construir una calle que partiría de una parcela privada que hoy se utiliza como aparcamiento improvisado, para comunicar los callejones sin salida de la parte más alta.

Hasta allí se accede por calles como Salvador Rondán, con 79 escalones. Al final de esta calle vive Ana Martos, que por su enfermedad ha tenido que llamar en varias ocasiones a urgencias y cuenta: «Un día me tuvieron que sacar por el campo y me decían: Ana, por Dios, ¿cuándo le van a hacer una veredita para que podamos sacar la camilla?».

Todavía en un punto más alto, en una calle cruzada por una grieta profunda y sin barandillas, vive Antonia Muñoz, una anciana que no puede contener las lágrimas cuando explica su caso: «No puedo salir de casa». De nuevo, escaleras impracticables para alguien de su edad.

Los vecinos consultados coinciden en que el alcalde, Francisco de la Torre, nunca ha visitado la parte alta de La Mosca. «Aquí arriba nunca, esto no existe», recalca el presidente de la asociación de vecinos, mientras Francisco Vertedor, otro vecino, recuerda que tampoco llegan los servicios de limpieza. «Aquí no viene ningún barrendero, aquí limpian los vecinos».

El concejal de Málaga Este, Julio Andrade, se comprometió ayer a estudiar con Urbanismo «técnicamente qué se puede hacer» para salvar el obstáculo de la autovía así como a visitar la parte alta de La Mosca, «para escuchar las peticiones de los vecinos».