Diez de cada cien plazas para alumnos nuevos de grado quedan vacías, proporción que llega a doblarse en los estudios de Ingeniería y Arquitectura, según se deduce de los datos de tasa de ocupación universitaria del curso 2016-2017 publicados por el Ministerio de Educación. Sin embargo, esta situación no se produce en la Universidad de Málaga, que logra cubrir su oferta y adaptarla a la demanda real de alumnos que se decantan por estudiar algunos de los grados que ofrecen en su catálogo. Y viene ocurriendo, además, desde hace bastantes cursos, como destacan los directores de las escuelas técnicas superiores de ingeniería malagueñas.

El Ministerio mide en su informe la relación porcentual entre la matrícula de nuevo ingreso por preinscripción y el número de plazas ofertadas por las universidades públicas presenciales. Y las vacantes en Ingenierías alcanzan a dos plazas de cada diez ofertadas. Pero la de Málaga ha logrado ajustar su oferta a la demanda y cubre sus plazas con nuevos alumnos en los periodos de preinscripción y matriculación de junio y de septiembre. «El único grado en que nos quedan algunas plazas libres es el de Ingeniería de Computadores, pero el resto de títulos están cubiertos, incluso algunos tiene estudiantes por encima de números clausus», explica Ernesto Pimentel, el director de la ETS de Ingeniería Informática.

En cualquier caso, Pimentel reconoce que «es cierto que tenemos una demanda al menos menor de la esperable». El director de Informática se pregunta si existe una crisis de vocaciones, o en la Secundaria no se orienta a los alumnos hacia las Ingenierías. «No creo que sea por falta de empleabilidad, porque en Informática es muy alta, quizás la causa pueda estar en la relación entre expectativas de buenos salarios respecto a la dificultad que se ve en las carreras de ingeniería, que tienen una fama, probablemente bien ganada, de ser carreras difíciles, con materias fuertes en matemáticas, física que habitualmente no son del agrado o son de las que más dificultades presentan los estudiantes e imagino que ese temor se propaga».

Pimentel también se lamenta de que sean carreras fundamentalmente masculinas. «La demanda en las Ingenierías podría verse duplicada si las chicas acudiesen más. Así perdemos la mitad del talento», señala. Además, considera que el reconocimiento social de la titulación ha podido disminuir con el paso del tiempo.

En la ETS de Ingeniería de Telecomunicaciones tampoco sobran plazas. Su director, Fabián Arrebola, asegura que «se llenan las plazas», aunque para ello en algunas titulaciones haya que esperar a septiembre. En la actualidad se ofertan un total de 350 puestos que se terminan cubriendo. «Aquí no sobran plazas, otra cosa es que el alumno que entraba en los 90 tenía que hacerlo con una nota de corte muy elevada y ahora no lo es. La nota de corte está en Medicina. Vamos en tendencia lenta pero positiva», agrega Arrebola.

El informe del Ministerio de Educación indica que las vacantes llegan al 14% en Artes y Humanidades; a casi el 9% en Ciencias Sociales y Jurídicas; y al 1,79% en Ciencias, mientras que se cubren todas las plazas disponibles en Ciencias de la Salud, incluso algunas más. Sin embargo, por ramas, la ocupación media es del 80,29% en Ingeniería y Arquitectura (la más baja entre todos los estudios).

En Arquitectura, la UMA también se sale de estos parámetros. Carlos Rosa, el director de la ETS de Arquitectura malagueña, recuerda que la nota de corte para acceder a estos estudios es muy elevada (un 7,28 el pasado año), lo que revela el nivel de demanda de la carrera en Málaga. «Y siempre hay gente en la lista de espera», añade. «Los datos están claros. Hay una demanda importante», asegura Rosa, que precisa que la escuela malagueña ocupa el noveno lugar entre las 55 escuelas públicas y privadas de Arquitectura en España. «La mitad de los aspirantes que solicitan su preinscripción se queda fuera y no pueden acceder por falta de plazas», concluye el director.