Nuestra estancia en el Ártico se acerca a su fin, pero no es un adiós, es un hasta pronto. En agosto volveremos. La última semana ha sido una vorágine de trabajo en el laboratorio, ya que teníamos que intentar recuperar los retrasos acumulados por culpa del mal tiempo. Ya llegamos a Ny-Ålesund con un día de retraso porque el agua-nieve impidió que despegara el avión que nos debía traer, y tuvimos que hacer noche en Longyearbyen. En total tardamos más de 50 horas en llegar. El Ártico nos recibió como era de esperar en invierno, con mucho frío y fuertes vientos, que fueron a peor durante los siguientes días, impidiendo que el equipo de buceadores pudiera realizar su trabajo con seguridad. Comentaba hace unos días que los reguladores de las botellas de buceo se congelaban, pero tal vez no expliqué este hecho con suficiente claridad; aunque la temperatura del mar está en esta época entre los 0 y los 2 grados bajo cero, el problema surge en el contacto con la atmósfera. Al volver a la superficie, los dispensadores de aire, debido a las bajas temperaturas, sufrían la rápida congelación de algunos de sus mecanismos (muelles, membranas, juntas de goma), y ya no se podía hacer nada. El aire se escapaba de las botellas impidiendo poder seguir buceando. Cuando la temperatura real se acercó a los 30 bajo cero, y la sensación térmica se aproximó a casi 50 bajo cero, era muy difícil trabajar en el mar. Aún así, los siguientes días los buceadores pudieron traernos las algas que les requeríamos, apretando nuestra agenda y alargando las horas de permanencia en el laboratorio. Hemos descubierto, por ejemplo, que algunas de las especies de algas con las que trabajamos en este proyecto, aumentan su peso en esta época hasta un 15% diario, esto es, ¡doblan su biomasa en menos de una semana! Y, el larguísimo período de oscuridad invernal parece que no reduce su capacidad de hacer la fotosíntesis; en el momento en que vuelve la luz, parecería que tienen todos los mecanismos celulares preparados para aprovecharla. Tienen un "reloj interno" que las reactiva antes de la vuelta de la luz. Además, un aumento de la temperatura hasta los 8° C no parece limitar, al menos en esta época, su crecimiento. Otra historia es el verano (luz continua durante meses) o el invierno (ausencia de la misma igualmente durante varios meses), momentos en los que el incremento de la temperatura sí tiene un efecto crucial sobre las algas.

Algunos lectores podrán preguntarse por qué vamos a estudiar las algas del Ártico, si no podemos hacer estos estudios en nuestras costas. Por un lado sí, podríamos restringir nuestro trabajo a algunas especies del litoral malagueño; pero por otro, la investigación, en cualquier campo de estudio, no se restringe a temas locales. Si así fuera, en Egipto sólo trabajarían arqueólogos egipcios, o en Kenia sólo investigarían zoólogos keniatas. La investigación traspasa fronteras, y la colaboración con grupos de otros países nos enriquece a todos. Como muestra, ya hemos organizado la estancia de dos investigadoras alemanas en las instalaciones UMA-CEIMAR-Ecología para los próximos meses. Por otra parte, nuestro grupo es responsable de uno de los cinco subproyectos de un proyecto liderado por el Instituto Alfred Wegener de Alemania (los restantes cuatro son todos liderados por investigadores alemanes). Nos avala una experiencia de 15 años en el Ártico, y dominamos unas técnicas que otros grupos no aplican.

¿Qué importancia tienen estos trabajos en el Ártico? Aunque hay quien se empeña en negarlo (principalmente por motivos políticos y económicos), el cambio climático es un hecho. El Ártico es el lugar del planeta en el que más se dejan sentir los efectos del cambio climático. Y entre los efectos de este cambio el incremento de la temperatura del planeta, tanto del atmósfera como de los océanos, está ampliamente demostrado. Todos hemos oído hablar de algunas de las consecuencias del incremento de la temperatura de la Tierra, como es el deshielo (el Ártico se está derritiendo rápidamente), aumento del nivel del mar, aumento de la frecuencia de los períodos de sequía y de lluvias torrenciales muy concentradas, etc. Nosotros, los humanos, podemos intentar paliar algunos de estos efectos para seguir teniendo una buena calidad de vida (por ejemplo, instalamos equipos de aire acondicionado en los hogares y en los puestos de trabajo, compramos coches con climatización, ponemos barreras para que el mar no nos inunde, etc.). Pero, por ejemplo las plantas, y entre ellas las algas, no pueden escapar, no pueden esconderse, y tienen que hacer frente a situaciones de estrés que en muchos casos sobrepasan su capacidad de respuesta. Por tanto, muchas especies, bien desaparecerán, bien colonizarán otras zonas, entrando en competencia con las allí existentes. Y estos efectos ponen en marcha una cascada de reacciones que afectarán al resto de organismos de los ecosistemas. En una reunión que mantuvimos el pasado mes de Octubre en Tromsø (Noruega) en el marco del Foro Científico de Svalbard (SSF), el Comité Director Científico de Ny-Ålesund (NySMAC) discutió sobre la "Adaptación a los cambios ambientales en el Ártico". Se pusieron sobre la mesa preocupaciones sobre los cambios que ya están ocurriendo en el medio natural de Svalbard, tales como que algunas especies de aves desconocidas hasta ahora en la zona han llegado desde el continente y se han establecido, con una alta tasa de reproducción; o que el bacalao ártico ha desaparecido de la zona y ha sido substituido por peces atlánticos y por arenques; algunas aves han cambiado su dieta; han aparecido aves infestadas por garrapatas, algo que en el Ártico era desconocido; se detectan tanto en animales como en el agua niveles de algunos contaminantes no encontrados hasta ahora en la región; ha habido ya episodios de florecimiento de medusas, etc. Desgraciadamente todos estos problemas no los podemos atajar, y lo que podemos hacer es intentar predecir hacia donde va a evolucionar un sistema natural tan sensible como es el Ártico.

Nos llevamos con nosotros, aparte de las vivencias, una ingente cantidad de datos en nuestras libretas y nuestros ordenadores, aparte de varios cientos de muestras que analizaremos en los Servicios Centrales de Investigación de la UMA a lo largo de los próximos meses. Ya no hay noche, ya no hay oscuridad en el Ártico. El Sol brilla (si las nubes lo permiten) durante unas 20 horas al día, y el resto del tiempo hay luz, como en un largo atardecer. Dentro de unos días el Sol no desaparecerá bajo la línea del horizonte, seguirá subiendo, recorriendo un círculo en el cielo durante las 24 horas del día. Sabemos que es "de día" porque el Sol está en el Este, el Sur o el Oeste; pero cuando miramos al norte, al océano, y vemos el Sol allí arriba, sabemos que es "de noche" y toca ir a dormir. El "reloj interno", el biorritmo, se descontrola y se pierde la noción del tiempo. Pero es precio que pagamos con sumo gusto.

Para terminar esta serie de seis entregas, quiero agradecer al periódico La Opinión, a Ignacio Castillo y a Miguel Ferrary su interés y disposición por hacer llegar al público nuestras vivencias, y dar a conocer nuestro trabajo. Yo nunca había intentado comunicar a través de la prensa aspectos relativos a nuestra actividad científica, ya que publicamos nuestros resultados en revistas del ramo. Espero que esta breve inmersión en la comunicación y divulgación haya sido del agrado de los lectores. Y quiero, si se me permite, rendir homenaje, con estos breves relatos, a la persona que desde siempre me transmitió la importancia del lenguaje escrito y la comunicación, alguien que puede presumir de ejercer el periodismo desde hace casi 70 años, y colaborador de este diario, Guillermo Jiménez Smerdou. Gracias papá.

Otras entregas:

Primera entrega: "Al menos un miembro de cada grupo debe pasar un curso de tiro para autodefensa"

Segunda entrega: "Estamos en transición de la noche polar a la presencia permanente del Sol"

Tercera entrega: "La sensación térmica ha caído hasta los -46.5 grados. La ropa ya no aisla tanto"

Cuarta entrega: "¿Cómo se usa un pequeño ordenador portátil con guantes gruesos puestos?"

Quinta entrega: "Está todo helado y se puede entrar en el interior de un glaciar por una abertura"