Aunque no es médico y trabaja en un barco turístico del puerto de Málaga, Iván Perchante, de 30 años, utiliza los 15 idiomas que estudia para salvar vidas.

Como ya explicó a La Opinión en octubre del año pasadoLa Opinión, el manejo de tantos idiomas le sirve para explicarle a los turistas que suben al barco algo que lleva en el corazón: África. Porque este argentino de 30 años, afincado en Málaga desde hace tres lustros, recolecta dinero para proyectos solidarios en Camerún y sus sueños no dejan de crecer.

Si ya logró, tras reunir mil dólares, que un hospital en Obout a cien kilómetros de la capital de Camerún, Yaundé, contara con un generador eléctrico y se acabaran los cortes de luz en mitad de las operaciones, la caja social que ha puesto en marcha allí ya ha conseguido atender a 101 personas sin recursos. «Si ganas 50, 60 euros al mes, que es el sueldo medio y una transfusión de sangre vale 27 euros, eso significa que estás obligado a ser pobre», explica.

La vida número 100, por cierto, es una niña de dos años. Muchas de esas transfusiones, cuenta, ayudan a combatir la malaria, que es endémica en el país. «Si estás bien alimentado lo sobrellevas pero la mala alimentación baja tus defensas y te puede matar», subraya.

Pero las miras de Iván están puestas en el mes de junio, cuando consiga reunir a una familia camerunesa. La casualidad le puso en contacto con David, un camerunés de 34 años, que dejó su pueblo, al norte de país, para buscar trabajo en la capital. Se mudó con toda su familia, su mujer y cuatro hijos, pero al caer enfermo y no tener ingresos suficientes para alquilar, «su familia tuvo que volver al pueblo, que ya fue arrasado por los terroristas de Boko Haram, así que han vuelto a la zona de guerra, de hecho están a cuatro kilómetros de la zona de Boko Haram», detalla.

En junio, explica, tanto el padre de familia como un antiguo refugiado ruandés marcharán al pueblo para trasladar a la familia a la capital. Allí, gracias a 700 euros recaudados, este entregado argentino costeará la escolarización de los niños, más tres meses de alquiler y la manutención en el mismo periodo, «hasta que el padre se recupere».

Boko Haram

Pero Iván Perchante también quiere salvar las vidas del mayor número de niños que, en esa zona de Camerún, han quedado huérfanos, ya que sus padres fueron asesinados por la banda terrorista. Así que, en total, en esta primera operación se traerá a la capital a diez niños, incluidos los de David. Un orfanato, con el que Iván ya se ha puesto en contacto, cuidará de parte de ellos.

El joven tiene planeada también la manutención de los pequeños, pues financiará un proyecto de agricultura, por 250 euros, para que puedan comer con lo que produzca un terreno. «Así estarán hasta que los niños sean grandes, autosuficientes», asegura.

Su idea es ir salvando al mayor número de huérfanos posible y no parece que sea ninguna exageración de quien sólo en dos años, cuando aterrizó por primera vez en Camerún, ha cruzado tantas metas.

Quizás por eso, el joven argentino no descansa y ya tiene en marcha el próximo objetivo: abrir un hospital, que además llevará el nombre de su gran amigo Alejo Ocar, también argentino, que ha sido un gran apoyo en su vida.

El hospital, señala, irá al lado de un orfanato, regentado por una congregación religiosa de origen argentino, en un punto muy alejado de la capital. «Lo único que le he pedido a la congregación es un terreno y estamos a la espera del Obispado. Una vez esté el terreno, es comenzar a levantarlo. Se puede empezar con un dispensario, una sala de espera, luego una consulta y una pequeña sala de operaciones y a partir de ahí, ir poco a poco ampliándolo».

Iván ha traducido ya a siete idiomas su novela Doble corazón, con la que también sufraga esta aventura solidaria. ¿Por qué lo hace? y responde: «No es algo heroico, sólo quiero ser justo».