Conocer el mundo es, a menudo, una asignatura pendiente. Para septiembre o para comienzos de año. Viajar a miles de kilómetros y salir de la zona de confort es algo con lo que sueñan miles de adolescentes malagueños cada día. O noche. Algunos se imaginan viviendo «el sueño americano» y otros, protagonizando alguna de esas taquilleras películas que narran historias imposibles con final feliz.

Sin embargo, el timbre suena, la realidad regresa y vuelven a encontrarse en clase, leyendo el texto de un problema que no entienden o atendiendo a las explicaciones del profesor sobre civilizaciones antiguas o contiendas no tan inconclusas.

El magnate textil Amancio Ortega se propuso hace ya cinco años cumplir el sueño de muchos jóvenes españoles de estudiar un año en Estados Unidos o Canadá. El gallego, a través de la fundación que lleva su nombre, permitirá viajar a América a cerca de 500 estudiantes de toda la Península Ibérica durante el próximo curso 2017/2018.

Gastos de escolarización, alojamiento en una familia local de acogida, viajes, manutención, seguro médico, tasa de convalidación de estudios, formación previa al inicio del curso y seguimiento correrán a cargo del dueño de Inditex con una única condición: un solo billete de vuelta. Los jóvenes no podrán volver a España hasta pasado el curso escolar o, lo que es lo mismo, hasta que la aventura americana haya llegado a su fin, diez meses después del inicio del viaje.

Lo que comenzó siendo una oportunidad que llegaba a tan solo un centenar de estudiantes se ha convertido en una aventura de la que se oye hablar en clase de inglés, se lee en los periódicos o de esas que pasan de padres a madres a través del grupo de Whatsapp. Más de 9.300 estudiantes participaron en esta última convocatoria, de los cuales, 1.614 fueron andaluces.

Exámenes, pruebas orales y escritas, cuestionarios y un sinfín de preguntas realizadas entre Málaga y Sevilla dejaron finalmente a 73 seleccionados, 21 de ellos malagueños, que podrán realizar el primer curso de Bachillerato en un instituto de América.

De esta forma, Andalucía se convierte en la segunda comunidad española con mayor número de estudiantes becados, solo por detrás de Galicia que cuenta con un total de 80 estudiantes.

Asimismo, entre las exigencias para poder formar parte de esta beca de estudios en el extranjero se encuentra poseer una nota media igual o superior al 7 o disponer de una calificación final de 8 en inglés en el tercer curso de la ESO. Además de las pruebas escritas y orales, entre las que se encuentra una entrevista por videoconferencia. El pasado 27 de enero vieron la luz los nombres de los 500 afortunados que disfrutarán de la aventura americana. Los jóvenes conocieron entonces su lugar de destino y sus familias de acogida se pusieron en contacto con ellos. Ahora, entre el intercambio de mails y la búsqueda de información sobre el que se será su nuevo hogar durante el próximo año, los jóvenes malagueños se preparan para culminar el cuarto y último curso de la ESO y comenzar a centrarse en esa asignatura pendiente que todos dejan para las vacaciones: viajar.

Nervios previos al viaje

Ver series en inglés y sin subtítulos, leer libros en el idioma anglosajón o comunicarse con sus familias de acogida son solo algunas de las prácticas que jóvenes como Andrea Chazarreta o María López han iniciado desde que conocieron el que sería su nuevo instituto.

Aunque la mayoría de los estudiantes malagueños confiesan controlar los nervios, aseguran que sus padres son menos propensos a ello y bajo ese apoyo incondicional se esconden dudas y alegría a partes iguales. Para ello, la Fundación Amancio Ortega puso en marcha hace unas semanas unas jornadas de preparación en Madrid para los becados y sus familias. En ellas se resolvieron cuestiones y, sobre todo, se informó a los protagonistas de esta aventura sobre los problemas o situaciones que vivirían a miles de kilómetros de sus hogares.

Agosto es el mes del cambio para la mayoría de los estudiantes malagueños. Lo siguen viendo como una fecha lejana e inmersos en sus quehaceres diarios parecen acostumbrados a esta nueva realidad que les viene. Sin frenos. Sin padres. Lejos de su zona de confort. Lo único que les recuerda esa nueva vida son los grupos de Whatsapp que se han creado en torno al viaje. Ya se imaginan recogiendo los libros de sus taquillas, convirtiendo cada día de estudio en una cruz en el calendario. Queda poco para el comienzo del viaje y ellos están preparados. «Si no lo tienes claro vas algo perdido», comenta Samuel Luque, de Villanueva del Trabuco. Él, al igual que sus compañeros, no solo piensa en el viaje sino en los beneficios que podría conllevar esta aventura de cara a su futuro profesional.

Conforme pasen los días, se irán desechando dudas y comenzarán los nervios y el agobio. Ellos, de momento, solo piensan en independizarse y en vivir su experiencia particular, mientras sus padres empaquetan sus cuartos en una maleta.

Marta Izquierdo «Quiero estudiar genética y esta es una oportunidad»

Marta Izquierdo

Marta Izquierdo conoció la beca gracias a que una chica de su pueblo había disfrutado de ella meses antes. La joven de Alhaurín de la Torre siempre había deseado estudiar en el extranjero. «Estudiar en Estados Unidos siempre había sido mi sueño. Empecé a buscar becas y programas porque mis padres no podían pagármelo», asegura. Fiel amante de los musicales y las series, a Izquierdo le llama mucho la atención el ambiente de Wisconsin, el lugar donde vivirá durante diez meses. Lo hará con un matrimonio que tiene cinco gatos. «Al principio me enviaron un email explicándome cómo debía ganarme la confianza de a cada animal y me sorprendió bastante», asegura la joven, que pasa su tiempo libre viendo series en inglés y conversando con la que será su nueva familia. «Hablamos sobre comida y me han prometido que viajaremos a muchos sitios», comenta ilusionada.

Lo que más llama la atención a la joven alhaurina es «vivir en una cultura muy parecida a la nuestra pero también muy distinta». La estudiante cuenta los días para iniciar otra vida que le permita contemplar el mundo desde otra perspectiva. «Lo que más reparo me da es que durante un tiempo, sobre todo los primeros meses, yo seré una desconocida y tendré que ganarme la confianza de la gente», apunta.

Al igual que sus compañeros, Marta Izquierdo también piensa en su futuro. «Me gustaría estudiar genética e irme al extranjero me puede dar la oportunidad de estudiar allí», comenta. Ahora, solo les queda contar los meses hasta que llegue agosto.

Andrea Chazarreta «Me da miedo perderme cosas importantes este tiempo»

Andrea ChazarretaEl que fuera maestro de matemáticas de la joven nerjeña de 15 años Andrea Chazarreta le informó de la beca. «Mi madre y yo nos pusimos a buscar en internet pero no encontramos nada». El destino quiso que una de las clientas de la tienda que regentan sus progenitores supiera de la Fundación Amancio Ortega. A partir de ahí se iniciaron unos trámites que llevarán a Chazarreta a vivir en Sullivan (Missouri). «No quería tener expectativas en cuanto a mi destino. Estaba bastante abierta a lo que viniera», asegura la joven, que añade que «ahora solo ve cosas positivas» del que será su nuevo hogar. «Lo que más miedo me da es perderme cosas importantes de la vida de mis seres queridos en estos diez meses», apunta la joven.

María López «Quería un cambio y la beca era una experiencia única»

María López

«Quería un cambio y la beca me parecía una experiencia única. Me llamaba mucho la atención», confiesa María López, de Málaga. A partir del próximo mes de agosto, la joven, que estudia en el Instituto Torre Atalaya, se trasladará a vivir a la ciudad de Wichita en Kansas. «Mi familia es un matrimonio de 50 años sin hijos pero ellos llevan varios años teniendo a estudiantes de intercambio», apunta. María López no tiene miedo. La ilusión por empezar de nuevo y conocer a gente nueva es más que suficiente para cubrir esa sensación. «Creo que he tenido mucha suerte», dice y aunque no está nerviosa, comenta que con el paso de los días comenzarán a rondar mariposas en su estómago. Ignacio Lopezosa «Todo me hace ilusión, no hay nada que pueda ser mejor»

Ignacio Lopezosa

El próximo 14 de agosto está marcado en rojo en el calendario de Ignacio Lopezosa. Este joven de Torremolinos y estudiante del instituto Playamar conoció la existencia de la beca gracias a su madre, aunque llevaba unos meses planteándose estudiar en el extranjero. Su nuevo hogar está en Warren (Michigan), en la casa de una familia de ascendencia polaca que ya ha acogido a becados de otros países. «Todo me hace ilusión, no veo nada que pueda ser mejor».

El joven se prepara viendo series en inglés al tiempo que piensa en su futuro. «He pensado en hacer una carrera de ingeniería relacionada con informática en Estados Unidos. Aunque sé que es difícil, yo lo voy a intentar», asegura.

Samuel Luque «Me presenté a la beca pensando que no iba a pasar»

Samuel Luque

«Descubrí la existencia de la beca hace dos años pero en ese momento lo veía muy utópico», cuenta Samuel Luque. El joven, residente en Villanueva del Trabuco, decidió presentarse aunque no estaba convencido de pasar. Él es uno de los pocos que aún no conoce cuál será su destino el próximo curso escolar. «De momento estoy tranquilo y con muchas ganas», reconoce Luque, que asegura estar centrado en estudiar inglés y en terminar sus estudios de cuarto de la ESO y en el conservatorio de música. «Me llama mucho la atención que allí son muy ambiciosos y hacen todo a lo grande, y yo también», dice. «Para el futuro laboral es muy positivo saber adaptarme a otras culturas. Con esto voy a salir de mi zona de confort y mejorar mi inglés. Todo son ventajas».