Mejor no cerrar los ojos al caminar por las aceras y la calzada de la calle Mariscal, la calle sin salida que termina en la plaza del colegio de la Goleta. En cualquier caso, con un poco de imaginación, el peatón puede sentirse astronauta en la superficie lunar o vehículo espacial en Marte, por el número ingente de socavones y accidentes geográficos de esta vía municipal.

Con dos muletas la cruza todos los días Guillermina, vecina de la calle, quien con cuatro palabras emite el veredicto: «La calle está fatal».

La explicación a una situación tan desastrosa la da José Fernández, de la promoción municipal de viviendas de los número11, 13 y 15 de la calle: «Esto empezó mal porque el Instituto Municipal de la Vivienda construyó hace diez años dos edificios y por el movimiento de camiones dejaron la calle regular y luego no la urbanizaron».

A la huella dejada por los camiones, hay que sumar el trasiego diario de coches de los padres que recogen a sus hijos en el colegio de La Goleta.

Y el caso es que intentos por arreglarla ha habido en los últimos años, pero todos se han quedado en papel mojado y en reuniones del Ayuntamiento con los vecinos que sólo han servido para dejarles más frustrados.

«Llevamos tres intentos: los presupuestos participativos de 2009, los de 2011 y los fondos Feder de 2015», comenta Alberto Domínguez, presidente de la comunidad de vecinos de calle Mariscal.

Esta última remodelación, la llamada Arrabales-Carretería, incluía el arreglo de esta vía, pero finalmente, los vecinos se quedaron con la miel en los labios.

«Es un agravio comparativo que arreglen todas las calles de la zona menos esta, que está reclamando desde 2009», critica José Fernández, que recuerda que los vecinos pagan «315 euros de contribución urbana y lo que reclamamos lo debían tener en cuenta».

A la reclamación por el arreglo urgente de la calle y en apoyo de los vecinos se suma el veterano colegio de La Goleta, de las Hijas de la Caridad, cuya directora, Carmen Estrella, recalca que «al colegio le interesa que las cosas estén en condiciones porque las familias, a veces se quejan del estado de la calle».

También Marta Rueda, vecina de la zona, considera que la calle «está de pena» y aprovecha para pedir al Ayuntamiento que, cuando se decida a remodelarla, retranquee unos metros los pivotes que impiden que los coches entren en la plaza del colegio, «para dejar más espacio a los niños» e impedir que los coches aparquen y colapsen el tramo final de esta calle sin salida.

Respuesta del Ayuntamiento

El director del distrito Centro, Francisco Cantos, explicó ayer que la calle, así como las transversales, están incluidas en la tercera fase de remodelación del entorno de Carretería. «Actualmente se está trabajando en el proyecto y en el presupuesto», indicó. Mientras llega, subrayó, la calle «está dentro del sistema de vigilancia e inspección del plan de conservación de la Gerencia de Urbanismo» y por tanto, puede rebachearse, «en orden del estado de deterioro y peligrosidad que presente».