A las puertas ya del verano, la Costa del Sol ha cerrado con éxito, un año más, su temporada baja, aquella que va de octubre a marzo y que supone los meses de menor actividad turística. Los datos evidencian que la tendencia al alza que se viene experimentando durante el invierno se está manteniendo y se convierten en una antesala de un verano que se prevé también de récord. El análisis de las cifras de coyuntura hotelera del INE demuestra que en esos seis meses la provincia ha sido un destino buscado por más turistas que en el mismo periodo del año anterior, lo que además ayuda a ir rompiendo la estacionalidad, la principal lacra que aún afecta al sector.

El incremento en la temporada baja ha sido de un 1%, tanto en los viajeros alojados en establecimientos hoteleros como en las pernoctaciones que estos han realizado. La subida ha sido algo mayor en las estancias realizadas, ello a pesar de que en este último ejercicio se está viviendo un auténtico boom de los alojamientos en apartamentos turísticos.

Pero si algo destaca de este alza que ha registrado la Costa del Sol es que lo ha logrado pese a una diferencia notable con respecto a 2016. Entonces, la Semana Santa se celebró en marzo y este año ha sido un mes después, pero eso no ha impedido que las cifras turísticas hayan crecido en la provincia, lo que indica que es un destino que cada vez se busca más en los meses menos cálidos, más allá de fechas señaladas o puentes festivos -que también se están saldando este año con incrementos y con una ocupación casi al completo-.

El único pero que presentan estas estadísticas es que el turismo nacional sigue si salir de la espiral descendente y todo el crecimiento se sustenta básicamente en el llamativo aumento de los visitantes extranjeros. De los 1,87 millones de viajeros en ese periodo, 1,13 millones fueron foráneos, con una subida del 8% con respecto a la temporada baja anterior, mientras que los viajeros españoles han caído un 8,4%.

En un 8,5% bajan también las pernoctaciones hoteleras del mercado nacional, frente a la subida del 5,4% que experimentan las estancias de los mercados extranjeros -de las 6,64 millones de pernoctaciones acumuladas de octubre a marzo, 4,8 millones correspondieron a turistas de otros países-.

Con respecto al recuento mensual, el cambio de fecha en la Semana Santa ha afectado este año a los datos de marzo, un mes en el que tradicionalmente las llegadas comienzan a crecer, pero es llamativo el incremento que logró la Costa del Sol el pasado octubre, con un 10% más de viajeros, lo que consolida ese mes como una ampliación de la temporada veraniega. También se registraron subidas en noviembre y diciembre, con enero y febrero, en el otro extremo, como los meses más flojos para el sector.

Con la buena marcha que está experimentando el turismo en lo que llevamos de año, las previsiones para el destino andaluz siguen siendo muy positivas. El año pasado, la comunidad y la Costa del Sol rompieron un nuevo récord, que con toda probabilidad volverá a repetirse este 2017 con la ayuda de la temporada alta. Como ya anunció en la pasada edición de Fitur la presidenta de la Junta, Susana Díaz, la marca que se fija para este ejercicio es que el sector logre un crecimiento del 5%, tras la subida que se logró del 8,2% en viajeros en 2016.

El empuje de los mercados extranjeros ha ayudado a la marcha positiva de toda la Costa del Sol, donde destaca la evolución de la capital malagueña, que está consiguiendo romper la estacionalidad y convertirse en un destino para todo el año gracias a la fuerza de segmentos complementarios como la cultura o el patrimonio.

Tan sólo en entre enero y marzo se alojaron en los hoteles de la ciudad un 8,54% más de viajeros que en el mismo periodo de 2016, lo que la convierte en el segundo destino urbano que más crece, sólo por detrás de Barcelona.