Se han suspendido partidos de fútbol. Pachangas de tenis en las que los jugadores, divertidos al principio y sin tanta guasa después, han acabado por abandonar el juego para perseguir enjambres con las raquetas. Y ahora también, con el aumento de preocupación que eso comporta, las clases de los niños. Los padres de alumnos del colegio Julio Caro Baroja, en Guadalmar, renunciarán el próximo viernes a llevar a sus hijos al colegio. Y por la misma razón que desde hace meses preocupa en la barriada: la aparición de plagas de mosquitos. Un asunto que era ayer el más comentado en el entorno, donde se intercambiaban, incluso, algunas pruebas gráficas, como el vídeo difundido por Noelia Millán, que muestra a una estudiante de vuelta en casa con hasta veinte picaduras en el cuerpo.

Bárbara, también con hijos en el centro, insiste en que el problema, presente según ella en las aulas desde hace tres años, no sólo no se ha reducido, sino que ha cobrado más virulencia en la última semana. Una situación reconocida por el Ayuntamiento, que la achaca al mar de levante, que ha anegado con charcos la desembocadura del Guadalhorce, favoreciendo la aparición de nuevas plagas. Contra el mosquito, en estos meses se han llevado a cabo diferentes estrategias; desde la fumigación directa al desbroce y a la instalación de trampas. Incluido en el propio colegio. Aunque sin que de momento, más allá de treguas y victorias parciales, hayan conseguido dar resultado.

En la lucha contra las picaduras los vecinos afectados se mueven entre absolutos. E insisten en que las molestias no se han erradicado. «Pese a las podas y las fumigaciones seguimos sin solución», puntualizó Bárbara. Frente la agresividad del último brote, el Ayuntamiento ha reaccionado aumentando el dispositivo de control, que ha pasado de actuar en las zonas de germinación y máxima afluencia a ofrecer sus servicios en jardines y zonas comunes de urbanizaciones. El pasado lunes, sin ir más lejos, la empresa Athisa, contratada por el Consistorio, fumigó en las inmediaciones del colegio, además de en otros puntos como las viviendas de Sacaba, el centro deportivo Inacua y los terrenos de la antigua Butano. El área municipal de Medio Ambiente pide colaboración a la Junta para poder extender el tratamiento a las inmediaciones del paraje natural de la desembocadura del Guadalhorce. El objetivo, una vez desbrozada la vegetación de los alrededores del colegio, es crear un cinturón de protección de alrededor de doscientos metros entre las áreas del parque más susceptibles de acumular larvas y la superficie urbana. Fuentes del Gobierno Andaluz confirmaron a este periódico que concederán la autorización, aunque insistieron en la necesidad de supervisar focos alternativos y otras posibles sitios de acumulación de agua.

Arthisa se vale, entre otros, de vehículos con cañón tipo tifón, de hasta treinta metros de alcance, que se completa con carretillas pulverizadoras para los rincones difíciles de acceder mediante este tipo de transporte. Tampoco se descarta usar barcas para llegar a las lagunas y los islotes más enmarañados del paraje.

Los vecinos de Guadalmar se manifestaron el pasado mes de marzo para exigir a la Junta y al Ayuntamiento una respuesta definitiva a los mosquitos. Con la ampliación de este plan de choque, el área de Medio Ambiente confía en mitigar las molestias. Justo cuando se empieza a perder la paciencia. Dentro y fuera del Caro Baroja.