Si se circula ahora por la N-332 dirección a Dénia y se gira la cabeza para la derecha, en algún momento, se verá un crespón negro. Quizá, ni eso. Son cuatro kilómetros de una recta eterna que ofrece máxima visibilidad y cuenta con un arcén en perfectas condiciones. El pasado domingo, el destino mal escrito hizo que se cruzara un grupo de ciclistas con una joven de 28 años. Ellos, madrugón y desayunaron fuerte para nutrir al cuerpo durante la ruta. Ella, tan antagónica en sus planes.

Sobre las 8.00 horas, la noche de desenfreno, alcohol y cocaína arranca el coche y decide abalanzarse sobre la carretera. El efecto de la droga todavía se dibuja en las pupilas pero unos 30 minutos más tarde el sueño aparece.

Traza una línea en diagonal e invade el carril contrario. Lo que viene después, es la última tragedia en las carreteras del país que implica la muerte de ciclistas. El eco cruel de una noche de fiesta que manda a un joven de 28 años y a dos padres de familia al ataúd, y que deja gravemente heridos a otras dos personas. «Acusada de tres delitos de homicidio por imprudencia, dos más de lesiones y un delito contra la seguridad vial» para el lenguaje jurídico. «Asesina», clama la calle. Y, sobre la mesa, de nuevo, la indefensión que sufren miles de ciclistas que salen en España a practicar su deporte favorito y el debate sobre la laxitud en las penas que castigan a los conductores responsables de los atropellos.

Aunque el caso de Dénia resulta chocante por la gravedad de los hechos ­-ni un coche escoba protegiendo a los ciclistas podía haber impedido el impacto frontal- los numerosos aficionados a las dos ruedas que hay en la provincia de Málaga pueden relatar al dedillo una canción que va de excesos de velocidad, falta de atención y de adelantamientos arriesgados que acaban con los ciclistas arrollados. Puerto del Sol, Peñas Blancas, Puerto Marín, Puerto del León, el Repetidor de Mijas, el Torcal de Antequera etc. Son solo algunos ejemplos de los picos que se pueden coronar desde Málaga sin la necesidad de grandes desplazamientos. Sobre sus altimetrías, la provincia se ha granjeado la fama de ser un lugar ideal para practicar ciclismo de carretera. El distintivo «Los Pirineos de la Costa del Sol» no es gratuito y recuerda a las subidas más míticas que alimentan cada año carreras como el Tour o el Giro. La Federación Andaluza de Ciclismo señala a Málaga como lo provincia con más afición al ciclismo de toda la región. Es donde más licencias se reparten y más pruebas se albergan a lo largo del año.

La cara oscura de las grandes epopeyas sobre el asfalto malagueño se escribe, sin embargo, en la frialdad de los números. Solo en la provincia hay señaladas 24 carreteras con alto riesgo de accidentes. Elaborado por la delegación malagueña de la Federación Andaluza de Ciclismo, su responsable, Daniel Ortiz, resume cuál es el principal problema: «Los conductores consideran a los ciclistas como un estorbo». Una convicción que sirve de abono para la tragedia. La cronología de los hechos no carece de sucesos en la provincia.

Los ejemplos se escriben casi por infinito. En uno de ellos se vio involucrado Rafael López, mejor conocido como El Rubio en el mundillo. Malagueño de 41 años, con más de dos décadas de ciclismo a su espalda, el pasado 6 de diciembre estuvo a punto de perder la vida practicando lo que más le gusta. Circulando con un compañero de vuelta a Málaga por el arcén de la A-7, a la altura de Mijas, fue embestido por un coche y lanzado por los aires como un trapo. «Íbamos en línea. La mujer empezó con el adelantamiento y, luego, se percató de que venía otro vehículo por detrás y se metió de nuevo a la derecha y me arrolló», recuerda Rafael que los 5.000 euros de bicicleta se quedan en nada comparado con el parte de lesiones: Costillas cervicales fracturadas, perforación de la pleura, el tobillo hecho trizas. «Los tres meses que he pasado quedan para mí», resume que es rara la salida en la que no se viva una situación de riesgo: «Yo he visto romper espejos retrovisores con mi culo o mis piernas de lo cerca que me han pasado los conductores». Al final, para Rafael, todo se reduce a una simple cuestión de educación. «Hay que concienciar a la gente que somos la pieza más débil sobre la carretera. Yo también pago mis impuestos y también soy conductor. No puede ser que por diez segundos de impaciencia los ciclistas seamos los más perjudicados. La gente tiene que saber que no somos maquinaría. La gente te adelanta raspando por no esperar y medio minuto más tarde te los encuentras otra vez en el siguiente semáforo», lamenta quien ha estado a punto de no volver a ver a su hija pequeña de apenas un año: «Que piensen que todos tenemos a alguien que nos espera en casa».

Un metro y medio salva vidas

La convivencia entre conductor y ciclista nunca ha sido fácil. Hasta el punto de que muchos consideran al ciclista como un elemento de riesgo. Alguien que se salta a la torera el código de circulación. Llegados a este punto, urge la distinción entre el ciclista urbano, que es cualquiera que utiliza la bicicleta como herramienta para desplazarse. Luego, está el cicloturista que practica el ciclismo como deporte en carreteras abiertas y respeta las normas de circulación. «Utiliza el carril para bicicletas», es el gran clásico entre los derrapes verbales que dirige el conductor aireado al ciclista que va circulando por la carretera.

Una de las principales conclusiones que extrae el último Barómetro de la Bicicleta realizado por la Federación Andaluza es que seis de cada diez españoles no conoce la normativa sobre la circulación de bicicletas, incluidos cuatro de cada diez usuarios de la bicicleta. «No saben, por ejemplo, que para circular sobre el carril bici no se puede ir a más de 20 km/h. Una velocidad que se supera en bicicleta de carretera con dos pedaladas», señala Juan Pérez, presidente del club ciclista Triple Plateros. Como uno de los colectivos más activos en Málaga, sus socios organizan salidas cada fin de semana por las carreteras de la provincia: «Tenemos salida todos los domingos y, casi en todas, vivimos situaciones peligrosas. Sabemos que vamos a salir, pero siempre tienes el miedo de no llegar. El problema es que nos gusta mucha este deporte, pero está claro que el respeto al ciclista no existe». Pérez también recuerda cuál debería ser la regla de oro para cualquier conductor. «Es tan simple como que son 1,5 metros los que separan la vida de la muerte», subraya la obligación de mantener esta distancia de seguridad a la hora de rebasar a un ciclista que circula en solitario o a un grupeto.

La Dirección General de Tráfico (DGT) también aporta una serie de consejos a todos los ciclistas. Recuerda el uso obligatorio de reflectantes. Si circulan por vía interurbana, los conductores de bicicleta deben llevar puesta una prenda reflectante para que así el resto de conductores de vehículos y demás usuarios puedan distinguirlos hasta en una distancia de 150 metros. El uso del casco es también de vital importancia. Tráfico permite a los conductores de bicicletas circular sin mantener separación entre ellos, pero siempre con precaución a fin de evitar alcances entre los propios ciclistas.

Además, no se consideran adelantamientos los producidos entre ciclistas del mismo grupo, sin embargo, no podrán circular en columna de a dos como máximo, siempre lo más a la derecha posible de la vía y colocándose uno detrás de otro en tramos de poca visibilidad. En autovías sólo podrán circular por el arcén, siempre que sean mayores de 14 años y no esté prohibido por la señal correspondiente. La DGT recuerda que los ciclistas tendrán prioridad respecto a los vehículos a motor, siempre que vayan a girar a la derecha o a la izquierda para entrar en otra vía. Y en los descensos pronunciados con curvas, los ciclistas podrán abandonar el arcén y circular por la parte de la calzada que necesiten. Además, un recordatorio fundamental: el conductor está autorizado a traspasar la línea continua siempre que sea para rebasar a un ciclista.

Hablan Maté y Guerrero

La provincia también cuenta con dos profesionales dentro del pelotón profesional. Luis Ángel Maté del Cofidis y Pablo Guerrero del Radio Popular-Boavista. ¿Qué opinan los que tienen que salir todos los días para ganarse la vida con el ciclismo? «Como usuario de la vía y que me concierne porque todos los días entreno por la provincia y me juego la vida, puedo decir que he tenido muchos enganchones por las faltas de respeto, empatía y sentido común. La falta de educación nos lleva a situaciones como la del otro día en Dénia, y a unos datos de víctimas apabullantes que son inadmisibles para cualquier sociedad sana», advierte Maté.

Guerrero resume cuál es la sensación que impera entre los ciclistas: «Casos como el que vimos el pasado domingo salen demasiado baratos a los infractores. Encima de la bici vamos personas con familia y amigos que nos esperan, y una conductora borracha y drogada que mate a dos personas tiene que pagarlo con un castigo ejemplar y una pena dura. Es raro el día en que termino un entrenamiento vivir una situación de riesgo».