Antonia María Samper (Málaga, 1959) es de las que cree que un cuadro debe diferenciarse de la realidad y llevar el sello personal del pintor, para que la pintura no se confunda con la fotografía. Por eso, aunque en sus inicios empezó «muy realista», hace tiempo que los cuadros que pinta en el taller de su casa nacen de su «imaginación».

A su juicio, resulta más sencillo «ponerse delante de un objeto y pintarlo tal y como lo ves, que desdibujarlo, deshacerlo, hacerlo más sutil». Esa sutileza es lo que puede apreciarse en Paisajes perdidos, los 22 cuadros que expone en la Sala Barbadillo, junto al CAC. Hoy es el último día para visitarla (de 10 a 13.30 y de 18 a 21 horas).

Licenciada en Magisterio y en Historia del Arte, cuenta que uno de los pintores que más admira, su paisano Pablo Picasso, lo descubrió a fondo gracias a la histórica exposición en Málaga a raíz de su centenario, en 1981. «Todavía conservo los catálogos de esa exposición. Me marcó, me hizo una ilusión tremenda porque lo podía ver por primera vez».

Junto a Picasso, también le han marcado románticos como Friedrich y sus imponentes paisajes, así como Turner, con quien ya se adivina el impresionismo de décadas posteriores. «Es el propio paisaje el que te cuenta la historia de lo que representa y como lo hacen con esa dulzura y misterio... yo también intento eso un poco con mi cielo y mis nubes», explica. A este respecto, la artista malagueña señala que en sus cuadros, «mis cielos tienen que contar algo: tiene que llover, hacer viento, tienen que aparecer nubes, pasar algo...».

En este proceso de desprendimiento, hasta dejar atrás la pintura realista, cuenta que ha encontrado su camino. «Cuando empecé a pintar muy realista, con una pincelada perfeccionista, vi que eso no me llenaba y como soy un poco nerviosa o un poco alegre, empecé a darle rienda suelta al pincel, a dejarlo inacabado y fui viendo que, además del color, se puede trabajar el tipo de pincelada, para que sea más suelta y me gustó el resultado».

Con respecto al color, uno de sus sellos más personal, cuenta que en muchos de sus cuadros imperan colores suaves como los violetas, malvas o rosas, lo que ha hecho que de ella digan que sigue los pasos de Muñoz Degráin.

Otra constante en muchos de sus cuadros son los restos arqueológicos, huellas del pasado de Grecia, Roma o los árabes que evidencian su formación como historiadora del Arte.

Antonia María Samper lleva unos 20 años dedicada a la pintura, fue por entonces cuando, a raíz de un certamen artístico en Vélez, se puso en contacto con ella la Asociación de Artistas Plásticos de Málaga, Aplama, a la que pertenece desde entonces. «Ha sido muy bueno para mí pertenecer a Aplama. Creo que para todo pintor que quiera comenzar es bueno sentirse arropado, dentro de un colectivo, aunque luego vueles tú sola».

Con exposiciones en varios puntos de España y en Italia, confía en que la crisis también escampe para el mundo del arte, aunque en ese caso los cielos no tendrán los matices ni la riqueza de color de los que pinta en sus cuadros.