El momentum se define como el momento lineal o cantidad de movimientos que dibujan la realidad de un preciso instante. En el mundo del deporte se habla del Gran Mo. Un fenómeno que cobra su efecto sobre el rendimiento de un equipo y lo hace ser superior a sus rivales. Aplicado a la política, se trata de tener la habilidad de dominar las circunstancias y aprovechar la posición que ocupa uno para sacarle el máximo beneficio. En el mejor de los casos, influir en ella y ser una pieza fundamental en el futuro más próximo. El Gran Mo se ha sentado ahora al lado Elías Bendodo (Málaga, 1974), reelegido como presidente del PP de Málaga por tercera vez, y ahora tratará de sacarle rendimiento.

En valores porcentuales, los afiliados populares le han votado con un 99,5%. Ni en los congresos que montaba el Partido de los Trabajadores en la antigua República Democrática Alemana se llegaba a semejantes cifras. El Gran Mo se ha sentado al lado de Bendodo. La pregunta ahora es si lo sabrá aprovechar para continuar con su progresivo ascenso en política que inició en 2008, y que le ha llevado a revalidar su presidencia al frente de la Diputación y ocupar el cargo de portavoz del PP a nivel andaluz. ¿Quién es la persona que hay detrás del primer plano? ¿Cómo se mueve el presidente del PP de Málaga de alfombra para dentro? Más que nunca, el escaparate que brindan las redes sociales ha hecho que se diluyan las distancias y el día a día del político no resulte tan abstracto. En el caso de Bendodo, existe un seguimiento exhaustivo de cada paso que da. Personalmente, se considera un «enganchado» a las nuevas tecnologías. Aprovecha cada segundo libre para bucear en Twitter o Facebook. En las redes también se pueden atrapar votos y él hace tiempo que asumió una lección: quién no es digitalmente localizable, no puede ganar elecciones.

En 1999, las cosas funcionaban todavía de otra manera. Fue cuando alcanzó por primera vez un cargo institucional como concejal en el Ayuntamiento de Málaga. Entonces, bajo las órdenes de Celia Villalobos. No es la única figura de peso que logró cautivar con un trabajo que comenzó en los 23 años, cuando ingresó en las filas de Nuevas Generaciones durante su etapa de estudiante de derecho en la Universidad de Málaga. Mantiene una estrecha relación con Javier Arenas, que trasciende hasta el plano de la amistad personal. Con su ayuda, fue elegido en 2008, por primera vez, como presidente provincial del PP de Málaga. Entonces, destronó del cargo a un Joaquín Ramírez que quiso optar, en un principio, a la reelección y se convirtió en la primera «víctima» sonada en una carrera que se ha escrito al alza. Ya había tocado poder orgánico con anterioridad. En 2000, se convirtió en el presidente provincial de la rama juvenil. En los últimos años, Bendodo se ha vendido como el líder que huye del autoritarismo y ha evitado que las desavenencias dentro del partido salten a la esfera pública. «La clave está en ser normal. Yo me considero un tío normal», repite siempre en un tono verbal que busca ser cercano a los códigos de la calle. Pero sin perder nunca las formas que dictan en sentido común. No es un verso libre dentro del partido, pero se siente cómodo si ve que se puede saltar el discurso único que a veces mantiene encorsetado al PP, sobre todo dentro del imaginario colectivo que cultiva parte de la ciudadanía. «Es importante que el PP esté siempre en la vanguardia de las políticas sociales», asegura. Por eso ya no extraña, por ejemplo, que el Día Internacional contra la Homofobia, celebrado el pasado 17 de mayo, se pudiera ver la bandera arcoíris galardonando las dependencias de la Diputación. Otro ejemplo de autonomía se pudo apreciar en la defensa que hizo recientemente para que las administraciones con superávit pudieran destinar esos recursos en inversión propia. Algo que han demandado, sobre todo, los numerosos ayuntamientos que se ven sometidos al yugo de Cristóbal Montoro. La necesidad de reactivar la economía también lo ha llevado a impulsar un conjunto de planes que cuentan con una inversión de 100 millones por parte de la Diputación. Con una función final, que no es otra que ayudar a generar empleos en los pequeños municipios.

Su voz también ha trascendido de los circuitos provinciales. Las opiniones de Bendodo sobre asuntos de actualidad han generado titulares. En pleno proceso de reestructuración de las administraciones, ha defendido la vigencia de las diputaciones. Incluso, apuesta porque los ciudadanos puedan hacer una elección directa de los diputados. Él mismo se ha marcado la limitación de mandatos para cargo público en dos. Es, a su vez, lo que le coloca ante su mayor reto. Trazar la continuidad de una carrera política a la que él mismo se ha ido cerrando posibles puertas, hasta dejar el Ayuntamiento de Málaga como único senda por la que puede discurrir su carrera política. Considera a Francisco de la Torre como su «padre político» y ahora se intuye que en la intimidad Bendodo sueña con darle un respiro. Entre tantas tribulaciones, él defiende que la mejor persona para garantizar que perdure el legado de De la Torre, es un alcalde del PP. En este camino, hasta llegar a este punto, ha logrado denostar los grandes clichés anti-PP. «Nosotros somos gente normal», insiste en que su fin último es el de «mejorar la vida de la gente». Por eso se define a sí mismo como una persona inconformista, que sigue teniendo inquietudes y muchos objetivos que cumplir. Una ilusión que quiere cumplir de la mano de las personas que le han acompañado siempre. Los que quieran subirse ahora al tren, igual llegan tarde, cuando la lealtad, para Bendodo, lo es casi todo.