Durante dos horas, las paradas de taxis que se reparten por la capital mostraron ayer un aspecto desierto. El sector sigue en su particular lucha contra el avance de las licencias VTC (Vehículo de Turismo con Conductor) y los principales sindicatos del sector llamaron a los taxistas de todo el país a movilizarse para salvaguardar sus intereses. El epicentro de las protestas estuvo en Madrid y Barcelona. En ambas capitales, encontrar un taxi a lo largo de la jornada resultó una quimera. Como en el resto de grandes ciudades del país, Málaga incluida, los taxistas quisieron solidarizarse con sus compañeros y, finalmente, se cumplió con lo establecido previamente: un parón voluntario entre las 12.00 y 14.00 horas que dejó a los malagueños sin uno de los principales servicios públicos que garantizan la movilidad ciudadana. Entre ceja y ceja, siguen las plataformas como Cabify o Uber, que ofrecen un transporte alternativo, estando, la primera, plenamente instalada ya en Málaga.

Una vez concluida la franja marcada, el sector cifró la participación de la flota malagueña en un 60%. Desde la Asociación Unificada de Autónomos del Taxi (Aumat) hicieron una valoración «muy positiva» de la movilización, insistiendo en la voluntariedad que había para secundar la huelga o no. «Dejamos la decisión en manos de cada taxista. Muchos compañeros decidieron desplazarse hasta Madrid para mostrar su solidaridad con los compañeros», aseguró en declaraciones a este periódico el vicepresidente de Aumat, Juan González.

En el fondo, nada ha cambiado con respecto a las manifestaciones que ya se dieron durante el pasado mes de abril, cuando más de un centenar de taxistas malagueños arribó a las puertas de la Subdelegación de Gobierno para protestar contra la sucesiva liberalización del mercado, que les está colocando en desigualdad de condiciones frente las mencionadas plataformas. Éstas se revisten de una suerte de economía colaborativa, pero, según denuncia el sector, ofrecen un servicio similar al del taxi sin la obligación de afrontar todos los pagos que están vinculados a una licencia de taxi.

«Simplemente, pedimos que se cumpla con la ley. No hay más», insistió González. Esto, en la práctica, supone que las administraciones públicas diseñen un nuevo modelo de movilidad que ponga freno a la proliferación de las odiadas VTC. «Ahora mismo, la concesión de VTC se ha desvirtuado tanto que están prestando un servicio paralelo», aseguró uno de los máximos responsables sindicales del Taxi en Málaga, que llegó a comparar el fenómeno de Cabify con el de una «especie invasiva cuando se suelta en un parque». Prueba de lo amenazado que se ve el sector, es la unión que se ha fraguado entre todos los taxistas, cuando éstos tienden, tradicionalmente, a la división dentro de un gremio en el que confluyen distintos intereses, de acuerdo a la categoría (asalariado o autónomo) que ocupa cada uno. «En esta, vamos todos a una. La problemática afecta a todos por igual, y el único perjudicado es el sector del taxi», sentenció González.

Desde las distintas asociaciones del taxi en Málaga insisten en que el problema no es la competencia en sí, sino la competencia desleal que se genera a través de las licencias VTC. Por ello, piden al Ministerio de Fomento que ponga freno a la «concesión indiscriminada» de estas autorizaciones de transporte que permiten el alquiler de un vehículo con conductor. ¿Pero en qué situación se encuentra, actualmente, la provincia? Según las últimas cifras ofrecidas por el propio Ministerio, a día de hoy, hay unas 556 licencias VTC en vigor.

Estos números sitúan a Málaga en tercer lugar a nivel nacional, sólo precedida por Madrid y Barcelona. Además, convierte a la provincia en un perfecto ejemplo de cómo se han disparado en los últimos años este tipo de licencias, muy por encima de lo que marca la propia legislación. «Según la ley, por cada treinta taxis, puede haber una licencia VTC. En Málaga, estamos ya en un ratio de una licencia por cada cinco», denunció González.El aeropuerto, al margen

Si ayer fue imposible dar con un taxi en Barajas o El Prat, el aeropuerto de Málaga no se vio afectado por la huelga de taxistas. Desde un primer momento, se decidió dejar a la infraestructura al margen de las protestas y prestar el habitual servicio a los viajeros que llegaron a la capital. Precisamente, es el aeropuerto de Málaga uno de los puntos más calientes. A diario, aseguran desde Aumat, plataformas como Cabify incumplen la ley y captan a clientes cuando, en teoría, no pueden prestar ningún servicio que no haya sido contratado con anterioridad. «Por eso, decidimos que debíamos seguir prestando nuestro servicio y no dejarle el gran pastel justo a los que nos están perjudicando», resumió González la razón por la que se optó por dejar al aeropuerto fuera de las movilizaciones.

Tras las movilizaciones de abril y el paro parcial de ayer, el sector llega al verano en pie de guerra y no se descarta que las protestas se repitan durante los próximos meses.