Una temporada más, y con ritmo acelerado, los apartamentos vuelven a ser protagonistas en la Costa del Sol. Sobre todo, por su estela de fenómeno todavía nuevo y prometedoramente imparable, hasta el punto de sumar incrementos que hace mucho tiempo que no se veían. Ni siquiera en un negocio tan acostumbrado a los cambios como el del turismo y la hostelería.

Los números que presenta este tipo del alquiler en la provincia reflejan una ebullición incontenible. En la última década, el volumen de viajeros alojados en pisos se ha elevado un 154 por ciento, con un balance además de crecimiento que abarca también a las pernoctaciones, que se han elevado a su vez en alrededor de 87 puntos.

A estos incrementos se le podría objetar el escaso peso que tenía el sector en el punto de partida comparativo, algo que es, en muchos casos, relativo, dada la tradición con la que cuentan este tipo de alojamientos en algunos puntos de la costa y que se desmiente totalmente al observar las cifras en bruto. Según el Instituto Nacional de Estadística, los apartamentos aportaron a Málaga en 2016 un total de 1.087.167 turistas y 6.268.099 estancias. Cantidades que confirman el auge del denominado turismo extrahotelero, que se ha convertido, y con autoridad, en alternativa y complemento a las modalidades mayoritarias de hospedaje.

Los especialistas reconocen que el fenómeno no tiene techo. Y sitúan a la Costa del Sol entre los lugares en los que la fórmula se ha implantado con mayor fuerza. El balance del pasado ejercicio no es casual. Y está teniendo continuidad en el primer tramo de 2017, en el que la provincia se ha colocado entre las tres primeras zonas del país en cuanto a clientes y noches contratadas. De acuerdo con los datos correspondientes al mes de abril, únicamente Las Palmas y Tenerife presumen de mejores resultados. Una circunstancia que adquiere todavía más importancia si se atiende al perfil de los turistas que se decantan por los apartamentos, que destacan por viajar en familia y por su alta capacidad de gasto.

De momento, y muy especialmente en la Costa del Sol, el turismo extrahotelero está en manos de los extranjeros, que se han aficionado a alojarse en pisos y viviendas vacacionales. La proporción, en muchos indicadores, es de cinco a uno, con un libro de visitas gobernado por ciudadanos de la Unión Europea, principalmente británicos, irlandeses, alemanes y viajeros procedentes de los Países Bajos.

El excelente rumbo del sector no tiene, sin duda, visos de desviarse en los próximos meses, cuando se espera un incremento generalizado de la ocupación, que actualmente mantiene una medida de más del setenta por ciento. La foto fija proporcionada por el mes de abril apunta, en el caso de los apartamentos, a un volumen de empleados que alcanza ya a casi 3.000 personas.

Estancia media

Otro dato para medir la contribución de este tipo de alojamientos está en la estancia media, que en algunas fases de la temporada se sitúa cerca de los seis días. Un tramo lo suficientemente prolongado como para beneficiar a la industria complementaria, que es la formada por bares, restaurantes y comercios. Los estudios coinciden en que los clientes de apartamentos y viviendas vacacionales suelen dedicar una porción mayor del presupuesto a los gastos de destino, entre los que figuran actividades culturales y, sobre todo, la gastronomía. Otro aliado más para que la provincia siga creciendo.