­En el instinto de supervivencia del pobre animal no había sitio para la fuerza destructora del ser humano. Que el mar ya no puede tragar más lo dejó claro una tortuga boba que ayer retornó a su elemento natural que casi le cuesta la vida. El ejemplar, un saurópsido de 60 kilos, se movía con vitalidad, algo nervioso al sentirse observado por tantos ojos, pero con un estado de salud que contrasta con el que presentó hace algunos meses. Entonces, el mismo ejemplar, traicionado por la acción del ser humano, empezó a confundir el plástico que flota en el mar con el nutritivo plancton. Cuando los especialistas del Aula del Mar se hicieron cargo del animal, había, incluso, un tapón de una botella que le obstruía el tubo digestivo. Las lesiones que le había provocado la ingesta masiva de plástico en el estómago dejaron al ejemplar a la deriva. Una embarcación de pesca de Marbella la observó y rescató al animal. Tras pasar varios meses en el Centro de Recuperación de Especies Marinas Amenazadas (Crema), este jueves la tortuga fue soltada en alta mar, coincidiendo, además, con la celebración del Día Mundial de los Océanos.

Asistió al acto, entre otros, el presidente de la Diputación, Elías Bendodo, como máximo mandatario de la institución provincial que mantiene un compromiso con el Aula del Mar, aportando financiación a esta institución. La suelta de la tortuga desveló, por otra parte, la importante labor que se realiza en el Crema. Desde su fundación en 1996, ha atendido a más de 4.000 animales marinos entre los que se encuentran, sobre todo, tortugas y pequeños delfines. También se han rescatado pequeñas ballenas y hasta focas. En este sentido, no fue de extrañar que Bendodo reivindicara «el compromiso de la institución para llevar a cabo actuaciones que protejan los mares».

A la despedida del animal, desde un barco, asistieron además de Bendodo un grupo de 50 alumnos del colegio Luis Braille, el gerente de Emasa, Juan José Denis, y el chef de los fogones Sergio Garrido. Una vez que la tortuga sanada desapareciera en el fondo del mar con recuperada agilidad, Bendodo pidió, otra vez, que se evite «verter residuos al mar que resultan ser tan nocivos para las tortugas».

Además de la aportación de 40.000 euros, la Diputación colabora también en la celebración de la Semana del Mar. Es un encuentro que sirve de reflexión sobre la importancia del medio marino y sobre los efectos que el cambio climático está provocando en mares y océanos. Una de las novedades de este año es que la institución provincial ha contado con el Aula del Mar para la elaboración de materiales educativos y didácticos sobre los valores naturales de toda la franja costera de la provincia.

El litoral de la provincia de Málaga alberga la mayor biodiversidad que se pueda encontrar tanto en el Mediterráneo como en los mares europeos, recordaron desde la institución. De hecho, se pueden observar cien especies diferentes de aves marinas o acuáticas, más de 30 plantas litorales, más de 15 cetáceos distintos, cuatro especies de tortugas marinas, más de 200 especies de peces y 500 invertebrados marinos entre moluscos y crustáceos.