Las finas nubes se desplazan como hilos blancos por el cielo. Sol y sombra se alternan para acariciar el cuerpo desnudo. Por momentos, se tirita al salir del agua. Luego, vuelve a quemar el vientre gracias a la fuerza del sol. Cualquier niño o adolescente que se haya criado cerca de una piscina municipal, conoce los códigos propios de un ecosistema que se erige como punto neurálgico de las vacaciones de verano. Ellos se tiran de cabeza. Ellas ornamentan su entrada al agua. Si se exceden, llega el más espabilado por detrás y las empuja al agua como manda el buen decálogo de la pubertad. Málaga cuenta con una población de 569.000 habitantes y veranos casi eternos, con sus días de terral, que invitan a trasladar el domicilio al filo de la piscina. Sin embargo, escenas como la descrita, no son habituales en la capital. Málaga cuenta actualmente con quince piscinas, de las que sólo cinco son instalaciones al aire libre. El resto son construcciones cubiertas que funcionan en cada estación del año. Pero hay un aspecto principal en el que coinciden prácticamente todas: el modelo de explotación a través de concesiones a terceros. Muchas de estas piscinas pertenecen directamente a gimnasios o clubes deportivos privados, por lo que el acceso a las instalaciones está restringido a los socios que pagan una cuota mensual. A día de hoy, la de piscina de Colmenarejo, en el distrito de Campanillas, es la única piscina municipal que queda en la capital. Instalaciones antaño públicas, como la piscina de El Torcal o La Trinidad, ya están en manos de privados, y no son pocas las voces que aseguran que darse un baño a precios populares en Málaga es algo que resulta muy complicado.

Para saber si existe un déficit en la oferta de piscinas o no, o si hay muchos malagueños que se ven privados de un baño con cloro porque sus presupuestos no dan para más, conviene trazar un mapa con todas las piscinas que hay en Málaga. También resulta imprescindible saber hacía dónde se quería ir y cuál es la foto fija del momento. Para ello hay que remontarse a 2008, año en el que el Ayuntamiento presenta un ambicioso plan de inversiones para crear una amplia red de instalaciones acuáticas en la capital.

Con un desembolso estipulado de 78 millones de euros, el objetivo era contar con 20 piscinas hasta finales de 2011. Una grave crisis económica y un buen puñado de problemas con algunos concesionarios después, Málaga cuenta con quince piscinas, como ya se ha mencionado anteriormente. Las opciones para darse un baño al aire libre pasan por las siguientes instalaciones: Colmenarejo, El Limonar, Inacua, Valsport Churriana y Valsport El Cónsul. Las piscinas cubiertas que se distribuyen por Málaga y que aparecen también en el listado que facilita el Ayuntamiento a través de su página web son las de El Palo, El Torcal, La Trinidad, Go Fit Segalerva, Go Fit Huelin, Inacua, Los Limoneros en el Tomillar, Valsport El Cónsul, Valsport Ciudad Jardín, Valsport Cruz de Humilladero y el O2 en El Perchel.

Siendo la de Colmenarejo la única instalación que gestiona el Área de Deporte, queda claro lo complicado que resulta darse un chapuzón si no se recurre a la oferta privada. Una piscina pública, o lo que es lo mismo, una piscina pública para 569.000 habitantes. Sevilla, por ejemplo, cuenta con cuatro centros gestionados por el Ayuntamiento. Córdoba tiene tres piscinas municipales que establecen un ratio de una piscina por cada 100.000 habitantes. En el caso de la capital hispalense, es de 175.000 por cada piscina.

Este panorama sirve para poner de acuerdo a parte de los grupos políticos que conforman a la oposición en el Ayuntamiento. Para Eduardo Zorrilla, portavoz de IU-Málaga para la Gente, además de reconocido aficionado a la natación, la ciudad arrastra un problema que viene desde lejos y tienen mucho que ver con los distintos modelos de gestión: «El déficit que arrastra Málaga con otras ciudades es histórico. De pequeños escuchábamos eso de que como tenemos el mar, para qué vamos a hacer piscinas. El equipo de gobierno del PP se incorpora, como en tantas otras cosas, tarde. Se hacen dos piscinas municipales que son la de El Torcal y La Trinidad. Son gestionadas públicamente y daban un servicio muy amplio a los vecinos. Con muchos cursos y unos precios muy populares que se dan cuando prima más el servicio público que el negocio. Pero, se tomó la decisión de que las nuevas piscinas que se abrieron, fueran de gestión privada mediante concesiones. El origen del problema está en la apuesta por un modelo de gestión privado, que en el tema de las piscinas está siendo muy injusto y poco equitativo. Estas piscinas son rentables para el empresario porque se le ha dado un suelo público, que es de todos, pero luego sólo las pueden disfrutar los malagueños que tienen capacidad para pagar unas cuotas a precio de mercado».

Mari Carmen Moreno, portavoz del PSOE, afirma que, en relación a lo que concierna a las piscinas, se le está dando «un mal servicio a los malagueños». En este sentido, resalta, además, un déficit que tiene que ver con la propia naturaleza de las piscinas: «En Málaga no disponemos de piscinas concebidas como espacios lúdicos. Todas están enfocadas a la natación como deporte o como herramienta para mejorar la salud, pero no hay piscinas recreativas como en los municipios del resto de la provincia». En relación a los modelos de gestión, Moreno no ve con malos ojos una concesión administrativa, siempre que se redacten «unos pliegos adecuados».

Sonados fracasos

Con los problemas que se pudieran tener en cualquier concesión, hay dos casos en la que el Ayuntamiento ha visto como sus adjudicaciones a terceros se han convertido en sonados fracasos. Por un lado, la piscina de Campanillas, y por otro, la del Puerto de la Torre, pendiente ahora de que la única empresa que ha mostrado interés por gestionarla cumpla con lo establecido. Los vecinos de la zona llevan ya dos años sin piscina, después de que el último adjudicatario abandonara el proyecto y dejara una deuda de 400.000 euros que tuvo que ser asumida por el propio Consistorio. El caso de la piscina de Campanillas es todavía más flagrante. Un cúmulo de despropósitos, con un empresario que realizó numerosas obras sin disponer de las autorizaciones necesarias e infringiendo las normativa urbanística incluido, ha devenido en el cierre de las instalaciones ahora que se presentan en un estado ruinoso.

A pesar de estas dos experiencias negativas, la concejala de Deportes, Elisa Pérez de Siles, defiende el modelo de concesiones a terceros y concluye que gracias a este modelo «Málaga cuenta ahora mismo con la red más amplia de instalaciones en toda Andalucía». «La gestión indirecta es un modelo muy consolidado en toda Europa y que nos ha permitido ampliar la red de piscinas en plena crisis». Cuando el PSOE critica los pliegos de condiciones, ella se defiende: «Solo hay que mirar a ciudades como Sevilla, donde gobierna el PSOE, para darse cuenta que los pliegos son idénticos a los que redactamos nosotros». «Con la explotación directa», concluye, «se disparan los gastos y sería imposible mantener las instalaciones que tenemos ahora mismo en Málaga».