En enero de 2010, todos los grupos políticos aprobaban una moción presentada por el grupo socialista que pedía que el Ayuntamiento de Málaga redactara en un plazo máximo de cinco meses un proyecto de «adecuación, rehabilitación y mejora» de la barriada de La Pelusa, en El Palo «de forma consensuada con los vecinos de la zona», que incluyera la eliminación «de barreras arquitectónicas y urbanísticas».

Casi siete años después, en otoño de 2016, se iniciaban estas obras, pero los vecinos critican que no ha habido consenso y no se han tenido en cuenta sus prioridades.

Las obras, con un presupuesto de casi 600.000 euros, han consistido en la eliminación de cables aéreos «y dotación de infraestructuras en varias calles de la barriada», en concreto en la principal, Algarrobo, así como en las calles Larra, Ciudad Real y Sayalonga.

Para los vecinos, el Ayuntamiento ha desperdiciado la ocasión de atajar el principal problema de La Pelusa: la eliminación de barreras arquitectónicas, simbolizadas en las dos grandes escalinatas de las calles Ciudad Real y Sayalonga, que salvan el enorme desnivel del barrio pero que también suponen un serio problema para los vecinos más mayores.

«La gestión ha sido nefasta, solo se hizo una reunión con los vecinos para enseñarles sin más el proyecto. Las barreras arquitectónicas continúan, cuando en Riogordo hay calles con mayor inclinación que aquí y han sido capaces de eliminar las barreras arquitectónicas», critica la concejala socialista Estefanía Martín Palop, que recuerda que en junio del año pasado, antes del inicio de las obras, envío una carta el concejal de Málaga Este, Julio Andrade, en la que pedía «poder llegar al máximo consenso y aprovechamiento de las actuaciones», algo que, a su juicio, no se ha hecho.

Por su parte Inmaculada de la Torre, presidenta de la asociación de vecinos de Gálica-La Pelusa, lamenta que, además, «ahora tengan que levantar otra vez la acera porque el tubo es más pequeño que los cables».

A su lado está Remedio Sánchez, de la asociación de vecinos, que recalca que la asociación presentó alegaciones al proyecto, «que no han tenido en cuenta», en concreto la eliminación de barreras arquitectónicas y la propuesta de que la calle Algarrobo tenga dos sentidos y no cuatro como ahora (por en medio pasa el arroyo Gálica). «El cableado es peligroso pero la eliminación de las barreras era lo gordo», resume Remedios.

En mitad de la pronunciada escalinata de calle Ciudad Real está la casa de Francisca Gallardo, de 84 años, que vive con su hijo Antonio Manuel Murillo, con la médula dañada a causa de un accidente doméstico.

«Todos los mayores vivimos aquí arriba y mi hijo tiene mucha dificultad para bajar», cuenta Francisca que, sin embargo, siente algo de alivio al ver que, «por lo menos, han repuesto el pasamanos de la escalera». «Es que las criatura se conforman con un pasamanos», comenta la presidenta vecinal.

Un poco más abajo, pero con muchos peldaños de por medio, vive María Ruiz, de 88 años, con alzheimer y en silla de ruedas. Su hija, Teresa, recalca que «necesita bajar las escaleras porque aquí no puede estar metida todo el día». Por eso, pide al Ayuntamiento que adapte la escalinata. «Era el momento, cuando han levantado la calle entera. Los de la ambulancia protestan porque no pueden subir a mi madre», señala.

La presidenta de la asociación de vecinos, Inmaculada de la Torre, no quiere que esta obra sin consenso sea una excusa para no invertir en el barrio en los próximos años, por eso subraya: «Nosotros vamos a luchar para que esto no sea así y para que al menos todos los años haya un partida para el barrio».