Las quejas de promotores y constructores por la tardanza de un año o más en la concesión de una licencia de obras por la Gerencia de Urbanismo quedan empequeñecidas cuando el territorio es el Centro Histórico. En un momento en que la actividad constructora y promotora en el Centro es muy alta, un promotor o un particular deberá esperar, si toda la tramitación transcurre sin problemas, al menos 20 meses para tener licencia de obras y una vez ejecutada ésta, otros 7 u 8 meses más para tener licencia de primera ocupación y poder disponer del inmueble. Si a ello le sumamos el tiempo de ejecución de las obras (pongamos un año), significa que un promotor o particular que pida hoy, 14 de junio, una licencia para reformar o reconstruir un inmueble en el Centro, no podrá disponer de él definitivamente hasta septiembre de 2020, después de haber pasado en torno a 40 meses (3,3 años) de trámites).

En el caso del Centro Histórico la responsabilidad en los retrasos la comparte la Gerencia de Urbanismo con la Junta de Andalucía e incluso con algún organismo estatal como la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) dependiente de Aviación Civil que debe autorizar cualquier subida de planta en el Centro, por pequeña que sea.

La intervención de la Junta de Andalucía, en concreto la Consejería de Cultura y en especial la comisión provincial de Patrimonio, se hizo obligada a partir especialmente de abril de 2012 cuando el Centro fue declarado Bien de Interés Cultural, con la tipología de Conjunto Histórico.

Una vez que pase por Cultura, el expediente volverá a Urbanismo para solicitar, como licencia de obra menor, todos los permisos relativos a grúa, acceso de camiones, cubas o andamios y el proyecto de urbanización para las acometidas de todos los servicios de electricidad, agua o telefonía. Este proceso es uno de los peores tapones a juicio de los afectados.

Con los permisos favorables, la licencia estará a punto para ser autorizada definitivamente y poder iniciar las obras. Habrán transcurridos unos 20 meses.

Tras terminar las obras, el inmueble deberá recibir licencia de primera ocupación que se alargará otros 7 u 8 meses.

Algunos ejemplos

Todo ello esta suponiendo un auténtico calvario para los promotores y constructores que operan en el Centro, que afirman que obtener una licencia de obras es «echarse a morir».

Por ello, tal como presagió la Asociación de Constructores y Promotores (ACP), hay empresarios que al conocer los plazos que deben esperar para abrir un inmueble en Málaga, se marchan.

Un arquitecto con larga actividad en el Centro relata como un promotor catalán, con negocios turísticos en Barcelona y Sevilla, se desplazó a Málaga con la idea de abrir aquí un hostel y «tras hacerle un calendario con los plazos, se fue y no ha vuelto».

Los ejemplos sobre la larga tramitación que sufre un promotor que quiere construir en el Centro son múltiples.

En la calle Carretería , junto a un negocio tradicional de motos, se pide licencia en septiembre de 2015 para rehabilitar y añadir una planta a una casa familiar. A fecha de hoy, 20 meses después, la licencia está concedida, pero no expedida.

En el entorno de la plaza de La Merced, un promotor pidió licencia en abril de 2016 para rehabilitar un inmueble que tiene protección; a fecha de hoy aún no tiene licencia, pero calcula que para enero de 2018 pueda iniciar las obras. Habrán pasado 20 meses.

En la esquina entre las calles Santa Lucía y Granada, un promotor pidió licencia para reformar un local en junio de 2013, se la expidieron en enero de 2014. Tras las obras, la licencia de primera ocupación acaba de llegar. Han pasado cuatro años. Este es uno de los casos más sangrantes que relata el arquitecto Antonio Díaz Casado, autor del proyecto y un experto en sortear las peripecias urbanísticas y administrativas para construir en el Centro, una zona donde lleva más de 20 años trabajando y que conoce bien.

Díaz Casado se lamenta de la tardanza en la tramitación de esos expedientes, «que no debía ser así pues la Gerencia cuenta con profesionales y técnicos de enorme valía, pero hay desorganización y desmotivación en ellos», mientras que en la administración andaluza, «se dan situaciones de retraso inverosímiles y difíciles de entender».