El 15 de junio de 1977 España votó libertad. Los malagueños se sumaron en masa a aquella marea imparable. Fueron los primeros comicios democráticos desde febrero de 1936 y la joven monarquía parlamentaria aún daba pasos titubeantes, tratando de dejar atrás los negros nubarrones de ruido de sables en los cuarteles y amenazas veladas del fascismo sociológico. En la provincia, la participación fue del 80,20%, y en las urnas se impuso el PSOE con el 42,6% de los sufragios (185.095, cuatro diputados), seguido de la UCD, que obtuvo el 26,56% (115.390, tres diputados) y el PCE, que alcanzó el 11,73% (50.990 apoyos, con un diputado).

La Opinión de Málaga ha reunido a tres de los parlamentarios malagueños elegidos en aquella jornada alegre y decisiva: el actual alcalde, Francisco de la Torre, y José García Pérez, ambos de la UCD, y Carlos San Juan, el histórico dirigente del PSOE en Málaga y Andalucía.

De la Torre recuerda la ilusión que se respiraba durante los actos de campaña y el propio día de las elecciones, ya que los malagueños iban a todos los mítines, no sólo de sus partidos, sino a los de otras formaciones. «La trayectoria ha sido muy fecunda, 40 años de democracia en España», dice. Para Carlos San Juan, número dos de la lista del PSOE, la ilusión era la característica principal del proceso. Los socialistas eran liderados en la provincia por Rafael Ballesteros, secretario de Cultura en la Ejecutiva Federal de la época y secretario de Organización del partido en Cataluña. «Rafael me decía, ´Carlos, para sacar un diputado necesitamos 50.000 votos. Imagínate una cola de 50.000 personas, cada uno con su papeleta para votarnos´. Conforme se desarrolló la campaña, aquello que parecía imposible, vimos que podía ser real: podía haber 100.000 o 150.000 votos».

San Juan destaca que el PSOE no tenía estructura ni organización en muchos municipios de la Serranía de Ronda y la Axarquía y que él dio ocho mítines el domingo anterior a los comicios. De hecho, relata que en uno de ellos, en Canillas de Aceituno, se quedó tocado de la voz de por vida. No llegó el encargado del micrófono, además la Guardia Civil se puso muy cerca de donde él iba a hablar, justo al lado de la fuente de siete caños de la plaza del pueblo. «No se quería poner nadie delante, todos pegados a la pared». José García Pérez relata un incidente de campaña, cuando estaba reunido con Paco Fernández Ordóñez y Manuel Clavero Arévalo en el restaurante Antonio Martín y un malagueño de conocida adscripción falangista les lanzó una silla. «Fue el único incidente».

De la Torre explica que la UCD era la suma de varios partidos en torno al gran activo, Suárez, casi una réplica del centro del arco parlamentario alemán. «Marcamos distancias en relación a una derecha e izquierda duras. Suárez abrió el camino con la Ley de Reforma Política», subraya.

Las listas de UCD, que incluían a Ignacio Javier Huelin Vallejo, Federico Brickman o Manuel Ayala, así como a Elena Blanco Briones, se confirmaron por una serie de delegados ministeriales que estaban por el cambio. Para García Pérez, «fue una casualidad lo del lío de la política». Un lío en el que lo metió De la Torre, porque el regidor malagueño aconsejó contar en la lista con un maestro. García Pérez, que formaba parte de movimientos cristianos de base, recibió una llamada de De la Torre a las diez de la noche, un tipo al que no conocía. A las once, estaba en su casa. El docente y escritor engrosó la lista en tercer lugar, aunque iba como independiente. «La mayoría tenía ganas de expresar su voluntad política e ideológica; cuando llegué a la Trinidad, había tres filas dándole la vuelta al colegio Bergamín para votar. Además, hubo municipios en la provincia en los que se repitieron los mismos resultados del 36». Él también iba a mítines del PCE o del PSOE.

En el PSOE, Carlos San Juan niega que hubiera peleas para las listas. Se recibió una instrucción de Madrid en la que se indicaba cómo elaborarlas. «Se nos decía que por lo menos hubiera una mujer, no como ahora que las listas son todas cremallera; con gentes de diferentes edades, un trabajador manual, un hombre del campo, uno de juventudes», precisa, aunque él recuerda con cariño a Rafael Ballesteros, «un gran mitinero», tanto que en un mitin dado en Málaga esa campaña Felipe González se quejó, una vez que Ballesteros había hablado, de que este lo había pisado porque sabía lo que decía al haber estado en actos anteriores.

De aquella jornada, el alcalde destaca «el ejemplo de sensatez y de madurez del pueblo español, el sentido histórico». En Málaga se impuso el PSOE, pero en el país arrasó la UCD de Suárez. No colaboraban unos partidos con otros, pero sí había «un gran sentido de la responsabilidad». De la Torre reseña que, en un mitin en Casarabonela, se enteraron de que el buzoneo que venía de Madrid «estaba todo equivocado; había listas de Teruel o Huelva, de cualquier lado menos de Málaga. Teníamos que conseguir que fueran validables; lo hicimos en dos o tres días, trabajando de noche y movilizando amigos». Que muchos pudieran llevar la papeleta desde casa era fundamental, porque aún había miedo a votar.

García Pérez relata: «Recuerdo que en el comienzo de campaña salí de la sede central y nos encontramos a Leopoldo del Prado y su gente del PCE que habían peinado calle Larios con carteles. El abrazo que nos dimos la gente de la UCD y del PCE diciendo libertad...».

De la Torre recuerda el día de constitución del Congreso, con miembros de la talla de Pasionaria, Rafael Alberti o Carrillo. «Aquello era un símbolo de reconciliación, concordia». El alcalde considera que sí hubo fallos, aunque se hizo lo mejor posible. Él propone que, en 1982, una vez que el PSOE arrasó, había que haber hecho un gran acuerdo nacional por la transparencia, la ética y la descentralización. San Juan recuerda que había que hacer muchas cosas antes. «La Transición fue producto de un acuerdo producto de una doble debilidad: la de la izquierda que estuvo contra la dictadura, que no tenía fuerza suficiente como para echar todo para adelante; y la de las fuerzas del régimen, que no tenían legitimidad. De ahí nace la Constitución y hubo muchas dificultades». San Juan insiste en que se resolvieron la cuestión religiosa y la militar, la territorial «mal que bien». De la Torre hace hincapié en que había que haber sido un poco más previsores y cerrar la autonomía en cascada y el proceso autonómico de forma más certera.

Todos le dan un aprobado alto a esa época, a la Transición, a las elecciones. García Pérez, como San Juan, cree que el gran problema hoy es el autonómico y, sobre todo, la deriva independentista de Cataluña. «El 4 de diciembre del 77 700.000 andaluces salieron a la calle en Barcelona. ¿Dónde están?», se pregunta. Para él, el traspaso de competencias educativas a las autonomías ha sido clave en lo que sucede. San Juan considera que se hizo lo que se pudo. «Nos dotamos de una Constitución, válida para entonces y para ahora», dice, pero, claro, en 40 años hace falta reformarla. «La evolución del sistema autonómico se ha hecho mal».

Los ataques a la Transición de determinados partidos actuales son, para San Juan, exabruptos de «alguien que no sabe que es la democracia». «La Constitución puede durar muchos años si se va al bien común», aclara De la Torre, mientras San Juan lamenta que no hay un gran partido de centro, al estilo de los liberales alemanes, de forma que los partidos con vocación de gobierno no tengan que echarse, como ha ocurrido en España, en manos de los nacionalistas, un papel que pudo haber jugado la UCD. «Lo que fue una pena es la desaparición de la UCD», dice San Juan, quien critica el discurso de Pablo Iglesias, líder de Podemos, en la reciente moción de censura a Rajoy. «El problema catalán es muy importante, y de los nacionalismos que hay en otras autonomías. Cuando escuchas a Iglesias diciendo a todo que sí...», reflexiona. San Juan cree que ahora hay que ponerse de acuerdo para resolver los problemas, no sólo el catalán, también los derivados de la crisis. «El problema de España se llama Cataluña», aclara; García Pérez dice que es imposible «dar marcha atrás» y critica el «café para todos» de Clavero Arévalo; para el alcalde, hay que prestigiar la marca España siendo mejores en cultura, economía, tecnología, etcétera... Todos insisten en que hay que resolver el tema catalán, que solapa a otros como las consecuencias de la crisis. Al menos, hay libertad.

Una campaña decisiva

El PSOE ganó el 15-j en málaga con el 42,6% de los votos; en segundo lugar, la ucd logró el 26,56% y el pce el 11,73%

José García Pérez, el alcalde (UCD) y Carlos San Juan (PSOE).

En esta imagen, pueden ver a Francisco de la Torre, número uno de la UCD por Málaga, en un mitin dado a lo largo de aquella campaña.

García Pérez y Francisco de la Torre, en la Feria del año 1977, junto a otros dirigentes de la UCD.

Otra vez García Pérez, conocido por su columna periodística El Copo y por su liderazgo en el PSA, con el que llegó a ser candidato a la alcaldía de Málaga; y el alcalde, en un acto de campaña.

Una de las anécdotas es que muchas personas iban a mítines y eventos de otros partidos, tal era la ilusión que había por la democracia. En la imagen, los miembros de la lista de la UCD por Málaga.