La provincia de Málaga presenta en este 2017 su cifra más elevada de empresas a estas alturas del año de los últimos diez ejercicios, justo cuando el nivel de cuando empezaba la crisis y con un volumen que se va acercando mucho ya al que se manejaba en la época del boom económico. Los últimos datos de la Seguridad Social indican que la provincia cuenta al mes de mayo con casi 58.792 firmas adscritas al Régimen General, un número muy próximo ya a las 59.200 que se contabilizaban durante ese mes en el año 2007, que marcó la cúspide del proceso expansivo de la economía.

El alza del censo empresarial, sin embargo, no va acompañada de una recuperación equiparable del empleo. Las cifras de paro, en este sentido, son contundentes: Málaga cuenta actualmente con 152.448 parados, casi el doble de los algo más de 83.000 que se registraban en mayo de 2007. Las cifras de afiliados a la Seguridad Social sí están más parejas. Si entonces se manejaba una cota de más de 601.000 cotizantes en la provincia, la cifra ahora en 585.000. Eso sí, la calidad del empleo se ha resentido también mucho, como vienen denunciando los sindicatos, con unas elevadísimas cotas de temporalidad (muchos trabajadores encadenan un contrato tras otro rotando de forma continua por diversos puestos y empresas) con y un peso creciente de la jornada a tiempo parcial en detrimento de la jornada completa.

Analizando por partes el escenario económico de la provincia, las cifras de empresas revelan una clara reactivación económica. Cabe recordar que durante los ejercicios más duros de la recesión, el censo en Málaga llegó a caer a niveles de entre 47.000 y 49.000 firmas en la provincia. Fue a partir de 2013 cuando se empezó a experimentar un repunte, inicialmente muy leve y luego de mayor intensidad. El dato de este 2017, que mejora en casi 600 empresas al del año anterior, confirma la positiva evolución detectada en los últimos ejercicios, siendo más los nuevos negocios que cada mes se constituyen en Málaga que los que desaparecen.

Sin embargo, el incremento de empresas no esconde que al actual tejido empresarial malagueño no puede compararse todavía al de antes de la crisis, principalmente porque las compañías manejaban de media en aquel entonces plantillas superiores a las de ahora. La Confederación de Empresarios de Málaga (CEM) ha admitido en varias ocasiones que las empresas que han ido desapareciendo durante la recesión (se estima que fueron unas 16.000) eran en muchos casos negocios muy asentados (en sectores, por ejemplo, como el de la construcción) que generaban más empleo que los que vienen surgiendo ahora y que responden en bastantes ocasiones al perfil de autoempleo o al de pequeñas firmas con una media de entre dos y cuatro trabajadores.

Empleo y microymes

«Todavía queda para que las empresas generen el mismo empleo que antes», reconocen fuentes empresariales que sí destacan, por otro lado, que la dinámica de creación de empresas evidencia un escenario de clara mejora económica. La realidad, no obstante, es que el 97% de las empresas malagueñas son micropymes que no llegan a los diez trabajadores. Esa falta de dimensión dificulta a estas firmas tanto afrontar operaciones y negocios de mayor calado como el poder competir en mejores condiciones en un mercado cada vez más globalizado, según insisten la CEM y la Cámara de Comercio.

La mejora de la actividad también se está dejando notar en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA). En Málaga hay ahora mismo más de 112.000 autónomos, lo que sitúa a la provincia en sus máximos históricos, incluso por encima de lo que se contabilizaban antes de la crisis. En lo que va de año 2017, Málaga ha ganado más de 3.000 trabajadores por cuenta propia y lidera a nivel provincial el impulso emprendedor en Andalucía, según datos de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA). En lo más profundo de la crisis, la cifra de autónomos en Málaga llegó a caer al entorno de las 93.000 personas. En los últimos años, la opción del autoempleo para los parados que no encontraban oportunidades de trabajo ha hecho repuntar sensiblemente la cifra de afiliados al RETA. Pero los sindicatos recuerdan que hay casos de «falsos autónomos», es decir, personas a las que sus empresas les hacen trabajar de forma externa.