Más de 3.000 malagueños entran cada año en el programa de cuidados paliativos, un plan con el que equipos multidiscipinares proporcionan una atención integral que dé respuesta a las necesidades de estos pacientes, cuyas necesidades son variadas y giran en torno a un eje común: no sufrir. Del global de esta cifra, que suma a los pacientes de los hospitales de la capital y a los de Atención Primaria del distrito Málaga-Valle del Guadalhorce, en 2016 la mitad corresponde a los atendidos por los centros sanitarios y la otra, al seguimiento que de los pacientes hacen los centros de salud de la zona antes mencionada.

La diferencia entre unos y otros es que los de los hospitales son casos de especial complejidad por su situación psicosocial o por la sintomatología que presentan estos pacientes, mientras que los otros son llevados por sus propios médicos de cabecera y enfermeras, aunque también cuentan con el soporte de la unidad, que hace visitas a domicilio y seguimiento telefónico.

Según los datos proporcionados por el servicio de Cuidados Paliativos de Málaga, ubicado en el Hospital Civil, a final de año se encontraban en activo menos de la mitad: 799 de atención hospitalaria y 500 de de Primaria. En la hospitalaria, 117 eran pacientes de la Axarquía, 53 de Antequera, 17 de la Serranía de Ronda y, el resto, de la capital.

Para entrar en este programa, que funciona desde 1990, hay que cumplir con el criterio de terminalidad, si bien no todos los pacientes que son tratados por el equipo de paliativos son oncológicos, pues un 20% responde a otro tipo de enfermedades, la mayoría cardiológicas, neurológicas o neumológicas.

La red de Cuidados Paliativos en Málaga es extensa y no deja de cubrir ningún área de la provincia, ya sea con atención pública o con convenios con entidades como Cudeca. A nivel hospitalario, el Civil es el centro de referencia, donde existe una unidad de agudos con 12 camas, aunque el Marítimo de Torremolinos también cuenta con un servicio de hospitalización, en este caso para estancias más largas. En total disponen de seis camas en este centro sanitario. El servicio de hospitalziación cuenta con médicos paliativistas e internistas, geriatras, enfermeras, auxiliares, así como una psicóloga y la colaboración de la Unidad de Trabajo Social, clave también para profundizar en el abordaje de la terminalidad y una enfermera gestora de casos. Así, la psicóloga hace sesiones para evitar el conocido como duelo patológico que, de no ser tratado, puede acarrear problemas de salud mental.

Además, en el Civil, dependiente del Regional, existe un hospital de Día compartido con otras unidades a la que se deriva a los pacientes para tratamientos cortos y que no requieren de ingreso, como transfusiones. Tanto en este centro sanitario como en el Clínico los profesioales disponen de una consulta externa donde prestar una correcta atención a los pacientes. En ambos hay dos equipos que dan soporte hospitalario a los enfermos ingresados, a los que se atiende con criterios paliativistas.

Al margen del soporte físico en los hospitales, hay cuatro equipos móviles que se ocupan de prestar cuidados paliativos a domicilio. Cada uno de estos equipos tiene un rango de población de 100.000 personas, aunque la media de casos tratados es de alrededor de sesenta personas. También hay uno en la Axarquía, otro en la Serranía y un tercero en Antequera, si bien en la Costa del Sol son Cudeca y la AECC quienes prestan el servicio a través de convenios.

Paliar el dolor

El trabajo fundamental de los profesionales que componen el equipo multidisciplinar es el control de síntomas. Sobre todo palian el dolor, si bien también la dificultad respiratoria, los problemas digestivos o los delirios. El director de la Unidad de Gestión Clínica intercentros de Medicina Interna y responsable de la unidad de Cuidados Paliativos en Málaga, Ricardo Gómez Huelgas, admite que es un trabajo que para los profesionales sanitarios es «muy furo», porque la muerte, en medicina, se considera un fracaso.

Aunque muchos de los pacientes pasan por las unidades de hospitalización, son los menos. La mayoría de ellos prefiere fallecer en casa. Según la coordinadora de cuidados de la unidad de Medicina Interna y responsable de procesos paliativos de los hospitales, Mayte Moyano, muchos acuden a la unidad por un problema concreto, pero suelen ser dados de alta, a no ser que su complejidad sea extrema o exista claudicación familiar, porque prefieren pasar sus últimos días en la intimidad del hogar. Gómez Huelgas apunta a que sólo el 30% fallece en el hospital, lo que está en los estándares de calidad. «Se le oferta un pacto asistencial, se les trata en domicilio con el compromiso de que si requieren un ingreso se les asegura un circuito específico que les evite pasar por las urgencias», apunta el médico.

La edad media del paciente atendido por Cuidados Paliativos es de 71 años, lo que evidencia, por un lado, que se trata de un proceso natural por el envejecimiento de la población y, por otro, la cronicidad de ciertas enfermedades. La media de estancia en el programa es de seis meses, si bien el 100% de los casos acaba con el fallecimiento del paciente.

De este modo, Moyano considera que la sociedad ha cambiado mucho en los últimos años y tiene claro que no quiere sufrir en el proceso de su muerte. Por su parte, Ricardo Gómez Huelgas admite que el concepto ha cambiado no solo en sí mismo, sino que también a la hora de abordarlo los propios profesionales, que han pasado de la tanatología a ver los paliativos como un servicio de apoyo, como una alternativa.

Aún así, ambos expertos consideran que por motivos sociales en España el tratamiento de la muerte aún queda lejos de cómo se sobrelleva en otros, pues aquí la gente quiere saber el diagnóstico pero es reticente, aún, al pronóstico. También aluden a la «conspiración del silencio». «El principio por el que no regimos es ofertar la verdad tolerada y solicitada por el paciente», duce el internista, que junto a Mayte Moyano ve importante que la medicina incorpore los cuidados paliativos como una rama más y, aunque ya es un pregrado y hay másteres, creen que debería ser un área. «Es importante que haya más formación básica», apunta Moyano, que cree que sería interesante para un abordaje más completo del paciente.