Cuando María se quedó embarazada de su segunda hija, Nuria María, se apuntó al Ocaso. Otras mujeres, al saberse embarazadas, tejen patucos y, otras, imaginan su vida con un nuevo miembro en la familia. Pero su experiencia le decía que tenía que tener un seguro con el que pagar su entierro o el de su hija, por si pasaba algo.

Esta decisión no fue fruto de la casualidad, sino de la experiencia. El embarazo de su hija Nuria María era el tercero que tenía. Antes, se había quedado embarazada de María del Mar, una pequeña que murió en el hospital Carlos Haya, donde falleció a los dos días de nacer. El segundo fue un aborto que casi se la lleva por delante por una negligencia médica: quienes atendieron su primer parto se habían dejado un trozo de placenta dentro del útero y esto, además de provocarle un aborto de su segundo bebé, casi acaba con su vida.

Así que cuando María se enteró de que estaba otra vez embarazada, lo primero que pensó fue en que tenía que tener un seguro por si ella o el bebé perdían la vida. Su marido Francisco y ella trabajaban duro y su economía no estaba preparada para salirse de los números acostumbrados.

Durante décadas, esta mujer ha creído muerta a su primogénita. Una niña a la que vio, acarició y escuchó y que, sin embargo, murió sin más explicaciones que las que les dieron en ese momento. Años más tarde comprendió que quizás aquel silencio en torno a su problema congénito y la negativa del médico a firmar la defunción eran motivos de peso para creer que ella también había sido víctima de la supuesta trama de bebés robados.

Pero la falta de información y la confianza ciega en quienes atendieron su parto y a su hija le hicieron asumir -que no superar- la pérdida de aquel bebé que tantos quebraderos de cabeza le había dado antes de nacer. Y es que María y Francisco se casaron sin desvelar a la familia que estaba embarazada de tres meses. Poco a poco lo fueron revelando a sus conocidos, menos al padre de ella, Bartolomé, un hombre de firmes convicciones y que había amenazado en más de una ocasión a sus hijas por si alguna se atrevía a quedarse embarazada sin estar casada.

Pero esta joven pareja, de apenas 20 y 24 años, no esperaba que el parto se adelantara. «A mi padre no le cuadraron las cuentas, y menos cuando vio a la niña, que era grande», relata María. Entonces le contaron la verdad y el abuelo Bartolomé, lejos de tomárselo mal, fue feliz con su nieta María del Mar. Tanto que, durante años, fue quien más animó a su hija a investigar. Nunca vio claro que su nieta muriera aquel 12 de octubre.

María Lobo se puso de parto de noche, mientras disfrutaba con unos amigos de la Feria de Fuengirola, donde vivieron la mayor parte de su vida. «Me empezaron a dar dolores de riñón, como de un lado a otro, pero no pensaba que fueran contracciones porque todavía me quedaba un mes», señala la mujer que, animada por sus amigas, se cogió un taxi camino de Carlos Haya.

A diferencia de las historias de otras mujeres, María no cuenta que le ningunearan o le trataran mal. Lo único que se salió de lo convencional fueron las declaraciones de una matrona que, cuando gritaba en el expulsivo, le dijo: «cuando lo hacías no chillabas tanto». «Yo la sentí llorar y vi como la cogían por las piernitas, pero ya no me la acercaron más», cuenta la mujer, que recuerda que la pequeña, con pelito moreno, pesó 2,4 kilogramos.

Al día siguiente, Francisco se armó de valor para contarle a María que los médicos decían que su niña tenía una respiración «extraña». «Yo no me lo podía creer y ni mi familia ni yo vimos a la niña respirar mal», agrega la mujer, que sostiene que al cabo de un rato les dijeron que había empeorado. Aún así, tanto María como Francisco y su madre subieron en varias ocasiones a ver a María del Mar a la incubadora. «La veíamos en la cunita dormida, tranquila, no parecía que tuviera ningún problema» se lamenta la mujer, que recuerda que finalmente los médicos le anunciaron su muerte el día del Pilar, el 12 de octubre.

Pero el ginecólogo que había asistido el parto se negó a firmar el deceso del bebé. «Dijo que había nacido viva y perfectamente, que eso no lo firmaba él», cuenta. Aunque en aquel momento no le dieron importancia, años después sí se la dieron. También a que no le dejaran ver el cadáver de la niña. «Mi marido pidió que se la enseñaran, pero le dijeron que no. Después, un médico vino a consolarnos y a decirnos que como éramos jóvenes tuviéramos otro pronto para que yo no cayera en una depresión», relata la mujer entre lágrimas, que recuerda que, pese a que volvió a quedar embarazada pronto, la muerte de su hija le sumió en una depresión.

El duelo fue muy duro. «Llegar a casa y encontrarte la cuna y tú llevar las manos cruzadas, sin bebé, fue horrible», se lamenta María, que desde aquel 12 de octubre no ha dejado de llorar a su hija, a la que aún hoy felicita por su cumpleaños. Después de Nuria María nació Mercedes. Pero una desgracia volvió a golpear a esta familia malagueña. Francisco enfermó y murió dejando viuda con 40 años a María, que desde entonces tuvo que ocuparse de sus hijas en soledad.

Hace unos años escuchaba a una amiga de Monda contarle un caso similar de la trama de bebés robados. Al abrir la caja, habían descubierto que no había restos. Fue la gota que colmó el vaso de María que, animada por los casos de televisión, se animó a denunciar su historia. El día que consiguió los papeles del registro y de defunción descubrió una irregularidad que alimentó sus sospechas: en todos ellos rezaba que la niña había muerto el día 11, cuando lo hizo el 12. «Si la viera me podría morir tranquila. Una no vive totalmente feliz con esta duda, a sus hermanas siempre se la he nombrado, quiero abrazarla y decirle que la robaron», concluye.Hoja de consulta

Nidos

El documento tiene inscrito en la parte de arriba una llamada urgente a la incubadora, que evidencia la gravedad de la niña.

Hospital

El documento, relleno a mano, responde al servicio de Cardiología. En él consta que el bebé es prematuro cianótico desde el nacimiento y que el tono cardiaco no es el adecuado. En el informe se recoge expresamente la gravedad del bebé. «Coloración azul gris», y como resumen que padece una miocardiopatía secundaria probablemente a consecuencia del problema pulmonar. La familia asegura que las veces que la vieron estaba sana.

Protocolo de autopsia

Neonatología

La autopsia se inicia el 11 de octubre, un día después de nacer, si bien la familia dice que supuestamente murió el día 12.

Documento explicativo

En el resumen describe que el bebé nació prematuro y que al poco de nacer presentó cianosis generalizadas, hipotonía y disminución del murmullo vesicular. Asimismo dice que fallece a los dos días de nacer, extremo que confirma la familia pero que contradice al resto de informes, que aseguran que el bebé murió al día de haber nacido, el 11 de octubre, pese a que ellos dicen que fue el 12. Dice que murió por una hemorragia.

Espera que alguien encuentre el parecido en sus otras dos hijas

María Lobo se agarra, como la mayoría de víctimas de la trama de bebés robados, a un clavo ardiendo. Por eso ha ido a videntes a las que ha confiado sus recuerdos, y que espera que le den alguna pista sobre el paradero de su hija María del Mar, que hoy tendría casi 43 años.

De momento, ninguna de las personas a las que ha acudido le han dicho nada sólido, si bien es cierto que tiene claro, como madre y guiada por su propia intuición, que su hija está viva. Lo que sí le han dicho es que está cerca, por lo que está segura de que vive en la provincia de Málaga.

Por eso espera que las fotos que adjunta este reportaje sirvan para que alguien encuentre parecido con una de sus dos hijas, tanto de mayores como de pequeñas. Aún así y, mientras tanto, la mujer observa a cada chica de esa edad con la que se cruza por la calle, por si acaso es su hija María del Mar.