Málaga ha pasado en las dos últimas décadas por dos procesos muy diferentes. Durante el final del siglo XX y primeros años del XXI ha vivido una expansión sin igual. Grandes infraestructuras se han consolidado, inversiones de muchos tipos se han extendido a lo largo de la provincia y el turismo ha crecido de forma espectacular. Este proceso sufrió un parón a partir de 2007, cuando los primeros síntomas de la gran crisis se empezaron a sentir. Durante los años siguientes la prioridad ha sido reordenar el crecimiento, digerir los cambios y replantear los objetivos tras años de cambios. Estabilizado el panorama económico a medio plazo y sin apenas proyectos nuevos en el horizonte, es momento de hacer balance de las fortalezas y debilidades antes de plantearse nuevos objetivos.

Málaga ha dado cinco grandes saltos cualitativos en los últimos años en el sector de las infraestructuras. Dos tienen alcance internacional, como han sido la ampliación del aeropuerto de Málaga y del Puerto. El primero prepara a Málaga para futuros crecimiento, logrando superar ya los 16 millones de pasajeros, y sienta las bases para acoger vuelos intercontinentales. En el caso del Puerto, ha habido una exitosa apuesta por los cruceros y una reconversión doble en el tráfico de mercancías, que está en pleno proceso de consolidación apoyándose en los graneles y dejando los contenedores en un segundo plano. Este cambio, obligado por la competencia de Tánger en el tráfico de contenedores, puede traer un valor añadido a la empresa malagueña, que se encuentra ahora con una oportunidad para acercar sus importaciones y exportaciones, ahorrando costes.

Pero esto son sólo dos saltos. Habría que recordar otros dos saltos en el ámbito nacional y otro en el local. En el ámbito nacional la revolución ha venido por el transporte por tierra. El AVE ha conectado a Málaga con la Alta Velocidad, que ya llega a Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza y, a medio plazo, con Galicia. Eso sin contar la vertebración con Sevilla y Córdoba, ya conectadas, y Granada a medio plazo. A esto se le suma el transporte por carretera, donde la hiperronda y la autopista de Las Pedrizas han mejorado la competitividad. Por último, queda un salto de calidad a nivel local con el metro, que están todavía por culminar y que, una vez que se completen los tramos previstos, se podrá apreciar la verdadera dimensión de la revolución que supondrá en la movilidad. Siempre que el Ayuntamiento de Málaga y la Consejería de Fomento logren un consenso que les permita trabajar juntos por primera vez en este proyecto, ejemplo del enfrentamiento institucional.

Estos cambios, sin embargo, no esconden carencias históricas, como el de una red de Cercanías insuficiente. Tanto la línea a Álora como a Fuengirola padecen graves problemas de servicio, además de cubrir poco de la provincia. El anhelado proyecto de llevar el tren a Marbella y Estepona está enredado en estudios y análisis, con pocas fechas cerradas para el inicio de las obras.

La conexión con el Corredor Ferroviario Mediterráneo y Central se antojan también claves para sacarle el máximo partido a las actuales infraestructuras de la provincia, dando servicio a la red de tren convencional para mercancías y potenciando las conexiones ferroviarias en alta velocidad con el resto de España y Europa. Estas apuestas permitirían articular la provincia y mejorar sus conexiones, descongestionando las carreteras.

La capital ha despegado turísticamente con un modelo de turismo urbano basado en la oferta cultural y museística, un Centro cuidado, una restauración variada y museos de gran calidad. Sin embargo, todo el andamiaje se apoya en bases poco sólidas. El contrato con el Pompidou es sobre cinco años asegurados, que acaban en 2020, con una notable incertidumbre sobre su continuidad. Pasa algo parecido con el Museo Ruso, cuya cesión tiene fecha de caducidad, aunque en su caso parece que hay un compromiso mayor. Además, los altos costes de mantenimiento suponen una importante losa económica sobre la ciudad que apenas ha sido aliviada con los patrocinios. Luego está el papel del CAC, el más caro de la ciudad y con resultados irregulares.

Al menos, la programación del Cervantes y el Festival de Cine parece que están encontrando una senda coherente en su programación. Sin embargo, sigue habiendo carencias que no se terminan de resolver. El fomento a la cultura local sigue una política errática, apenas disimuladas con proyectos locales fallidos como el Astoria o el centro de creación que se planteó en la antigua Cárcel Provincial. Además, como suele ser habitual en mucha de la programación cultural y de ocio del Ayuntamiento, existe una alta concentración de actos en el Centro, que corre el riesgo de colapsarse, lo que obliga a repensar un mejor reparto entre los barrios de la ciudad, integrando mejor a los ciudadanos en la actividad cultural de la ciudad y dando participación a más gente.

Por otro lado, parece que ya se ha abandonado la idea del auditorio de música, así como los festivales de conciertos con cierto peso.

En la provincia, existe una buena salud musical en la Costa del Sol, al calor del verano y aprovechando las infraestructuras realizadas durante los años previos, algunas veces muy costosas. Todavía está por aprovechar mejor turísticamente los Dólmenes, mejorar la oferta de servicios del Caminito del Rey y completar la gran senda litoral y empezar a plantear otra interior, que podría unir puntos de interés cultural y patrimonial. Por otra parte, la apuesta de muchos pueblos por eventos culturales propios y diferentes, está creando una red de eventos de interés turístico y cultural de trascendencia incluso por encima de la provincial.

En la provincia se vive bien. Es innegable, sin embargo hay aspectos que parecen difíciles de abordar y que tienen una alta incidencia en la calidad de vida de los vecinos. El ruido es quizá el elemento más importante que merma la calidad de vida en muchos barrios. La extensión y concentración de los establecimientos de hostelería, la apuesta por el turismo masivo en muchos municipios y la falta de conciencia ciudadana ocasionan problemas graves. La solución definitiva dista de estar cercan, ya que el peso del segmento hostelero y sus empleos es importante.

La falta de variedad del comercio local también empeora la calidad de vida, ya que el consumidor reduce sus opciones de compra, gran parte de los ingresos terminan fuera de Málaga y se rompe la oferta diferenciadora del comercio, mermando la calidad como destino turístico.

La brecha social creciente empieza a ser una losa muy pesada en la provincia. Las altas tasas se paro y la precariedad laboral que no termina de resolverse en una provincia muy dependiente del turismo condicionan el crecimiento de la provincia a medio plazo. Las desigualdades no son una buena noticia para la economía, que depende del consumo interno en gran parte y los bajos sueldos no ayudan a recuperar el territorio perdido.

Málaga suena en muchos foros, en Europa, EEUU y España. El cambio radical que ha dado la ciudad la ha convertido en una joya para el turismo, en referente en economía innovadora y en motor de una provincia ya de por sí dinámica.

Sin embargo, ese estar de moda también incluye aspectos no tan positivos, como las quejas de una creciente saturación del Centro, que en el caso de Málaga es pequeño y eso agrava la sensación. El crecimiento del sector hostelero ha llenado de mesas y sillas las calles, mientras que el comercio local ha sido desplazado por las franquicias y los restaurantes, quedándose en calles secundarias o simplemente, cerrando. El Ayuntamiento de Málaga está ultimando una ordenanza que busca poner orden en ese sector, donde vecinos y hosteleros tienen una actitud enfrentada.

Otra de las grandes carencias de Málaga es su planta hotelera, que se ha quedado corta para atender la demanda creciente de turistas, pese a que se han construido e inaugurado numerosos hoteles en la última década. El hotel del Puerto es la apuesta de las administraciones por resolver esta carencia, aunque no queda claro su futuro por la fuerte contestación social que ha generado entre determinados colectivos al entender que el impacto visual del proyecto es muy importante

La provincia marca cifras récord en turistas y visitantes, aunque empiezan a escucharse las primeras voces de alerta. No hay que perder la calidad de la oferta y de la demanda. La saturación es un riesgo que se corre y la afluencia de un turismo cuestionable, fuente de problemas, pone en riesgo el destino de la Costa del Sol. Queda por trabajar un largo camino para conseguir un equilibrio entre un turismo amplio y numeroso con la calidad debida es complicado, pero hay que empezar a trabajar por la regulación de los apartamentos turísticos, mejorar la planta hotelera, aumentar la calidad de los servicios (recuperar el CIOMijas y que La Cónsula sea lo que fue son pasos importantes) y mejorar las conexiones con nuevos mercados de gran capacidad de gasto, como el asiático, se antojan prioritarios, aunque no los únicos pasos a dar. No estaría de más abordar un nuevo modelo urbanístico más sostenible.