Los montes, las fuentes, los pagos, ¿tuvieron siempre el mismo nombre?, ¿cómo se llamaban en el pasado?

Los historiadores malagueños Esteban López García (Málaga, 1978) y Virgilio Martínez Enamorado (Casabermeja, 1965), este último profesor asociado de la Universidad de Málaga, acaban de dar respuesta a estas dos preguntas en un libro único en España, con la particularidad de que lo han costeado de su bolsillo, sin el respaldo de ninguna institución. Se trata de El paisaje de Tolox a través de su toponimia andalusí en documentación castellana (19,90 euros), que les ha publicado la editorial malagueña Ediciones del Genal.

Como recuerda el profesor Virgilio Martínez, la conquista cristiana de la ciudad de Málaga provoca «un exterminio de la población andalusí». Los habitantes de la capital terminaron siendo vendidos como esclavos, lo que a su juicio explica «que haya quedado tan poca toponimia andalusí en Málaga: Gibralfaro, Puerta del Mar, Atarazanas...».

En Tolox, sin embargo, no pasó lo mismo, quedó una población capaz de transmitir los nombres del pasado musulmán. De hecho, se trata de uno de los pueblos de la provincia con un mayor porcentaje de población morisca tras la conquista, por lo que en los primeros tiempos llegaron muy pocos repobladores castellanos y la nueva lengua apenas se conocía.

Tolox se somete a las fuerzas cristianas en 1485 y 15 años más tarde, a finales de 1500, la población mudéjar (musulmanes en territorio cristiano) pasa a ser morisca porque acepta el bautismo. Transcurrirán siete décadas en las que los tolitos o toloxeños, cristianos nuevos, seguirán viviendo en el pueblo, al tiempo que van olvidando la lengua de sus padres, el árabe andalusí.

El gran drama se produce en 1570, con la expulsión de todos los moriscos del Reino de Granada, tras la rebelión de las Alpujarras. Como castigo, serán trasladados a otros reinos de España (hasta la expulsión definitiva de España en 1609, así que algunos serán expulsados dos veces, apunta el libro).

Dos años más tarde, en 1572, con los moriscos -más del 90 por ciento de la población- fuera de Tolox, comienzan a llegar cristianos viejos y de ese importante momento se nutre esta original obra.

Virgilio Martínez apunta que los castellanos realizaron para la ocasión un prolijo deslinde y demarcación de las tierras de Tolox que sirvió para repartir luego las tierras entre los repobladores. Con el fin de reconocer las haciendas de los moriscos, contaron con la ayuda de vecinos originarios. «Y aunque prácticamente el árabe lo han perdido, sí tienen memoria de cómo se llamaban los pagos, porque se lo enseñaron sus padres o abuelos; llegaba entonces un escribano castellano y les preguntaban cómo se llamaba el sitio y tomaban nota», destaca.

Esta valiosa fotografía histórica, la restitución de un paisaje anterior al año 1572, es lo que recoge el llamado Libro de Apeo de Tolox, base de este original estudio, que se encuentra en el Archivo Histórico Provincial de Granada.

«Nuestro enfoque ha sido usar toda esa documentación del siglo XVI, que nos habla de los siglos XV, XIV y anteriores», subraya a La Opinión Esteban López García, que destaca que al rescate de los nombres hay que sumar el trabajo de campo, nunca mejor dicho: «La documentación hay que usarla como guía sobre el terreno e intentar recorrer los caminos y reconstruir los pasos de los repartidores, para localizar las cosas».

Gracias a este doble trabajo, además de localizar 121 topónimos andalusíes que estaban olvidados por el paso de los siglos, los han podido emplazar en el paisaje actual de Tolox.

El trabajo ha permitido además conocer por vez primera, gracias a un paraje próximo a Ronda, cómo llamaban los árabes andalusíes al pinsapo, subraya el profesor Martínez Enamorado, experto en árabe clásico. El pinsapo era conocido como juayha, que en realidad es un diminutivo, así que sería algo así como el «abetito». Lo curioso es que con este diminutivo se sigue conociendo el pinsapo andaluz en el Rif, apunta el profesor.

Precisamente, llama la atención que entre los topónimos haya muchos diminutivos, pero también, la presencia de varios topónimos romances, como en el castillo de Hasnalmenqueire, que es una fusión entre el árabe andalusí Hisn (castillo) y la palabra latina Manicaria (esteva del arado sobre la que el que ara lleva la mano izquierda), porque «el árabe andalusí incorpora palabras en latín».

La majada de Benarrabá, el pago de Fajalhatao, el mojón de Jubiarrocaya, la cueva de las Palomas, el río Guadal Neguil, la fuente de la Alnoçara, las viñas de la Alalcandia de Gomerin.... ¿cuántos siglos hacía que se habían borrado del paisaje de Tolox?

Virgilio Martínez Enamorado anuncia que habrá próximos libros, sobre Casarabonela, El Borge y otros pueblos, con la recuperación de los topónimos perdidos, «y estoy seguro de que en 15 o 20 años tendremos la mayor parte de los topónimos andalusíes de la provincia de Málaga, vamos a poder reconstruir todos esos lugares con una precisión sorprendente». El historiador señala además que «el 20 por ciento de los topónimos que aparecen en Tolox te los vas a encontrar en Casarabonela y te vas a un pueblo de Granada y te encuentras con el mismo porcentaje».

La Algarbía

El libro emplea además el topónimo andalusí para designar el occidente de la provincia, donde se encontraría Tolox, Algarbía, mientras que el oriente sería la conocida Axarquía.

«La Algarbía es una reivindicación que mantengo desde hace 25 años y creo que se está recuperando», destaca Virgilio Martínez, que recuerda que Axarquía era un topónimo andalusí prácticamente perdido, «hasta que se recuperó felizmente en los años 70».

Para el coautor del libro, esta «restitución arqueológica», que puede disfrutarse en esta obra no sólo con la documentación sino también con numerosas fotografías de los lugares actuales, debería marcar en muchos pueblos del interior de Málaga el camino a seguir por el Turismo. Por eso, apunta que «los alcaldes de estos pueblos tiene que entender que a lo mejor debe haber una ruta por la toponimia morisca de Tolox, con su nombre en castellano o en árabe. Casi todos los pueblos al sur de Antequera, salvo las grandes ciudades como Ronda, Málaga y Antequera, tienen esta documentación y en la Axarquía, prácticamente todos».

Como recalca el historiador Esteban López García, en nuestros días en Tolox ya se podría realizar una ruta «sobre regadíos, antiguos molinos y acequias, para saber quiénes eran los dueños de la zona, quién tenía la propiedad y qué cultivos había».

Los moriscos de Tolox, cristianos nuevos, fueron exiliados en 1570, primero a Écija y Carmona y luego a varios puntos de Extremadura y Salamanca, donde se les pierde la pista, aunque terminaron expulsados de España.

Su mundo, el paisaje que dejaron para siempre, ha sido ahora recuperado gracias a este trabajo único.