A sus 87 años, Salvador Cobos sigue siendo un vendaval de proyectos. Por eso ya sueña con recoger el guante que le lanzó la directora del Museo de Málaga, María Morente, y entrar algún día con su caballete en la Aduana para poder copiar las mejores obras del nuevo espacio cultural de Málaga.

Salvador ha dejado atrás un serio problema de salud y se repone desde octubre del año pasado en casa de su hija Trini, que ha transformado en su estudio de pintura. De aquí ha salido, por ejemplo, la copia del último cuadro atribuido a Velázquez, el Retrato de una niña.

Cuando el pintor malagueño estaba en el hospital, un amigo le dio la noticia de la subasta de este cuadro y nada más llegar a casa de su hija se puso manos a la obra.

No es la primera obra del genio de Sevilla que pasa por sus manos. Salvador calcula que ha copiado alrededor de una quincena de obras de Velázquez a lo largo de su vida, incluida La educación de la Virgen, el cuadro descubierto en 2010 en un almacén de la Universidad de Yale.

El último Velázquez

El Retrato de una niña, calcula, le ha llevado una semana de trabajo y como siempre cada vez que realiza una copia, la imagen del cuadro la tiene cuadriculada en una hoja A4 que traslada al lienzo: «Voy marcando las cuadrículas en el lienzo hasta hacerlo perfecto, hasta que encaje. Luego está lo más difícil que es darle color», cuenta.

Las Meninas, La fragua de Vulcano, Las hilanderas, el Cristo de Velázquez, La Venus del espejo... el pintor malagueño ha copiado los principales cuadros de Diego de Velázquez, pero también tiene obras de Rubens (Las tres Gracias), Rembrandt, Leonardo da Vinci y Picasso. De hecho, muestra la copia del Mosquetero con espada de Picasso y resulta complicado diferenciarlo del original. «Con ese cuadro e ido pincel por pincel, por eso es idéntico», cuenta.

Ligado al grupo inmobiliario Sofico, que se encargó de inventariar tras la extinción de la empresa, así como a la Distribuidora Malagueña de Ediciones que repartía Sol de España, en los años 90, cuando perdió a su esposa, decidió dedicarse por completo a su gran pasión, la pintura. Aunque en décadas anteriores, pintó cuando pudo y, por ejemplo, tiene una vista de tejados que realizó en el estudio que tenía en la calle Sánchez Pastor y que finalizó «el mismo día que murió Picasso», cuenta su hija Trini.

Antiguos oficios de Málaga

Entre sus muchos proyectos, Salvador está embarcado ahora en la versión pictórica de fotografías antiguas de oficios de Málaga. Una muy conocida, la de un vendedor de pavos en la plaza de Félix Sáenz, es la que está pasando ahora mismo al lienzo. El pintor coge la foto original para señalar a un adolescente de perfil que charla con un amigo. El adolescente es el propio Salvador, que fue inmortalizado en esa conocida instantánea de los años 40. «Me pillaron en la foto, iba con un amigo a cobrarle precisamente a Félix Sáenz», cuenta.

También se ha atrevido con la Decapitación de San Pablo, de Simonet, un pintor del que también ha copiado su obra más famosa: ¡Y tenía corazón!, que está en la Aduana. Para copiar la decapitación, realizó decenas de fotos de todos los detalles del cuadro, que se encuentra expuesto en la Catedral de Málaga.

Por todo ello, y como no deja de copiar a grandes maestros, cuenta que le gustaría exponer buena parte de sus obras en la Coracha y montar la de oficios antiguos de Málaga en el Ateneo.

Cuando se le pregunta por su futuro, Salvador Cobos lo tiene claro: «Quiero seguir pintando hasta que me muera y luego, que echen los pinceles revueltos a la caja». A este imbatible artista le queda mucho por pintar.