El trasplante renal ortotópico supone una segunda oportunidad para las personas que previamente han sido trasplantadas y que, por razones médicas, han necesitado retirar el órgano previamente injertado.

Pese a que numerosos pacientes podrían cada año verse beneficiados de esta técnica que supone una nueva vuelta de tuerca ante un retrasplante, la complejidad de la cirugía así como la salud del paciente -más delicado si cabe que el resto de quienes están en lista de espera- hace que la estadística estatal no sume cada año casos. A modo de ejemplo, en Málaga, en una década, se han hecho sólo cuatro.

Por este motivo, hace unas semanas profesionales malagueños del hospital Regional Carlos Haya han realizado esta compleja cirugía por videoconferencia en la que han participado 300 profesionales de 25 hospitales de toda España que ambicionan poder hacerla en el futuro.

La rareza de la técnica y su dificultad en quirófano, cuyo tiempo de intervención se duplica respecto a un trasplante de riñón normal -puede ser hasta de seis horas- hace que sólo un 5% de los pacientes en hemodiálisis sean susceptibles de someterse a ella, si bien los diabéticos son los que más posibilidades tienen a consecuencia de la arterioesclerosis en el riñón derivada de la enfermedad metabólica.

La técnica habitual para el implante de un riñón es alojar el nuevo órgano en la fosa iliaca (izquierda o derecha) sin retirar el órgano que no funciona o está dañado, pese a lo que pueda imaginarse. Otros trasplantes como el de hígado, corazón o pulmón sí necesitan la retirada de estos. Por ello, en los pacientes en los que la cirugía habitual es inviable o implica un gran riesgo se opta por extraer el órgano que no funciona y alojar el órgano donado en el mismo lugar.

Uno de los urólogos que participó en la intervención, Jorge Soler, explicó ayer a este periódico que esta técnica supone una segunda oportunidad para quienes ya han tenido una segunda oportunidad. Así, señaló que no sólo aumentan las horas en cirugía en el trasplante renal ortotópico, sino que también se incrementa el número de efectivos, al pasar de dos urólogos a tres en la intervención.

Aunque a posteriori la recuperación es más delicada y el paciente debe pasar las primeras 48 horas bajo control en la UCI, la durabilidad del órgano o la probabilidad de que se dé un rechazo del órgano trasplantado es la misma que en un trasplante renal convencional.

En la actualidad entre cinco y diez pacientes de la lista de espera podrían ser susceptibles de someterse a esta técnica. «Supondría rescatarlos de la lista de espera porque por sus problemas se les ha negado la posibilidad del retrasplante», explicó Soler, que apunta a que el Regional Carlos Haya es el único centro andaluz en llevar a cabo esta técnica y que en España, aparte del malagueño, se ha realizado en el Clinic de Barcelona.

Además de Soler, en la intervención participaron el director de la Unidad de Gestión Clínica de Urología del Hospital Regional, Víctor Baena, y el urólogo Emilio García Galisteo. El pasado año, el hospital malagueño lideró el trasplante renal en España, con 173 trasplantes (46 más que en el año 2015), siendo el hospital español que más trasplantes de riñón ha realizado en el año.