La cocina, al igual que otras muchas profesiones, requiere esfuerzo, dedicación y pasión,y esto no siempre se aprende en las escuelas. Víctor Mendicuti estudió publicidad y relaciones públicas, fue jugador de poker profesional y comercial, pero no se planteó pasar su vida entre fogones hasta que su mujer le animó a apuntarse al programa de Masterchef.

Todo empezó con una broma de pareja y poco después estaba en el plató de Masterchef. En los castings del famoso concurso de televisión española, conoció a Susana Ramos Castillo y soñaron con la idea de abrir una escuela de cocina. Víctor dejó la gestión de una empresa de ambientadores y las indómitas calles de Madrid para volver a Málaga , «sus raíces».

Susana y él se embarcaron en un proyecto que a día de hoy sigue creciendo. Cuando le eliminaron del concurso pensó en abrir un restaurante, pero admite que «es un oficio muy sacrificado» y que la llegada de sus hijos hacía difícil compaginar las dos cosas.

No descarta dedicarse a la hostelería con su hermano José, también cocinero, dentro de unos años, «una vez que se asienten un poco más las cosas».

Ahora mismo emplea todo su esfuerzo en la expansión de su escuela, La Mesa. En unas semanas empiezan las obras de ampliación del local. La idea de estos emprendedores malagueños es enriquecer la oferta formativa en la provincia y suplir las carencias prácticas de otros centros gastronómicos.

«Hay que enseñar cocina moderna y no puedes hacerlo con los mismos métodos que se utilizaban hace veinte años», apunta Víctor. Esta es la razón por la que han optado por configurarse como un centro privado. Ser un centro de formación homologada supone cumplir una serie de requisitos restrictivos y los gerentes de La Mesa quieren disponer de libertad para adaptar el programa educativo a las necesidades reales de los alumnos. Sus títulos cuentan con el aval de la AEAC (Asociación Española de la Alta Cocina).

En octubre, La Mesa empezará a impartir los cursos de experto en cocina y gastronomía y en pasteleria, postres y restauración. Las lecciones de 1.080 horas y 540 respectivamente, con profesorado de La Mesa y supervisado por el propio Víctor. Afirma que además de coordinar la oferta formativa, hará los cursos para profesionalizarse. La perspectiva de estudiante le permitirá saber como responden los alumnos a la metodología y mejorar las deficiencias que pueda presentar el curso.

«Hicimos un curso piloto de ayudante de cocina el año pasado. Es tal la demanda que todos los chicos que lo cursaron están ahora contratados» . A partir de estos cursos de ayudante de cocina Susana y Victor se animaron a probar, «nuestros contenidos son los mismos que en otros centros, pero actualizados».

«Ser cocinero profesional no es lo mismo que cocinar en tu casa, no son las mismas exigencias y no todo el mundo está preparado para afrontarlas. Nosotros queremos que los alumnos salgan prerparados para el mercado»

Uno de los referentes de Victor es Ángel León, el cocinero gaditano con dos estrellas Michelin es una auéntica inspiración para él. «Los cocineros que más te llaman la atención y que más se desarrollan, son aquellos que aman su tierra y se inspiran en su gastronomía», «Ángel León coge todo lo que hay en el mar y lo ensalza», añade Victor.

En sus cursos quiere explotar la riqueza culinaria de Málaga e innovar con los prouctos de la provincia, «tenemos mar, tenemos montaña y todo lo que ofrece la axarquía. Soy super malaguita en todos los sentidos y siempre tiro para mi tierra»

Afirman que en Málaga capital no hay una escuela de hostelería como la suya. Además de los cursos que empiezan en octubre, han enfocado parte del negocio en la infancia. Celebran cumpleaños y cursos de cocina para los más pequeños en sus instalaciones.Han organizado cursos para extranjeros aprovechando el dominio que adquirió en su estancia en Australia. También acogen eventos privados, y eventos para empresas

La Mesa está en un momento crucial, a Victor no le asusta el fracaso.Si los cursos de experto no salen adelante no habrá fracasado, simplemente no lo ha intentado lo suficiente. «Soy una persona que lo que me gusta lo exploto al máximo y lo llevo hasta el final».