La temporada alta es la gran aliada de Málaga y del empleo. El mes de julio ha finalizado con 2.739 parados menos en la provincia. En estas positivas cifras tienen mucho que ver los empleos temporales de la Costa del Sol, que han provocado unos números que no se veían desde 2008, ya que el paro registrado se ha quedado en 143.570 personas, lo que supone un descenso en el desempleo de 16.976 personas respecto al año 2016.

Todos los sectores están viendo reducido el desempleo en los meses de verano, pero el de los servicios es el que más ha contribuido a la reducción del paro malagueño, que ha ocasionado un descenso de 2.376 desempleados.

Málaga en verano es sinónimo de playa, descanso y buena gastronomía, pero mientras muchos disfrutan de estos placeres, otros tienen que encargarse de ofrecerlos. ¿Cuáles son los puestos más demandados?

El análisis de Randstad indica que los profesionales más requeridos durante la época estival son los destinados al sector comercio, sobre todo por el impulso que adquieren gracias a las rebajas. Esta contratación, comienza en junio y se alarga hasta septiembre. En este sentido, promotores, dependientes y puestos de atención al cliente son las principales oportunidades laborales que ofrece el verano.

La hostelería es otro pilar fundamental. Los hoteles y demás tipos de alojamientos llegan a la tasa de ocupación más alta, por lo que se necesitan perfiles de apoyo en hoteles y restauración porque el turismo sigue siendo el principal dinamizador del empleo durante los meses de verano. Un sector que, durante 2016, superó los 1,6 millones de empleados.

Otros perfiles asociados con el turismo y también muy demandados en esta época son aquellos relacionados con la infraestructura del transporte, en especial el personal de puertos, aeropuertos y estaciones de transporte y los puestos de atención al cliente de estas infraestructuras.

Por este motivo el verano se convierte en un momento del año en el que se disparan las oportunidades para trabajar, bien porque las empresas aumentan las plantillas debido a la gran carga laboral que tienen que soportar o bien porque hay empleos que solo pueden realizarse durante este periodo como el de hamaquero, socorrista de playa o piscina comunitaria, entre otros.

Empleo y hostelería

La dificultad para encontrar trabajadores para la campaña de verano no es el único factor que evidencia el crecimiento de la hostelería. Según las principales empresas de trabajo temporal, las contrataciones para este verano volverán a ampliarse. En algunos casos, como el de Málaga, con una previsión muy por encima de la del pasado año, coqueteando, incluso, con el récord histórico, aunque de momento, en el marco restringido del empleo estacional.

El informe elaborado por Randstad apunta a un volumen de contratos de verano un 11,6 por ciento superior al de 2016. Eso en lo que respecta a la provincia, donde las plantillas se reforzarán con 22.830 nuevos trabajadores. Una cifra que rebasa en más de 2.000 empleos a la del mismo periodo del pasado ejercicio y que cobra aún mayor envergadura si se compara con la anunciada en estas mismas fechas hace tan sólo 6 temporadas, en 2010, cuando era hasta un 63,1 por ciento más baja.

La evolución refrenda la tónica de los últimos años, aunque con un repunte más pronunciado y extensible al conjunto de Andalucía, que bate su mejor marca estadística, superando los 112.000 contratos.

Las buenas perspectivas apuntadas por Randstad se corroboran igualmente en la previsión de Adecco, que alude a un aumento del 12 por ciento en el conjunto del país. En concreto, el aumento de contratos estará ligado a áreas ligadas a la contratación estival, como son la hostelería y el turismo, especialmente en el caso de las regiones costeras y aquellas que concentran mayor afluencia de turistas durante el verano, aunque también se realizarán contratos en otras áreas del sector servicios o en la industria.

Hemos querido averiguar quiénes son estos trabajadores temporales, cómo llevan la gran carga de trabajo a la que tienen que hacer frente y cómo es una jornada laboral de ocho horas (o más) trabajando a pleno sol.

Carlos Cañete / Espetero

«Hay que trabajar en algo que te guste y a mí mi trabajo me encanta»

Son muchas las personas que acuden a los restaurantes de la playa para disfrutar de los típicos espetos. Y, en concreto, los que van al Chiringuito Sicsú son atendidos por Carlos Cañete. Él es el espetero. Lleva siéndolo cinco años en este restaurante, aunque trabaja en la hostelería desde los 14 años «de forma ilegal, pero empecé muy temprano detrás de una barra», confiesa Cañete, como lo llaman sus compañeros.

Este malagueño de 33 años tiene un contrato fijo en el restaurante porque abre durante todo el año, «pero en invierno se prescinde de los apoyos y los aprendices», afirma, y comenta que «al final tengo el mismo nivel de trabajo, porque aunque viene menos gente también somos menos personas trabajando».

El de espetero es un trabajo difícil: pasan muchas horas al sol, de pie y cerca de las brasas. Pero para Cañete «no hay ningún trabajo que sea fácil. Hay que saber llevarlo y trabajar en algo que te guste, y a mí esto me encanta», destaca.

Rafael / Hamaquero

Rafael / Hamaquero«Mientras los demás lo pasan bien tú estás trabajando, nunca tienes verano»

Disfrutar un día de playa con una hamaca es una de las opciones más solicitadas, sobre todo por los turistas, por eso existe la figura del hamaquero. Como Rafael, que lleva cerca de 20 años trabajando en el oficio. A él se dedica seis meses al año, y el resto del tiempo sobrevive con ayudas o lo que le quede del desempleo.

Pero no siempre ha sido así. Antes de la crisis, Rafael combinaba su trabajo estival con un empleo en una empresa de construcción. «Como sabían que trabajaba en la playa, teníamos un acuerdo y me llamaban para el invierno», dice.

Pero desde que comenzó la crisis solo puede trabajar durante el verano. Tiene 45 años y confiesa que «en algún momento me gustaría dejarlo, pero si es lo único que hay tendré que adaptarme», explica. «Es un trabajo duro porque nunca disfrutas del verano. Mientras los demás lo pasan bien tu estás trabajando», asume el malagueño.

Diego Jiménez / Socorrista

«Lo que gano en verano me permite vivir durante el invierno en Granada »

El disfrute del verano también pasa porque alguien vele por la seguridad de quienes están en la playa o la piscina. Y esta es la labor de Diego Jiménez, un fuengiroleño de 23 años que trabaja como socorrista en una piscina de Mijas.

Estudia el grado de Magisterio en Granada, pero también necesita trabajar. Este es su segundo año dedicado al socorrismo, aunque no es a lo único que dedica su tiempo. Durante la semana trabaja en la piscina y los fines de semana, en un catering y una empresa de animación.

«Lo que gano en verano me da para vivir en invierno», explica Diego. Además, mientras estudia también trabaja lo que puede los fines de semana y en las navidades «trabajo menos que en verano pero con eso costeo el día a día», explica.

Este joven, que empezó a trabajar con 18 años, ha pasado por la hostelería, el comercio y la animación, pero su vocación es ser profesor, algo para lo que estudian y se esfuerza con trabajos temporales.

Carmen / Kiosquera

«Nos da el sol desde las diez de la mañana hasta las nueve de la noche»

También los kioskos blancos del paseo marítimo son una seña de identidad de Málaga y el verano. Carmen es la dueña de uno de ellos desde hace 24 años. Allí trabaja con su marido de abril a septiembre. El resto del tiempo, «en casa, esto es lo que tenemos», cuenta malagueña, que vive con la presión de que, durante esos cinco meses, tiene que serle muy rentable el negocio para vivir tranquila el resto del año porque, además, se tiene que hacer autónoma durante ese tiempo.

«Es un trabajo muy duro, aquí nos da el sol desde las 10 de la mañana hasta las 9 de la noche», explica Carmen mientras espera en una silla a que llegue algún cliente. Su marido ha sido, durante toda la vida, albañil. Ahora la ayuda con el kiosko que abrió «durante una época muy mala, tuvimos una mala racha en la que no teníamos nada». Antes, Carmen trabajaba esporádicamente como extra en algún restaurante o limpiando pero ahora su kiosko es su vida y allí pasan los días de verano.