Ya no basta con llamar a la puerta. Tampoco con las sonrisas anchurosas, obligatoriamente locuaces, con las que se recibía al turismo en los años cincuenta. Los tiempos, para bien o por mal, se han vuelto menos ingenuos. Y el sector se ha profesionalizado. La Costa del Sol tiene claro que no puede dejar escapar la oportunidad con el turista estadounidense. Pero, en esta caso, no dispara al bulto, sino con una estrategia que cada vez parece más perfilada.

En los últimos meses, el mercado norteamericano ha sido objeto de diversas campañas planificadas en Andalucía y en la provincia. Cada una de ellas -a excepción de las realizadas conjuntamente por la Diputación y el Ayuntamiento de Málaga- con sus propios tiempos. Pero sin mucha variación en cuanto a los métodos generales.

Arturo Bernal, gerente de Turismo Costa del Sol, asegura que la única manera de abordar a una clientela tan vasta y diversa como la americana es a través de la selección: sabiendo de antemano a quién se busca y cuáles son sus motivaciones. En la era de la especialización, la provincia ha hecho su elección: que coincide con un perfil de alto poder adquisitivo y con inquietudes culturales. Sobre este tipo de turista, se ha desarrollado todo el discurso de captación, que prioriza aquellos canales y áreas de la oferta de mayor afinidad potencial. El golf, las rutas culturales. Y, por supuesto, el uso de vías de comunicación selectas como la que plantea el club de turismo de élite Virtuoso, en el que ya figura la Costa del Sol.

Una de las novedades consiste en la explotación de la figura de Bernardo de Gálvez, que está funcionando como gancho, dada la importancia del héroe malagueño en la construcción de la independencia y de la nación norteamericana. Con estos atributos y esta dirección, la provincia aspira a seguir sumando. Ya sin grandes bolsas de turistas, de manera constante.