En su afán por conquistar por completo nuestro hogar, Mercadona ha implantado un nuevo modelo de tienda eficiente, una apuesta que combina distribución, estética y ecoeficiencia en sus nuevos establecimientos para facilitar la compra a sus clientes. La imagen renovada de sus establecimientos y todos los avances a nivel logístico y tecnológico que incorpora la marca ha llegado a la capital malagueña. En concreto, en el establecimiento de la avenida José Ortega y Gasset.

Balanzas con wifi que facilitan los pedidos al trabajador sin abandonar su puesto, cajas pensadas hasta el último detalle para agilizar y facilitar la tarea diaria de quienes cobran, cestas y carros más prácticos y con mayor capacidad, la inclusión del «carro-cesta» ­­-un híbrido entre ambos formatos- o el «punto de acabado» de la carnicería para que el consumidor se lleve la carne como desee, más allá del envase habitual, son algunas de las novedades que incorpora este Mercadona de más de 1.600 metros cuadrados. Recursos que se alían con la nueva imagen para hacer de nuestro supermercado de barrio un lugar cálido con todas las facilidades posibles.

El exterior ya varía, con respecto al modelo clásico de Mercadona. El color verde gana terreno,el logo, troquelado, y la marca saca pecho con unas barras de diferente grosor en su fachada del tanto que hace años se apuntó: fue la primera empresa que incorporó el código de barras en sus artículos de compra.

La luminosidad cobra protagonismo y las luces -todas LED- también ganan terreno. Ahora son ajustables de manera manual, se incorporan en paneles que aportan una estética diferente a lo que hasta el momento se conocía y, lo más importante de todo, la aplicación de este nuevo sistema y otras medidas reduce en un 40% el consumo energético.

La pescadería es una de las secciones en la que más cambios podrá ver el cliente, denominado «el jefe» por Mercadona. Cuenta con un gran mural trencadis que recubre las paredes y está elaborado por más de 200 personas pertenecientes a siete asociaciones de personas discapacitadas. Atrás queda el sistema rudimentario de reposición de hielo; ahora se lleva a cabo con la ayuda de unos carros creados para ese fin; además de contar con una zona en la que exponer el marisco de concha.

Las balanzas de peso incorporan wifi, un sistema que, a priori, poco afecta al consumidor pero permite al empleado controlar el género a tiempo real y pedir reposición para el día siguiente desde su mismo punto de trabajo. Una herramienta que también está presente en los pesos de fruta y verdura y que agiliza tareas internas de los trabajadores con un sistema también instaurado en las recién incorporadas tabletas electrónicas. Y como «el jefe» manda, Mercadona ha rediseñado sus neveras e islas de productos para mostrar el género que hay dentro sin necesidad de estar al lado. Un concepto que se traslada hasta la perfumería, donde se muestra el producto en una isleta central.

La carnicería incorpora el «punto de acabado» y ofrece la oportunidad de trocear, filetear o terminar el género adquirido como desee el cliente.

Además, una de las zonas que gana presencia es la conocida como «horno». De 20 metros cuadrados ha pasado a contar con 60 y facilita el día a día al empleado, que ahora cuenta con un área de almacenamiento.

Y, por último, las cajas, equipadas con un sistema táctil frente al cliente, una guía en la cinta corredera que transporta el producto para que no se desplace hacia el extremo opuesto del empleado o una plataforma metalizada que facilita el rodaje de los productos, una vez cobrados. Pequeños detalles que han sido elaborados por el Estudio de Biomecánica de Valencia para minimizar el esfuerzo del trabajador. Una reforma de algo más de dos meses que asienta el modelo en la ciudad de los futuros establecimientos de la cadena.