Comenzamos la tercera semana de nuestra estancia, y la investigación marcha a buen ritmo. En esta campaña, al contrario que en marzo pasado, no hemos tenido grandes problemas que hayan retrasado nuestro trabajo. Los resultados que estamos obteniendo son prometedores, y ya sabemos (confirmando una de nuestras hipótesis) que durante el período estival, cuando las algas están sometidas a luz continua, sin noche, hay una pérdida de capacidad para realizar la fotosíntesis, y producen menos oxígeno. En otras palabras, las algas necesitan unas horas de oscuridad al día para recuperar su sistema fotosintético y ser más eficientes. En comparación, nosotros necesitamos dormir para recuperar nuestras capacidades mentales. Y, según dicen los especialistas, la calidad del sueño es mayor cuando se duerme de noche que cuando se duerme de día. Lo malo es que aquí en esta época no hay noche, y puedo afirmar, porque mi cuerpo lo sufre, que el descanso no es completo. Vamos acumulando cansancio a lo largo de las semanas, en parte por la incapacidad de tener un sueño completamente reparador.

Prácticamente todos los días vemos renos rondando por la base, incluso se alimentan en la tundra junto a las casas en las que vivimos. El reno de Svalbard es una subespecie que evolucionó a partir del reno del norte de Escandinavia hace unos 5000 años al quedar aislados en este archipiélago. Se diferencia del resto de subespecie de renos por su tamaño, siendo el más pequeño de todos. Su peso y tamaño son apenas la mitad del resto, llegando los machos a pesar entre 75-90 kilos y las hembras entre 53-70 kilos. Tiene las patas cortas, así no se hunden tanto en la nieve blanda en invierno, y es el mamífero herbívoro que vive más al norte del planeta. En los duros inviernos de estas latitudes tienen problemas para encontrar alimento, ya que todo está cubierto de hielo y nieve; hace poco se ha descubierto que los renos de Svalbard también se alimentan de las algas que los temporales arrancan del fondo de los fiordos y llegan a las playas. Nosotros pudimos comprobar este hecho en campañas anteriores a principios del otoño y al final del invierno, al ver renos "pastando" en las playas.

El fin de semana hemos hecho dos salidas a la tundra a recoger más muestras de suelo y plantas (en el próximo capítulo hablaré de las plantas de Svalbard). El primer día fuimos en bicicleta hasta el final de un camino que llevaba a una de las antiguas minas de carbón. Hoy día en esa zona está el campo de tiro en el que se imparten los cursos de iniciación y de actualización a los investigadores y al personal de administración y mantenimiento de la base. Aquel sector quedó abandonado en 1962, después de un grave accidente en el que perdieron la vida un buen número de mineros; de once de ellos los cuerpos nunca fueron recuperados. Hoy día es posible ver restos de los troncos que se usaban para apuntalar las galerías, carretillas de transporte de material, cables eléctricos, generadores de electricidad, antiguas vías para el tren que llevaba el carbón hasta el cargadero en el muelle, bidones, etc. Rebuscando incluso encontré una antigua botella de cerveza o refresco, y una lata de conservas. Todo esto está protegido por una ley noruega, que decretó que todos los restos, aunque fueran industriales, anteriores a 1948, no podían ser retirados. Es una especie de memorial a todos los que dejaron su vida trabajando en las minas de carbón en esta zona remota del planeta, en unas condiciones climáticas durísimas. En estas salidas nos acompañaron dos excelentes compañeros, Trond, un noruego, jefe del puerto, y Gerrit, un alemán, del equipo de buceadores. Con ellos nos sentimos mucho más seguros, ya que tienen mucha más experiencia en el manejo de armas de fuego que nosotros. El primer día subimos hasta las colinas que están al sureste de Ny-Ålesund, y tomé unos 20 kilos de muestras de suelo. La mochila pesaba demasiado, y al atravesar uno de los antiguos puentes de madera de la época de las minas, una tabla en mal estado hizo que acabáramos la bicicleta, la mochila y mis huesos por los suelos. Menos mal que la barandilla del puente estaba en buen estado, de lo contrario no la cuento, porque la caída al vacío era de varios metros. Todo se saldó con algunos buenos moratones. Aquí no hay carreteras asfaltadas, sólo hay algunos caminos de tierra, que se degradan mucho durante el invierno y la primavera, y requieren permanente reparación, al igual que la pista del aeropuerto, también de grava. El segundo día caminamos por la playa hacia el interior del fiordo, para después subir por la tundra. Pudimos ver un par de focas sesteando en la playa (no debían saber que hay al menos un oso polar en la zona, que estaba en esa misma playa dos días antes), y algunos renos, que como siempre, estaban comiendo. Igualmente paramos delante de un monumento que erigió el gobierno italiano en honor de los exploradores que perecieron en 1928 en su intento de llegar al polo Norte en el dirigible Italia; también contemplamos un monolito erigido en honor de Amundsen y sus compañeros que en 1925 intentaron sobrevolar, por primera vez, el polo Norte en avión, hecho que consiguieron en el dirigible Norge en 1926.

En esta campaña la comida no es algo para recordar agradablemente. En todo el tiempo que llevamos aquí no hemos tenido la oportunidad de comer ninguna verdura fresca, y la única fruta que tenemos es manzana. Todos los días vemos la misma cesta de manzanas; manzanas por la mañana, manzanas por la tarde, manzanas por la noche, € siempre una cesta con manzanas. Cuando se vacía, ¡ la vuelven a rellenar con más manzanas !. Hemos entablado una buena relación con un cocinero, de nacionalidad sueca, a quien ya conocíamos desde Marzo pasado. Al preguntarle a Fredrik por la falta de fruta y verdura (ni un triste tomate hemos visto en más de dos semanas) nos comentó que el barco con suministros viene cada seis semanas. Y justo ha coincidido que hemos llegado a la mitad del período de las seis semanas, lo que significa que el barco con comida vendrá justo el mismo día que nos marcharemos de aquí. No es la primera vez que nos pasa esto; cuando viene el barco, el comedor es una "fiesta". Ensaladas de tomate y lechuga, naranjas, plátanos, € pero la felicidad dura poco. A la semana ya vemos que las naranjas las van cortando en cuatro trozos, los plátanos en dos, los tomates en trozos cada vez más pequeños, y la única guarnición que va quedando es patata, en todas sus formas y preparaciones. Cuando aparecen las cestas de manzanas, ya sabemos lo que nos espera las próximas semanas€

Ah, ¡ y finalmente conseguimos ver al oso polar que rondaba por la base durante los últimos días !.