Estudiar una carrera universitaria supone un importante desembolso para padres y alumnos. Sin embargo, el coste no es el mismo en todas partes. Un estudio del buscador inmobiliario Mitula determina que Málaga es la sexta ciudad española donde resulta más caro vivir y cursar estudios superiores. Con un gasto total alrededor de los 3.000 euros por alumno y curso, la capital malagueña se sitúa por encima de otras localidades de tradición universitaria, como Granada o Santiago de Compostela.

Así, vivir en un piso compartido de cuatro habitaciones en Málaga cuesta 2.435 euros por curso (243,5 por mes), mientras que las matrículas en Andalucía suponen 757 euros de media cada año académico. La suma de ambos conceptos se sitúa en 3.192 euros por alumno y curso, una cifra que no incluye el coste de la vida diaria (transporte, alimentación€) y que la posiciona como la sexta ciudad más cara de las analizadas.

De esta manera, según el informe, Madrid, donde el coste por alumno y año es de 6.553 euros, Barcelona, con 6.378 euros, Palma (4.217 en vivienda y 1.075 en matricula), Valencia (con 3.33 euros entre alquiler y universidad) y Salamanca (3.210 euros entre casa y universidad) superan a Málaga.

Granada y Murcia, las más baratas

Pero los precios elevados no se reparten de igual manera en toda la geografía española. Granada, por ejemplo, es la más económica de las ciudades que conforman el estudio. Un piso de 4 habitaciones en la capital granadina cuesta, de media, 1.940 euros, si a ello le sumamos la matrícula (757 euros), el coste total asciende a 2.695 euros, una cifra por curso y alumno que supone prácticamente la mitad de lo que se paga en Madrid o Barcelona.

También Murcia es una buena alternativa para los que buscan una ciudad universitaria relativamente económica, ya que vivir y estudiar en la capital murciana tiene un coste por curso de 2.699 euros. En este caso, el precio de un piso de cuatro habitaciones es de 1.765 euros por alumno y curso y la matrícula se queda en 934 euros de media.

Cifras aún elevadas que pueden compensarse gracias a las becas y otras ayudas para estudiantes, al menos en lo relativo al coste de la matrícula, ya que en lo referente a la vivienda resulta inevitable ceñirse a los precios de mercado.