Cada hora que pasa disminuyen las esperanzas de encontrar supervivientes entre los escombros del número 286 de la calle Álvaro Obregón. Pero México no se rinde. Menos aún los equipos de rescate, que mantienen el operativo y se turnan para no perder ni un momento. Y tampoco los familiares de las víctimas, muchos de ellos apostados en campamentos situados justo al pie del edificio colapsado. Aunque la desesperación y el desánimo son actitudes que empiezan a calar. A 9.000 kilómetros de la capital azteca, en Málaga, la familia de Jorge Gómez Varo confiesa su desesperación por la falta de noticias.

En su cuenta de Twitter, una de las hermanas de este joven malagueño de 33 años, escribía ayer al mediodía: «Aún no sabemos nada de Jorge. No nos dan noticias. Estamos muy desesperados». Las noticias llegan de forma lenta. A cuenta gotas. Y nadie sabe a ciencia cierta qué es verdad y qué es mentira, dado la cantidad de bulos que se difunden. La única fuente de información fidedigna que tiene la familia es la novia de Jorge, Irene, que no se separa de los equipos de rescate desde el primer día. Desde este pasado fin de semana le acompañan Laura, otra hermana de Jorge, y su marido Ignacio. Los tres están en primera línea, pendientes de todo lo que pasa y esperando que se produzca un milagro.

Éste aún es posible. Las cámaras térmicas siguen registrando calor entre las ruinas del edificio derruido, lo que evidencia la existencia de vida. Los trabajos son muy lentos, a la fuerza. Juan Carlos Peñas, capitán español de la Unión Militar de Emergencias (UME) desplazado hasta México DF para colaborar en las tareas de búsqueda de supervivientes, reconoce que «quitar una losa de 30 toneladas lleva tres o cuatro horas en el mejor de los casos». «Hay que valorar muy bien toda la situación, porque cualquier movimiento conlleva deslizamientos e inseguridad», admite.

Los medios de comunicación mexicanos informaron de que entre ayer y esta noche se pudieron rescatar varios cuerpos sin vida que podrían haber sido encontrados en la cuarta planta del edificio, aunque la confusión y la falta de información son la tónica habitual en este rescate. No obstante, el último recuento oficial habla de 9 cuerpos sin vida rescatados, de los que 5 están irreconocibles y se han llevado al Servicio Médico Forense (Semefo) para intentar determinar su identidad. Las autoridades mexicanas creen que todavía quedan 37 personas en el interior del edificio y afirman que se detectan señales de vida, por lo que siguen los trabajos a contrarreloj.

La buena noticia es que por fin el edificio parece haberse estabilizado. Las lluvias registradas en los últimos días han empeorado las condiciones para los equipos de trabajo y los voluntarios. Hasta México han llegado especialistas de Israel, Japón, España, Colombia o Chile. Aunque ha pasado mucho tiempo, nadie baja los brazos.

Desde ayer, el operativo trata de ingresar por una nueva zona del edificio colapsado con la esperanza de encontrar un hueco de vida para poder acceder lateralmente a alguna de las escaleras. Ahí es donde se cree que podría estar Jorge, ya que fue el último en abandonar el edificio y estaría bajando desde el segundo piso justo cuando éste se vino abajo.

«Estamos levantando unas losetas para tratar de acceder por un agujero a la planta dos, a un patio de luces que había y a ver si desde allí encontramos algún hueco de vida para poder acceder lateralmente a alguna de las escaleras. De haber esperanza es en ese hueco. El resto del edificio está totalmente colapsado. Si alguien ha quedado entre las planchas de los distintos pisos es prácticamente imposible que sobreviva», explicó el capitán Peñas. A este hueco de vida se aferran los familiares de Jorge y de quienes tienen a algún ser querido atrapado en lo que era el 286 de la avenida Álvaro Obregón.

El número de víctimas mortales del terremoto se eleva ya a 324 y la capital del país es la que registra más fallecidos (186), informó ayer el coordinador nacional de Protección Civil, Luis Felipe Puente.