El arquitecto malagueño Antonio Luque recibió ayer, a sus 85 años, un merecido reconocimiento del Colegio de Arquitectos de Málaga por su dedicación y dilatada trayectoria profesional. Más de cinco décadas de ejercicio de la profesión avalan su voz como una de las más autorizadas del gremio.

Luque, licenciado y doctorado en Arquitectura por la Universidad de Madrid, ha redactado proyectos de construcción y dirección de más de 10.000 viviendas, veinte hoteles, cinco iglesias, institutos, escuelas de Primaria, parques de atracciones y acuáticos (entre ellos el emblemático Tivoli), y ha supervisado las obras del Cementerio Internacional, además de redactar numerosos planes parciales y proyectos de urbanización.

La construcción de iglesias, según reconoce, ha dejado una huella indeleble en su memoria por el gran reto que supuso en su día levantar edificaciones de semejante complejidad. En su producción figura la parroquia del Cristo Resucitado del Calvario en Torremolinos, la Parroquia de Torre del Mar (Vélez Málaga), la de Almayate y las de Benalmádena.

Indiscutible es su aportación al desarrollo turístico de la Costa del Sol, supervisando y ejecutando proyectos de hoteles y apartahoteles que hoy día siguen siendo una referencia. El Hotel Spa Benalmádena Palace, Hotel Bali, Hotel Torrevigía, Hotel CostaAzul (conocido ahora como Playabonita), Hotel Panorama o el Hotel Stella Polaris son algunos ejemplos.

Antonio Luque ha visado además la construcción de más de 10.000 viviendas sociales, además de redactar numerosos proyectos individuales (diseño de viviendas de lujo o casas unifamiliares).

Siendo arquitecto del Ayuntamiento de Benalmádena, consiguió el galardón en la categoría de Arquitectura que otorga la Diputación por «el embellecimiento de pueblos de la provincia». Participó además en la creación del Patronato Benéfico de San Juan Bautista, con el que se construyeron las viviendas del Arroyo de la Miel conocidas como «las viviendas del cura», en pleno centro de esta pedanía (más de 300).

Temas de actualidad

Luque se pronunció ayer poco antes de recibir el homenaje, que se enmarca en la celebración de la Semana de la Arquitectura en Málaga, sobre algunos de los temas urbanísticos más candentes. De la Torre del puerto, dijo: «No veo mal que exista un edificio singular que permanezca en el tiempo como símbolo de la ciudad, como la Ópera de Sidney o el Guggengein de Bilbao, que cambiaron la ciudad y son referentes de su imagen. Pero la singularidad no se alcanza por el tamaño de un proyecto, sino por su estética y otros méritos arquitectónicos. La pregunta que deberíamos hacernos es si puede ser nuestro símbolo y si la ciudad puede enorgullecerse de él, no sólo si es un proyecto rentable económicamente», apuntó.

Respecto a la obra del metro, apoyó los argumentos del alcalde, Francisco de la Torre, al considerar que «un metro es un metro y un tranvía es un tranvía». «Creo que hay que concluirlo cuando existan recursos económicos suficientes para poder hacerlo bien y nunca en contra de la opinión de los vecinos», opinó.

El desafío al que tiene que hacer frente ahora la provincia es, a su juicio, el Cercanías hasta Marbella o Estepona: «Tiene que haber trenes cada 15 minutos, hay que buscar una solución a esta clara deficiencia». Y en la capital, el reto es el Guadalmedina. «Tiene que ser la gran apuesta, debe embovedarse y abrirse a la ciudad», manifestó.