En los años 30, los hermanos Rafael y Manuel Picasso levantaron en la avenida Pintor Joaquín Sorolla, en El Morlaco, sendas casas imponentes que fueron conocidas como las gemelas, hoy desaparecidas, pues en su lugar se levanta un bloque.

Para facilitar la comunicación de las propiedades, los hermanos pagaron de su bolsillo, a medias con Isidro Sierra, uno de los dueños de una yesera vecina, un paso peatonal que bajaba por un lateral de sus propiedades, acompañado en parte por un enorme muro.

A ese paso le abrieron los hermanos una puerta de salida con un fin: «Arriba del camino estaba la mina de yeso y cuando venían los aviones, durante la Guerra Civil, todo el mundo se metía dentro de la mina», cuenta Rafael Cueto, de 72 años, uno de los pocos vecinos del Morlaco que sigue ligado al barrio desde su nacimiento.

Esa servidumbre de paso, detalla Rafael, enlazaba por arriba de las casas de los Picasso con la vecina finca La Torrecilla de los Van Dulken -un camino costeado por los hermanos que este sí, todavía continúa en la mayoría del trazado-.

Por la derecha, el camino de los Picasso permitía que fuera utilizado por vecinos de fincas como la Hacienda Paredes, Las Niñas o Las Cerrajeras, para bajar a Málaga, porque desembocaba justo en la parada del tranvía y además, muy cerca tenía una fuente para dejar las bestias y descender por él a pie.

«Así lleva tres años»

En la actualidad, Rafael Cueto lamenta que «poco a poco», la servidumbre de paso ha ido desapareciendo. Primero, con la construcción de un bloque, hace años y ahora, al tapiar su último tramo para incluirlo dentro de un solar. «Así lleva tres años», comenta este vecino, que muestra un plano oficial del Ayuntamiento de su página web, en el que puede verse su trazado.

Lo llamativo es que el último PGOU, el de 2011, también contempla la existencia de este camino sin salida, que sin embargo desde hace tres años se encuentra tapiado, como si formara parte del solar de la derribada casa mata vecina, el número 85 de la avenida del Pintor Joaquín Sorolla.

«Un paseo delicioso»

«El paso de servidumbre era un paseo delicioso que poquito a poco se lo han ido cargando y cerrando por tramos», lamenta este vecino, que explica que tuvo la oportunidad de trasladarle la queja en persona al alcalde, Francisco de la Torre. «Me dijo que presentara un escrito y lo registrara en el Ayuntamiento».

«Yo he subido y bajado tantas veces por él, ¿a qué viene esto ahora?», se pregunta. Rafael Cueto quiere que la Gerencia de Urbanismo aclare si la desaparición de este paso se ha efectuado con el consentimiento municipal «o si se lo han quitado a la ciudad, porque aparecer, aparece en el PGOU actual».

Ayer, este diario trasladó la consulta a la Gerencia de Urbanismo de Málaga, pero no obtuvo respuesta.