Tres años de recuperación. Eso dicen las estadísticas, aunque para muchos esa bonanza económica aún no se nota. De cualquier forma, la crisis económica, que arrasó España y la Costa del Sol desde septiembre de 2008 hasta 2013, no sólo tuvo el efecto de elevar el desempleo a niveles insoportables, sino que expulsó a miles de malagueños más allá de las fronteras provinciales e, incluso, de las nacionales en busca de una oportunidad laboral mejor que las pocas que ofrecía una tierra marcada por la precariedad laboral del sector servicios y del ladrillo, alicaído durante muchos años tras el boom de mediados de la pasada década. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) recabados por este periódico, en 2010, en plena crisis, regresaron a la provincia después de un periodo fuera de las fronteras del país 966 malagueños, mientras que en 2016 lo hicieron 2.094, más del doble, lo que en cierta forma da una idea de que la recuperación va ganando terreno, incluso psicológicamente.

En 2006, casi dos años antes de que Lehman Brothers se viniera abajo inaugurando oficialmente el cataclismo financiero que sumió a la Unión Europea y Estados Unidos en un caos económico sólo comparable al crack del 29, regresaron a la provincia 1.327 malagueños.

La Costa del Sol tiene una presencia importantísima de extranjeros, fundamentalmente británicos, alemanes y nórdicos, que habían fijado aquí su residencia antes de la crisis y que, incluso, tenían aquí sus trabajos. Muchos de ellos, una vez que comenzó el maremoto, volvieron a sus países de origen, donde había más oportunidades empresariales y laborales, pero una vez pasada la crisis han comenzado a regresar a Málaga para disfrutar del clima. En 2016 volvieron un total de 24.474 personas (contando nacionales y extranjeros) frente a los 20.500 registrados en el ejercicio 2010, según también los datos del INE, lo que supone un importante incremento del 19,3%.

Muchos de esos extranjeros, según los expertos, tenían la doble nacionalidad o eran de países de la Unión Europea, lo que siempre ayuda por aquello de la libre circulación de personas en el escenario común del viejo continente. Así, 9.755 ciudadanos de la UE regresaron a la provincia en 2016 frente a los 10.048 de 2010; en 2006, los datos hablaron por sí solos: 13.212.

En cuanto a países de Europa, pero que no son miembros de la Unión Europea, en 2016 regresaron 11.880 personas frente a las 11.700 de 2010. En 2006 fueron 17.364.

Durante los años previos a la crisis económica, hubo decenas de miles de sudamericanos que abandonaron el nuevo continente y vinieron a Málaga y a España en busca de una nueva oportunidad laboral. Muchos de ellos encontraron un empleo en el sector inmobiliario o en el sector servicios, los dos pulmones económicos de la Costa del Sol, que, por cierto, sigue manteniendo el mismo modelo productivo anterior al cataclismo. Luego, con la crisis, y tras haber ahorrado sumas considerables, regresaron a sus respectivos países pero una vez que la bonanza volvió al litoral malagueño a partir de 2014 han decidido darse una nueva vida en nuestra tierra. Eso se nota: según el INE, 5.011 americanos regresaron a la provincia en 2016 frente a los 3.971 de 2010, época más severa de la recesión económica.

Aun así, el número de los que regresaron entonces no es bajo, sobre todo por la inestabilidad política y económica de algunas de las naciones del nuevo continente.

También vinieron muchos subsaharianos y autóctonos del Magreb en la época previa a la crisis económica llamados por el empleo fácil y rápido que ofrecían la obra y el sector turístico; una oportunidad que, por cierto, también aprovecharon muchos malagueños jóvenes que dejaron, incluso, los estudios. En 2016, fueron 2.095 los africanos que volvieron a la Costa del Sol, frente a los 3.520 que lo hicieron en 2010, tal vez por el mismo motivo que los sudamericanos, la eterna crisis del continente más salvaje.

Bonanza y precariedad

Hoy, el turismo vuelve a tirar del carro de la economía provincial con una tímida pero continua recuperación del ladrillo. Eso sí, hay muchísima precariedad laboral. Sólo una nueva crisis podría invertir la tendencia. En los años duros, hubo quien dijo que muchos jóvenes abandonaron el país por el espíritu aventurero, aunque la mayor parte de ellos dejaron la Costa del Sol en busca de un futuro mejor que ahora, con el paso de los años y no se sabe por cuánto tiempo, vuelve a ofrecer la provincia.