Los pantanos continúan vaciándose. Ni las tormentas del pasado viernes, más retóricas que reconfortantes, ni el inicio del nuevo curso han conseguido dar otro tono al año hidrológico, que arrancó el pasado octubre con los mismos problemas que el anterior: reservas esquilmadas y lluvia insuficiente. El pronóstico, al menos a corto plazo, no parece mucho mejor. Y lo más alarmante es que el contador va bajando. Después de un inicio de otoño en caída libre, los embalses aumentan su estado de crisis. Y ya están a poco más de un tercio -un austero 33,67 por ciento- de su capacidad.

Según los datos compilados en la red Hidrosur, Málaga dispone actualmente de un colchón de 207 hectómetros cúbicos. Una cantidad suficiente para garantizar el consumo, pero que no oculta mediante ninguna lectura posible la gravedad de la situación. Especialmente, si se comparan las cifras con las de temporadas anteriores. En los últimos tres años, la provincia, agobiada por la falta de precipitaciones y por la presión constante sobre los recursos, ha dilapidado casi la mitad del agua que tenía almacenada en 2014, cuando el nivel de llenado llegaba al 64,95 por ciento. Las dificultades son más evidentes si se centra el análisis en las comarcas más castigadas. Es el caso de la Axarquía y de su pantano de referencia, La Viñuela, el de mayores dimensiones de la provincia, que está a un 23,79 por ciento, lo que ha desatado la alarma entre la comunidad de regantes y los agricultores, especialmente subordinados en su economía a la disponibilidad de los aportes periódicos.

El empobrecimiento paulatino de las reservas ha llegado a un punto en el que parece cada vez más inevitable la adopción de medidas correctoras. La Junta, sin ir más lejos, se reunirá este jueves en Málaga con los principales agentes del sector para estudiar posibles soluciones. De momento, el margen es más amplio que hace una década, si bien no tanto como para bajar la guardia. El sistema del Guadalhorce, por ejemplo, suma actualmente entre sus tres embalses un total de 110 hectómetros cúbicos, apenas cuarenta por encima de la marca utilizada por la administración para activar el decreto de sequía y poner en marcha el protocolo de restricciones.

Lejos de representar un cambio de rumbo, las primeras cinco semanas del año hidrológico -que se inaugura oficialmente el 1 de octubre- han empeorado, incluso, las alarmantes cifras que presentaba la provincia a finales de verano. De nada ha servido la entrada en escena del mes de noviembre, tradicionalmente lluvioso. Si los embalses se despidieron del curso con uno de sus niveles más bajos de la última década, el panorama no parece haberse endulzado de manera súbita. De los siete pantanos con los que cuenta Málaga, únicamente, uno, La Concepción, rebasa el 50 por ciento. Entre los proyectos que figuran encima de la mesa, está precisamente el de la construcción de una conducción que permita comunicar este embalse con los más necesitadas. Además, del famoso trasvase desde Iznájar.