La reforma de la Alameda Principal supondrá una inversión de 11,5 millones de euros que se ejecutará a lo largo de 2018, de forma que antes de que acabe el año se haya reducido la calzada de 11 a 5 carriles, de los que tres estarán reservados para autobuses y taxis. Eso supondrá que el 70% de la superficie quede reservada para los peatones, dejando el tráfico sólo en el carril central.

Las obras se organizan en tres fases. La primera es a cargo de la Consejería de Fomento y está dentro de las obras de reurbanización del lateral norte por las obras del metro, eliminando el paso de coches de forma definitiva. La segunda fase incluye la actual rotonda del Marqués de Larios, que desaparece, y la integración de la escultura en un nuevo espacio, más cerca de la boca de la calle que lleva su nombre. La tercera fase corresponde a peatonalizar el lateral sur.

Estas actuaciones cambiarán completamente la faz de la Alameda Principal, que apostará por un nuevo pavimento y organización de los usos. Así, el nuevo espacio peatonal de la Alameda tendrá un pavimento continuo de colores cobrizos, en un gesto por recuperar el material continuo y anaranjado presente en la época. En su superficie, se prevé mobiliario acorde con su destino como equipamientos de ocio, tales como juegos de ajedrez, infantiles, de música, áreas expositivas vinculadas al barrio del Soho, pizarras o mesas de juegos.

Desde el punto de conservación de los ficus, se establece una zona mínima de 5,4 metros de reserva a su alrededor, en un gesto de dignificación a este patrimonio centenario, con un pavimento en el que se alterna un pavimento verde de tierra vegetal y pavimento sólido prefabricado para diferenciarse con claridad del resto de material. Además, el contorno tendrá una zona de protección para los ficus delimitada por acero cortén y un alcorque de arbusto bajo.

El uso peatonal de los laterales de la Alameda aconseja usar un pavimento prefabricado blanco de grandes dimensiones. En la proximidad a la fachada el pavimento es de piedra crema ámbar de formato pequeño, con idea de resaltar las fachadas históricas que se conservan, así como prever una especie de pavimento asemejando una alfombra crema ámbar en los portales de los edificios de la Alameda, creando una pequeña plaza para cada uno.

Tanto la acera norte y sur cuenta con una hilera de árboles de pequeña escala a unos 5 metros de las fachadas, que además de proporcionar una escala más doméstica y una limpieza del ruido visual derivado de la actividad comercial en las plantas bajas. Esta hilera servirá como límite estricto de las posibles terrazas que surjan como apoyo a la hostelería, para preservar en todo caso la mayor parte del espacio para uso ciudadano.

El tráfico queda limitado al espacio central con cinco carriles, de los que dos quedan para el transporte privado y tres para el transporte público. Las paradas de autobuses se situarán en las zonas de pavimento, adquiriendo un color cobrizo para contribuir al efecto llamada del pasajero, pero manteniendo su textura para mimetizarse con el espacio público circundante. El carril bici discurre por la acera norte, constituyendo un total de 470 metros que ensambla con su continuación existente en la zona este y oeste.