­Ya se conoce la procedencia de las típicas natas que se forman en las playas de Málaga todos los veranos y que solían asociarse a las deficiencias del sistema de saneamiento integral o a los vertidos de los colectores cerca del litoral de Málaga. Esta idea, que forma parte del imaginario y es asunto de discusión todos los veranos, hay que desterrarla a tenor de los resultados provisionales de un estudio encargado a la Universidad de Málaga. El informe da la categoría de «excelente» a las aguas para el baño y señala que esas natas recogidas en el litoral malagueño «son espumosas».

El estudio fue encargado el pasado mes de julio por las empresas públicas, privadas o mixtas encargadas de gestionar el ciclo integral del agua en la costa, como son Acosol, Aguas de Torremolinos, Axaragua, Emasa e Hidralia y en él el profesor Francisco Ignacio Franco Duro, del Área de Cristalografía y Mineralogía, coordina un equipo de investigación multidisciplinar.

El profesor Duro adelantó ayer las conclusiones preliminares del estudio realizado en esta primera temporada de baño, en las que los autores del informe destacan que en la composición de las natas recogidas en el litoral malagueño «el 90% de su volumen es aire y agua, y el resto, generalmente, es un residuo sólido formado mayoritariamente por minerales». Así, explicó que «una forma muy simplista de describir las natas sería la de burbujas de aire agua, formadas por la agitación de la superficie del mar, que quedan estabilizadas cuando estas burbujas se recubren de polvo mineral que le da una coloración determinada». Detalló que «estas espumas, estabilizadas por las partículas de polvo mineral, se desplazan por la superficie marina atrapando todo lo que encuentran a su paso ya sea un grano de polen, pequeñas microalgas, plumas de aves, pequeñas ramas, hilos de pesca, etcétera».

Aunque todavía queda trabajo por desarrollar hasta completar este estudio, cuya duración es de un año natural, las muestras que se irán recogiendo durante el invierno y, sobre todo, al comienzo del próximo verano, «seguramente ofrezcan unos datos muy similares», recalcó.

El estudio prevé la recogida de 60 muestras de agregados flotantes a lo largo de todo el año. No obstante, en esta primera temporada de baño se han recogido y analizado 35 muestras. Los análisis se llevan a cabo en los laboratorios del Departamento de Química Inorgánica, Cristalografía y Mineralogía, del Departamento de Microbiología y del Departamento de Biología Vegetal (Botánica) de la UMA y en el Centro Oceanográfico de Málaga. Por otro lado, el análisis de los contaminantes de las aguas se lleva a cabo en los laboratorios de Emasa.

El resultado de los análisis muestra que de las 35 natas analizadas, 33 son de naturaleza mineralógica y dos están formadas por una mezcla de microalgas y minerales, fundamentalmente por microalgas.

La mineralogía del residuo sólido de las natas es muy similar en todas las muestras analizadas y aunque existen variaciones en la proporción relativa de los minerales, por lo general, están formadas por minerales de la arcilla como mica (ilita) y caolinita, minerales detríticos como cuarzo, calcita y dolomita, y minerales evaporíticos como halita, yeso y anhidrita.

Los minerales de la arcilla que aparecen en las natas «son absorbentes naturales, por lo que cabría pensar que pueden adsorber contaminantes de las aguas». No obstante, los análisis «han mostrado que la concentración de los contaminantes presentes en las natas no supone riesgo alguno para la salud, ya que aparecen en concentraciones inferiores a las que se exige en las aguas de consumo», explicaron fuentes de Acosol.

Estos resultados relacionan la presencia de estos agregados flotantes (natas) con procesos de dinámica litoral en los que influyen la dinámica del mar y la naturaleza mineralógica de los sedimentos de las playas y de los fondos marinos cercanos a las mismas.

Por último, en esta siguiente temporada, además de continuar con el análisis de estos agregados flotantes, se estudiarán las causas de sus desplazamientos a consecuencia de las corrientes marinas, temperaturas, vientos, etcétera.

En el informe han participado los profesores Antonio Flores Moya, Elena Bañares España del Área de Botánica; Miguel Ángel Moriñigo Gutiérrez, de Microbiología; María José Bentabol Manzanares, del Área de Cristalografía y Mineralogía, y José Damián Ruiz Sinoga, del Área de Geografía Física.