Para escribir el futuro hay que saber de dónde se viene. El 4 de diciembre de 1977, el lunes hará justo 40 años, los ciudadanos de Andalucía salieron a la calle para no quedarse atrás. En plena construcción de la España postfranquista, hubo entonces unas nulas intenciones de incluir a la región en el tren de la autonomía plena, Todo cambió a efectos políticos con aquella manifestación masiva que, a las puertas de tan redondo aniversario, ha vuelto a cobrar prestigio. La conquista de la autonomía en su totalidad se logró tres años más tarde. Los ajustes y cambios que ha experimentado Andalucía han sido enormes. Identificar del destino de los andaluces con el suyo propio ha sido uno de los mayores aciertos del PSOE-A y sobre ese hilo argumental se eligió este sábado a Torremolinos para convertir a la localidad en el gran epicentro de la peregrinación socialista para celebrar el acto central en honor al 4 de diciembre. Un acto que sirvió, también, para que la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, defendiera su postura sobre una posible reforma de la Constitución. Un melón, aseguró, que está dispuesta a romper, siempre y cuando las modificaciones garanticen la igualdad entre territorios y no ejerzan como calmante para la voracidad de los partidos nacionalistas.

Los focos se centraron ayer en el Palacio de Congresos de Torremolinos. Había mucho interés en escuchar las intenciones de Díaz sobre un asunto que está en boca de todos los partidos políticos. Sobre todo, cuando el PSOE, a nivel nacional, ha vendido como un sonado triunfo que su secretario general, Pedro Sáno arrancarle el el compromiso que su secretario general, Pedro Sánchez, haya logrado arrancarle al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el compromiso de meterle mano a la carta magna a cambio de apoyarle en la aplicación del famoso artículo 155 en Cataluña. Curiosamente, la última vez que Díaz estuvo en Torremolinos en clave de un mitin, fue junto al propio Sánchez, cuando le apoyó de cara a las primeras elecciones generales de 2015. Un acto que se celebró, entonces, en el cercano Auditorio Príncipe de Asturias.

Si alguien pensó que Díaz se iba a oponer a una posible reforma andaba equivocado. En los últimos días había deslizado en reiteradas ocasiones que no es algo que ve con malos ojos y ayer se reafirmó de manera contundente, disipando las posibles dudas que pudieran quedar. Después de suceder en el turno de la palabra a sus antecesores históricos al frente de la Junta, Rafael Escuredo y José Rodríguez de la Borbolla, se dirigió a los 3.000 asistentes que desbordaron el auditorio torremolinense: «Estoy a favor de reformar la Constitución».

Un mensaje claro, de entrada, que luego se encargó de matizar a efectos prácticos. Lo que sirve para mostrar la gran dificultad de reformar la Constitución. Díaz se negó a aceptar cualquier cambio que devenga en posibles desigualdades territoriales. Cuando hay partidos nacionalistas involucrados, dejó caer, no vale con ponerle más privilegios sobre la mesa a los mismos que quieren romper España. «El nacionalismo siempre es de derechas porque persigue levantar fronteras y persigue privilegios para unos pocos a razón de no sé qué superioridad genética», dijo con firmeza para añadir que «el nacionalismo y el socialismo» son incompatibles. Una afirmación que cobra especial relevancia en el actual contexto político en Cataluña, y donde el PSC está llamado a una inflexión complicada el próximo 21 de diciembre.

Volviendo a una posible modificación de la carta magna, Díaz explicó que no entiende otro discurso que no sea el de la igualdad entre territorios. «Quiero una reforma de la Constitución sin privilegios y que se traduzca en la igualdad entre todos», manifestó, arrancando los aplausos más sonados de la tarde.

Para la máxima mandataria andaluza cualquier voluntad de reforma se tendría que ver apuntalada, a su vez, por un amplio respaldo en las urnas. Tal y como ocurrió con el texto fundacional: «Una reforma de la Constitución tiene que contar con un amplio respaldo de la población. Algo parecido a lo que pasó cuando se votó la primera Constitución hace casi 40 años y un 90 por ciento de los españoles le dieron su apoyo». Aquí se plantea la siguiente dificultad.

En un marco de negociación con tantos intereses cruzados, donde cada partido plantea sus propias líneas rojas, se antoja muy complicado llegar a cotas de consenso tan elevadas. Acentuó Díaz, una vez más, su capacidad para compaginar un españolismo sin complejos con la defensa de los intereses de Andalucía. Haría bien Rajoy, dejó caer, en mirar hacia los que se «sienten orgullosos de formar parte de Andalucía» y menos en «darle más a los que más tienen».

Sacó a relucir, en este punto, lo que para ella sigue siendo el gran tendón de Aquiles de la región: la financiación autonómica. «Si no es justa y adecuada, a Andalucía se le está echando el freno de mano», aseguró. Después de hacer referencia al cupo y al concierto vasco, tiró de explicaciones metafóricas: «Cuando un padre tiene varios hijos, intenta tratarlos a todos por igual. Unos buenos padres, sin embargo, ayudan al que menos tiene».

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Acto conmemorativo del 40 aniversario del 4 de diciembre

Sobre el cupo vaso, Díaz aseguró que lo respeta «porque está en la Constitución», así como lo hace con todos los artículos, «aunque algunos me gusten más que otros». «Lo único que digo», añadió, «es que si hay una urgencia para aprobar eso (el cupo vasco), no se puede abandonar en el camino al resto de millones de ciudadanos en este país. En Andalucía también tenemos hospitales, centros de salud, dependientes y maestros».

Por estas razones, continuó, «no tengo que atacar a nadie para defender a mi tierra porque sólo pido igualdad». En este sentido, le exigió a Rajoy que «se comporte como una buen padre e le dé a todos los hijos las garantías de poder llegar al límite de sus posibilidades». El ambiente vivido ayer estuvo fuertemente marcado por la intención de solapar el pasado y el futuro de Andalucía con los sucesivos gobiernos socialistas. No fue de extrañar, por lo tanto, que Díaz también reivindicara el legado histórico. Tanto el de la multitudinaria manifestación del 4 de diciembre, así como eñ del 28 de febrero. La presidenta de la Junta tuvo, en este sentido, una mención especial para Manuel José García Caparrós, sindicalista de CCOO asesinado el 4 de diciembre en Málaga.Intervienen los históricos

El acto en Torremolinos contó con la presencia de dos expresidentes de la Junta de Andalucía y, al mismo tiempo, líderes históricos dentro del PSOE-A: José Rodríguez de la Borbolla y Rafael Escuredo. El primero ejecutó una intervención sin dar concesiones a futuras desigualdades entre territorios. «No estamos en campaña electoral y por eso tenemos que hablar con serenidad, como si fuera un día normal. Por eso no podemos plantear ocurrencias por ganar un voto», manifestó en alusión a la actual situación política en Cataluña.

Por su parte, Escuredo se mostró en una línea muy similar. «Nunca creí que pudiera ver a alguien que se considera de izquierdas defender la autodeterminación», reiteró. También se refirió al cupo vasco, señalando que defiende su existencia, siempre que sea transparente. Ahora mismo, según Escuredo, se está ante «un robo a mano armada».