Un niño perdió una mano hace unos días en Jaén por el uso indebido de petardos. Por otro lado, hay toda una corriente que pide que no se usen productos pirotécnicos estos días por la afección que el ruido tiene sobre las mascotas, perros y gatos principalmente. Sin embargo, el sector pirotécnico en Málaga afirma que la mayor parte de los accidentes que se dan, que son pocos, se debe a un uso indebido de los petardos y cohetes por parte de los clientes y llama a la prudencia y a la responsabilidad en la manipulación de estos artefactos como medida para evitar males mayores.

José Antonio Olmedo, de la empresa Piromálaga y portavoz del sector en la provincia, asegura que «cumpliendo las medidas de seguridad y normas de uso de los fabricantes no tiene por qué ocurrir nada» e insiste en que los productos son «seguros; es como un arma de fuego, puedes usarla para cazar pero si no le das el uso adecuado, pues pasa lo que pasa».

Entre las medidas de seguridad básica, que suelen venir indicadas en los envoltorios y envases, están el colocar el petardo o el cohete en el suelo, encender la mecha de algodón por el lugar indicado, es decir, el extremo, y no por la mitad, como muchas veces suele suceder, que los padres supervisen a los hijos en el uso de los productos y disfrutar de ellos en explanadas, el recinto ferial o la playa, nunca en parques en los que haya vegetación, zonas de gran concentración de personas o una presencia importante de edificios.

«La mayor parte de los clientes son los padres y les decimos que los usen ellos y los hijos los vean; la responsabilidad es de los padres, ahora si un niño manipula un petardo de categoría tres, que está prohibido, y el padre o la madre no están presentes...».

Destaca Olmedo que ellos están sujetos a una normativa muy estricta de carácter europeo, nacional, autonómico y local: para abrir una tienda, primero la Guardia Civil debe inspeccionarlo al milímetro y emitir un informe favorable de Intervención de Armas. Luego, ese documento pasa a la Subdelegación, que debe darle su visto bueno y, finalmente, el Ayuntamiento ha de conceder la licencia de apertura. Explica Olmedo que para abrir en Granada un local han tardado dos años entre permisos e inspecciones. Lo mismo ocurre con los productos: un laboratorio analiza todas sus características antes de darle el visto bueno a su comercialización. «Es más fácil abrir una frutería que una pirotecnia», dice.

En relación a los animales, señala que es cierto que el 70% de ellos se asustan por el ruido de cohetes y petardos, pero aquí, insiste, son los dueños los que tienen que hacer un uso responsable de los productos e insiste en que otras épocas del año, como por ejemplo la Semana Santa, también hay ruido y las protestas son menores. Dice que en Valencia, por ejemplo, que hay un mes entero en el que los petardos y cohetes son protagonistas, el respeto y la seguridad son fundamentales.

Olmedo destaca que es ahora, en Navidad, cuando más suben las ventas, casi un 90%, y que las empresas malagueñas facturan en torno a 200.000 euros. Quieren luchar contra la mala imagen que ha dado del sector el accidente del pequeño jiennense o el tema de las mascotas y recuerda que ellos son muy escrupulosos con todas las medidas de seguridad.

Insiste, además, en que hay tres categorías en cuanto a los productos: la uno, que sólo pueden comprarla quienes tengan más de doce años; la dos, para mayores de dieciséis y la tres, para mayores de edad.