«La verdad es que es un privilegio y una suerte poder ver de cerca las técnicas, las texturas.... puedes recrearte más tiempo. Lo ves con otros ojos, no sólo con los del visitante». Javier Peinado Huertas (Málaga, 1976), habla de su trabajo en el Museo Picasso Málaga, desde 2008 en el Departamento de Tienda y Librería y Atención al Público, en el que en ocasiones le toca estar frente a frente con la obra de Picasso, pero también la de Lucian Freud, Francis Bacon o cualquier otro maestro del arte del siglo XX, según sea la exposición temporal.

Una oportunidad única para él, licenciado en Bellas Artes y pintor, con querencia por el impresionismo y el expresionismo y con más de cuarenta exposiciones a la espalda, entre individuales y colectivas. De hecho, ahora mismo participa en la exposición colectiva que conmemora, en la Sala Barbadillo, junto al CAC, el XX aniversario de la Asociación de Artistas Plásticos de Málaga (Aplama) de la que es miembro.

Nacido en el barrio de La Luz, aunque en la actualidad vive en Benalmádena, Javier cuenta que, en su proceso de formación como pintor, «Picasso siempre ha estado muy presente, uno se mueve siempre alrededor de su obra porque abre el mundo», y recuerda haber visitado de pequeño la Casa Natal, pero también, el tomar apuntes en el Museo de Bellas Artes cuando estaba en el Palacio de Buenavista, hoy sede del Museo Picasso, libreta en mano, «y hacer bocetos de los Muñoz Degrain y los Moreno Carbonero».

Javier tuvo que marchar a Sevilla a estudiar Bellas Artes, porque todavía no existía la facultad en su ciudad natal. Antes, para ingresar, se preparó durante un año en la academia Robles Muñoz de Tejón y Rodríguez. «Para las pruebas de acceso, te ponían una estatua y la tenías que clavar en el dibujo y para eso está bien tener una disciplina en la academia».

Ahora es Javier el que enseña, porque además de su trabajo en el Museo Picasso Málaga,desde hace más de un década imparte clases para el Área del Mayor del Ayuntamiento y como confiesa, «es fantástico, realmente ellos te enseñan más».

En 2001 dejó encauzada una tesis doctoral sobre un tema que le fascina y que hoy está muy de moda, el paisaje urbano, por eso cuenta con grandes lienzos de ciudades como Francfort, Londres, Glasgow o Barcelona, con especial predilección por el extrarradio. Precisamente, su trabajo en el museo le permitió conocer al gran Antonio López y asistir a un taller impartido por él. «Es un tío fantástico», resume.

Sus compañeros del museo, cuenta, conocen de su otra profesión, y destaca que «vienen a las exposiciones, me apoyan mucho y la verdad es que el ambiente es fantástico».

Su faceta como pintor le ha permitido realizar algunos encargos para la tienda-librería del Picasso, que cuenta con paraguas, marcapáginas y libretas con sus dibujos. Y entre el trabajo en el museo y clases a mayores, saca tiempo para pintar en la calle, exponer y participar en concursos, pero además, durante unos años también ha trabajado en el montaje de exposiciones en el Centro de Arte Contemporáneo.

Y al artista le queda tiempo para colaborar con una agencia de comunicación, con la que ha realizado el dibujo del Rectorado para el actual carné de la Universidad de Málaga y otros trabajos como el nuevo diseño de varias botellas de la veterana Casa de Guardia, que exhiben el dibujo de la portada del negocio.

«Cuando uno hace la carrera de Arte tienes que saber que vivir de tus obras es muy complicado y es una suerte poder trabajar en trabajos que complementan el ejercicio de la pintura», confiesa.

El taller lo tiene en casa, en Benalmádena y su mujer, profesora en la Facultad de Educación, le apoya en su vocación.

A Javier Peinado le gustaría algún día poder vivir del Arte, pero también dice estar «agradecido» por pasar tantas horas al año con la obra de Picasso y otros grandes. «Sigo en el terreno del arte y hay que disfrutar de cada parcela de trabajo porque siempre te aporta algo».